Acusado penalmente por el abuso sexual de al menos 19 menores de edad, aunque colectivos contra la pederastia le atribuyen más de 100 actos de abuso, el sacerdote potosino Eduardo Córdova ha burlado las leyes por más de 40 años. En 1983, aún sin ingresar al seminario, inició su historial como agresor sexual y aunque fue denunciado ante la cúpula católica, ésta misma le permitió consolidarse como líder religioso y con ello acumular decenas de agravios de este mismo tipo.
La Iglesia católica y la élite potosina se cimbró cuando se destaparon públicamente en 2014 los múltiples casos de abuso sexual cometidos por Eduardo Córdova, mismos que ya eran un secreto a voces por años y que los líderes religiosos intentaron silenciar reubicando de iglesia al sacerdote cada que surgía una nueva denuncia.
Eduardo Córdova se convirtió en abogado tras estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) de 1980 a 1984, posteriormente ingresó al Seminario Diocesano; en 1988 se ordenó como sacerdote y después estudió Derecho Canónico en Roma.
A nueve años de que está prófugo y 40 desde que se denunciaron por primera vez sus abusos, Humberto Abaroa, quien fue víctima de Córdova, narró que tuvo un primer contacto con el padre cuando cursaba segundo de secundaria en el instituto Potosino Marista, entre 1980 y 1984, en aquel entonces Eduardo Córdova Bautista aún no era sacerdote, pero sí el titular del salón en el que Humberto estudiaba.
Pese a que Eduardo Córdova se mostraba como un profesor más que se ganaba la confianza de los alumnos, un día tocó sin su consentimiento a Humberto, luego de que tras un incidente con unas persianas del salón Córdova mandara al adolescente a la dirección por un reporte y posteriormente a un cuarto donde el maestro guardaba material deportivo y religioso.
“Me dice Córdova ‘vete a mi oficinita donde tengo los balones y léete este libro’, era un libro chiquito que tenía que ver con cosas religiosas. Cerró la puerta (de la oficina), después llegó, se sentó frente a mí, me empezó a preguntar cosas como ‘¿por qué lo hiciste?’. Me empezó a hacer preguntas un poco más atrevidas de alguna forma, hasta que me preguntó si yo me masturbaba, entonces yo le dije que no y me dijo ‘no digas mentiras, lo vamos a comprobar’”, comentó.
Tras estas palabras y tocamientos en zonas no íntimas, a Humberto le pareció extraño el comportamiento del profesor; sin embargo, al hablar con otros compañeros se dio cuenta de que era algo que solía hacer con algunos menores. Ante el descubrimiento, tanto él como sus compañeros notificaron a sus padres y al día siguiente del incidente, Córdova Bautista había sido despedido del Instituto Potosino Marista.
Aunque Humberto no volvió a tener contacto directo con quien fue su profesor, años más tarde Eduardo Bautista Córdova ya como sacerdote, comenzó a ser más reconocido, en la sociedad potosina era frecuentemente contratado para celebraciones religiosas de las más prestigiadas familias del estado y la clase política, desde bautizos, bodas, primeras comuniones; se mantuvo inmerso en grupos religiosos juveniles, además de adentrarse en el ambiente político y convertirse en el apoderado legal de la Arquidiócesis potosina.
Al igual que la fama, los actos de tocamientos, agresiones y violencia sexual contra adolescentes que cometía Córdova Bautista comenzaron a hacerse conocidos; sin embargo, lo que detonó que las víctimas comenzaran a organizarse para proceder en contra del padre fue el caso de un menor de 12 años, al que Eduardo Córdova violó durante un viaje escolar.
“Su manera de hacerlo era dándoles la confianza de ‘soy tu maestro, estoy ayudando a que aprendas cosas’, y de alguna manera se nos hace muy ventajoso el aprovecharte de la envestidura de sacerdote para abusar de algún niño. Porque tú volteas a ver a tu maestro o al sacerdote y lo ves para arriba cuando eres un niño”, agregó Abaroa.
Entre las denuncias y testimonios de las víctimas destaca el modus operandi en la que Córdova actuaba: aprovechaba la cercanía y confianza de jóvenes y adolescentes, usaba como anzuelo lo que llamaba la “confesión alternativa”, en la que les pedía desvestirse, les daba masaje, los tocaba, a algunos otros también les ofrecía pastillas para después abusar de ellos. Convencido de que era “intocable”, sus delitos los trasladó a cualquier espacio, colegios, iglesias, casa parroquial, la acción católica, viajes escolares y hoteles durante sus estancias como representante de la arquidiócesis a donde pedía llevar un “asistente”.
La denuncia
En mayo del 2014 el Arzobispado potosino, la periodista San Juana Martínez, el exsacerdote Alberto Athié y víctimas del sacerdote tanto recientes como de muchos años atrás, como Abaroa, encabezaron una serie de denuncias colectivas penales y ante medios de comunicación en contra de Eduardo Córdova Bautista.
“Decidimos participar, apoyamos el movimiento que se armó en aquel entonces de hablar y dar nuestro testimonio de lo que había pasado, de cómo comenzó el comportamiento de Eduardo. Apoyando a los recién afectados para que ellos sí denunciaran”, explicó Humberto.
Para él, el hecho que sí se pudiera alzar la voz contra los delitos sexuales de Córdova Bautista representaba que la sociedad se diera cuenta de la problemática, se atreviera a denunciar cualquier caso de abuso o agresión sexual y sobre todo el entonces padre dejara de cometer los delitos sexuales contra adolescentes.
“Mucha gente después me decía ‘¿por qué te exhibiste?, ¿por qué hablaste?, ¿por qué saliste en el periódico si no tienes ninguna necesidad?’ y pues yo les decía por tus hijos y por los míos, para que no vaya a seguir pasando algo de este tipo. Lo que hace falta es que todo el mundo denuncie este tipo de actos, porque luego da miedo”, destacó.
Tras las denuncias públicas, fue hasta el 26 de mayo de ese mismo año cuando El Vaticano dio de baja definitivamente de la Iglesia católica a Córdova Bautista.
Fue hasta el 2016, dos años después de que se presentaron las denuncias, cuando la Policía Internacional (Interpol) emitió una ficha de búsqueda por los delitos Privación ilegal de la libertad, abuso sexual calificado, corrupción de personas menores de 18 años de edad o de personas que no tienen capacidad para comprender el significado del hecho o de personas que no tienen la capacidad de resistirlo, así como por violación equiparada.
Humberto y sus amistades de la secundaria que también fueron víctimas de Córdova Bautista, en la espera de justicia mantienen la esperanza de que “en donde quiera que este no pueda seguir cometiendo ese tipo de delitos sexuales, pues no es gripa, un comportamiento así no se va a quitar…lo que nos preocupa es que en algún otro lado este haciendo lo mismo”.
Con información de: El Universal