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Opinión

Ver para pensar: La fuga del Rey

En alguna parte de su Política, Aristóteles le advierte a sus estudiantes que es muy común confundir la administración de la casa con la de una ciudad, recordándonos que hay muchas é importantes diferencias –empezando por la dimensión del problema. Pese a ello, la advertencia del Estagirita sigue siendo válida. Apenas en 1996, en su rola “Es mentira”, Joaquín Sabina nos cantaba que: “—(Es mentira que) los Reyes son los padres”. Él y Charly García grabaron juntos la versión clásica para el album Yo, mi, me, contigo de 1996. (Liga 1.) ¿Los reyes, son ó no son los padres de sus pueblos?

Hoy quiero reseñar para tí, lectora, una película-documental dirigida por Arnaud Sélignac en 2009 acerca de la famosa Noche de Varennes –que corrió del 20 al 21 de Junio de 1791. No se trata de la famosa película de 1982, dirigida por Ettore Scola y que lleva ese nombre, y en la cual el papel central no son los reyes, sino un Casanova viejo. (Esa kino-reseña sigue en mi tintero electrónico.)

La película de Sélignac fue producida para la TV por France Télévisions (la gran compañía de medios públicos francesa); tiene un guión de Emmanuel Bézier; y es parte de una serie titulada Ce jour là, tout a changé (“El día en que todo cambió”). El título original es L’Évasion de Louis XVI (“El escape de Luis XVI”). Puedes verla en YouTube gracias a “imineo Documentaires” que la subió el 14 de Marzo de 2023 (Liga 2). Está en Francés pero puedes activar la traducción automática de los subtítulos al Castellano. Bastante buena, salvo que ha traducido sujets como “temas” y no como súbditos… es decir, que en lo automático no hay politólogos.

La serie juega con una duda: qué habría ocurrido si los eventos de un día crucial en la Historia hubiesen resultado de modo distinto. Es un ejercicio válido é interesante que nos permite calibrar el peso relativo de la personalidad concreta de un actor individual de la Historia (en este caso Luis XVI) frente a la circunstancia compleja que le rodeaba.

Dije que en la traducción automática de los subtítulos en YouTube no había politólogos porque, en las sociedades humanas, algunas cosas que parecen “automáticas” ó “naturales” se reproducen así nomás, sin que les hagamos la mínima crítica. Por eso es que Sabina puede jugar con la mentira doble de que “—(Es mentira que) los Reyes son los padres”. En la España de 2023, nadie en su sano juicio creería en la paternidad efectiva de los Reyes; pero la realidad legal es que los delitos que un “súbdito” puede cometer en contra de Sus Majestades Católicas siguen vigentes y son muy efectivos.

Al final de la película de Sélignac, ya descubierta la verdadera identidad de los viajeros detenidos en Varennes, el Rey le reclama al capitán Bayón, oficial del Séptimo Batallón de la Guardia Nacional, quien le trajo la orden de la Asamblea Nacional de regresar a París. El Rey reprocha a Bayón que le acusen de desear la muerte de sus súbditos. El capitán responde que ya no hay súbditos, sino ciudadanos. El Rey comenta melancólico: “—Si ya no hay súbditos, entonces ya no hay Rey en Francia.”

Exactamente. El problema trágico del incidente Varennes reside en esa transformación de la vida social francesa. No ocurrió la Noche de Varennes, sino que se manifestó allí. Y la película de Sélignac la retrata bien. En Francia dejó de haber súbditos y éstos fueron substituidos por ciudadanas y ciudadanos. Una vez que eso ocurrió, la idea misma de la monarquía tradicional dejó de tener sustento. En realidad, nada de lo que hubiese hecho ó dejado de hacer Luis Capeto en aquélla noche trágica habría cambiado el resultado final de todos los hechos complejos que llevaron a ella. En la Francia de 1791, mucho antes del 21 de Junio, ya no había Rey. Quien gobernaba era la ciudadanía a través de la Asamblea Nacional.

Si vuelves a mirar la película de Sélignac con ese lente, lectora, encontrarás que todos los defectos del guión de Bézier nacen de omitir esa realidad: antes de la noche de Varennes, ya existía una ciudadanía. De hecho, la narración de Bézier se hace en primera persona. Es Luis Capeto quien cuenta los incidentes. Lo interpreta Antoine Gouy (n.1980) y la audiencia puede escucharlo no sólo cuando habla con otros personajes, sino en sus reflexiones personales.

Las primeras tres escenas nos describen visualmente la vida cotidiana de los monarcas franceses en ese segundo año de la Revolución. Viven en el palacio de las Tullerías –que era la residencia personal de los reyes dentro de la ciudad de París pero que no había sido utilizada permanentemente desde los tiempos de Luis XIV, casi un siglo antes. El rey sigue siendo tratado como monarca y las ceremonias tradicionales para acostarlo en la noche y levantarlo por la mañana se siguen realizando. Pero ahora es el comandante de la Guardia Nacional (La Fayette) y el alcalde de París (Bailly) quienes las encabezan. Luis XVI/Gouy nos dice: “—¡Salir de esta prisión, al fin! Y sin embargo, tengo temor. ¿Qué nos harán si nos descubren? No me atrevo a pensarlo.”

Luis XVI/Gouy le pregunta al general La Fayette y al alcalde si la Asamblea le autorizaría a pasar el verano en Saint-Cloud –otro palacio real, a sólo 12 Km de París– y el general le dice que no cree que le sea aprobada la propuesta. Luis XVI/Gouy nos dice: “—Soy un Rey sin poder en medio de una Corte fantasma. La Asamblea Nacional ha tomado mi lugar.” Correcto.

El guión de Bézier nos aporta la opinión del monarca sobre La Fayette: “—¡Pensar que fui yo quien hizo la fama de este pequeño marqués, enviándolo a combatir en América!” Y el narrador del documental nos dice que, a sus 36 años, el rey no era “un personaje pesado y bondadoso sino un hombre instruido y cultivado quien, aunque la decisión de escapar era riesgosa, él la había tomado luego de reflexionarla bien”.

La maldición de los actores políticos es que reflexionan y juzgan solamente con los insumos que su cultura política les ha dado. Casi nadie se atreve a pensar la realidad política fuera de los parámetros ya conocidos. Por eso es que las épocas de transición son también tiempos de gran incertidumbre. Nosotros, cuando vemos escenificarse la Noche de Varennes, no sólo sabemos cómo terminaron los hechos –sino que sabemos cómo habían cambiado las mentalidades. El Luis XVI/Gouy de esta película no ha entendido el fondo de la situación. Sabe que la Asamblea Nacional le ha sustituido pero cree que ello sucedió sólo por la ambición de gente menor –como el “pequeño marqués” de La Fayette. (Si este modo de pensar te parece similar al de la Derecha mexicana de hoy, que evalúa todo alrededor de la “mediocridad” de AMLO, tienes toda la razón, querida lectora.)

Casi dos años antes, en Octubre de 1789, una muchedumbre armada de parisinos había marchado a Versalles exigiendo pan y habían obligado a la pareja real (y a la Asamblea Nacional) a trasladarse a París. En el relato romántico, aquéllas jornadas de Octubre 1789 nos muestran a agentes provocadores disfrazados de mujeres que exigían comida y asaltaron Versalles para asesinar a la indefensa Reina. (En la realidad, había hambre en París y las mujeres pobres se movilizaron para conseguir suministros en Versalles.)

En el relato romántico se omite que la Asamblea Nacional (en Versalles) llevaba meses debatiendo una Declaración de Derechos del Hombre y una Constitución –y que el Rey se había negado a aceptar los textos aprobados. Los románticos también omiten decir que Versalles estaba a 20 kilómetros de la capital y que los diputados monárquicos habían propuesto que la Asamblea Nacional se trasladase a Tours: —¡A 220 kilómetros! Era evidente que los realistas pretendían alejar al Rey del París revolucionario y controlar la Asamblea Nacional en las provincias. Llevar al Rey y a la Asamblea Nacional a París evitaba que el país cayera en la guerra civil. Aparte, los realistas no tenían fuerza armada segura en ese momento. La Guardia Nacional, formada al calor de la Revolución, estaba de parte de la muchedumbre de París y el Rey no había convocado aún a tropas leales.

Pero el golpe popular de las jornadas de Octubre de 1789 no bastó. Luis Capeto siguió boicoteando la aprobación de la Constitución. Es en medio de ese debate que el Rey trató de huir. Pero entre aquéllas jornadas de Octubre y la Noche de Varennes otros actores habían aprendido. La muchedumbre de París se había informado mejor. Las noticias corrían libremente. Las mujeres y hombres de toda Francia estaban al tanto de lo que ocurría. Peor: sabían que los ejércitos realistas de los otros Estados Europeos se estaban reuniendo en las fronteras para apoyar al Rey Capeto.

La película de Sélignac está bien realizada, pero es parte de la leyenda romántica dorada (y rosa) del “Buen Rey” Luis Capeto que “realmente deseaba el bien de su Pueblo”. El guión de Bézier omite que esa benevolencia era más bien la ingenuidad de un opresor incapaz de reconocer la opresión que le beneficiaba. Esto, pese a que la sociedad civil francesa y la opinión pública le dijesen otra cosa.

Por eso te conté primero la escena final, lectora. Si Luis XVI era como el guión de Bézier afirma, el problema de la fuga no fue el haber sido mal planeada ni el tener mala suerte. Era la ignorancia del Rey respecto de cómo sus súbditos se habían convertido en ciudadanos. Si a eso se agrega que había Ejércitos extranjeros al otro lado de la frontera, la huida sólo confirmó las sospechas de la ciudadanía más radical de que el Rey pretendía derrotar a la Revolución en el campo de batalla.

Uno no puede escaparse de su Pueblo.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=v_6hzFIJ9RU

Liga 2:
https://www.youtube.com/watch?v=1csTf2kH-VI&t=4208s

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