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Opinión

Ver para pensar: Andrew Jackson en el cine (à-la-Mel Gibson).

Federico Anaya Gallardo

En las películas El Bucanero de Cecil B. DeMille de 1938 y 1958, al general Andrew Jackson lo llama Andy un personaje secundario y simpático, llamado “Mr. Peavey”. Se trata de Ezra Peavey –un miliciano fronterizo vestido con pieles, con mocasines y gorra de castor ó mapache. À-la-Daniel Boone, diríamos en mi generación. (Para que me entiendas, lectora, mira el capítulo “Fuerte West Point” de la serie Daniel Boone de la NBC, cuyos 160 capítulos se transmitieron entre 1964 y 1970, en la Liga 1 –en el cual, aparte, se habla de la permanente presencia británica entre los Apalaches y el Mississippi alrededor de 1800.)

Volvamos a Mr. Peavey. Se trata del Ayuda de Campo de Jackson. En la versión de 1938 de El Bucanero lo interpreta Walter Brennan (1894-1974) y en la de 1958 Henry Hull (1890-1977). Ambos nos muestran a un “hillbilly”, un campesino pobre de los “backwoods” (el bosque profundo, pobre y salvaje). Peavey se la pasa persiguiendo a Andy para que se tome su pastilla (1938) ó su leche (1958). El general miliciano Jackson tenía achaques desde joven porque llevaba un par de balas alojadas en el pecho –resultado de heridas en duelo. ¿La pastilla de la versión 1938 es láudano (opio)? Tal vez por eso se convierte en inocente lechita en 1958. (Hay que revisar la novela de Lyle Saxon.) Como sea, Peavey es el confidente popular, hombre de confianza siempre leal que le reporta al general todo lo que pasa entre la tropa y en la sociedad.

“Andy” Jackson, ó El Viejo Halcón (Old Hawk) ó El Viejo Nogal (Old Hickory) como le decían sus seguidores en los bosques húmedos del Tennessee fronterizo de aquéllos tiempos lejanos, había nacido en los indefinidos límites entre las dos Carolinas, en una región llamada “Los Waxhaws”. Por décadas, dos poblados en la raya entre las dos Carolinas se disputaban el lugar de nacimiento. Cada año, el pueblo cuya preparatoria ganase un partido de Fútbol Americano podía presumir a Jackson como su hijo predilecto… hasta el año siguiente. Esto te da una idea, querida lectora, de la longeva popularidad de Old Hickory.

Cuando nació nuestro personaje, Su Graciosa Majestad Británica aún gobernaba sobre sus colonos. De hecho, sus padres acababan de inmigrar. Eran Andrew Jackson y Elizabeth Hutchinson, una pareja de presbiterianos escoceses, muy pobres, provenientes de Irlanda. Cruzaron el océano con dos hijos, Hugh (de 2 años) y Robert (de 1 año). Eran colonos marginales. En la región adonde procrearon a su tercer niño tenían parientes. El padre murió en 1767 en un accidente. Tres semanas después nació el benjamín. Lo único que Andrew conoció de su padre fue su nombre pila.

A Elizabeth la apoyaron sus hermanos, pero diez años después, la guerra de independencia cobró la vida de casi todos los Jackson. En 1779, durante la batalla de Stono Ferry cerca de Charleston en la Carolina del Sur, Hugh (16 años) murió de un golpe de calor. Robert (15 años) y Andrew (13 años) fueron capturados por los británicos. Pasarían dos años en manos de los realistas, hasta 1781. Los tres muchachos servían a las tropas milicianas rebeldes como correos –pero también combatiendo. El tipo de guerra en que estaban metidos esos adolescentes lo puedes ver en la película El Patriota de Roland Emmerich (2000) –que está disponible en la plataforma de Amazon Prime.

¡Pero pongamos atención! En el filme de Emmerich, el personaje central es Benjamin Martin (interpretado por Mel Gibson). Martin es un agricultor próspero que se sienta como diputado en la asamblea de Carolina del Sur. Cuando se convoca a sesiones en Charleston, viaja desde su finca al puerto con sus cinco hijos y dos hijas. Van en dos carrozas y llevan cuatro caballos y dos sirvientes negros. En el puerto, se alojan en la casa señorial de una tía –propietaria de otra plantación. Martin es veterano de la guerra contra los franceses y los indios (lo que en Europa se llamó Guerra de los Siete Años) y tenía el grado de capitán de milicias. No quiere ir a la guerra, pero la represión británica desata su sed de venganza. Emmerich se ha inventado una especie de pequeño terrateniente bondadoso con un pasado salvaje que descubre su vocación de patriota al ver morir a dos de sus hijos.

Los hermanos Hugh, Robert y Andrew Jackson de la historia real están mejor retratados por los granjeros pobres en los límites de las Carolinas que el capitán Martin de la película de Emmerich recluta para formar su milicia. Padres y abuelos son soldados veteranos de las guerras indias, jugadores, borrachos y depredadores sociales. Sus hijos son adolescentes que siguen a sus mayores. Todos están entusiasmados con la oportunidad de saquear las propiedades de los carolinios leales al Rey.

La insurgencia estadounidense en las Carolinas fue muy violenta. En esto, la película de Emmerich es exacta. Sin embargo, el director concentra el dolor en los agravios cometidos por el coronel Banastre Tarleton, El Dragón Verde –uno de los más crueles jefes realistas. En El Patriota se le llama William Tavington y es interpretado por Jason Isaacs (luego famoso por su Zhukov en La Muerte de Stalin de Iannucci, 2017). No fue una mala idea cambiar el nombre, porque Emmerich necesitaba matar al “malo” al final de la peli. Pese a eso, yo creo que debió dejar a Tarleton con su nombre original –y sobreviviendo como ocurrió en la realidad. Tú puedes ver a ese monstruo histórico en otro filme, lectora: Amazing Grace de Apted (2006) donde el coronel Tarleton es retratado en su siguiente papel histórico: encabezando el grupo parlamentario esclavista en Londres. (Los Malos de Malolandia existen y no se mueren fácilmente.)

Aparte, el Tarleton/Tavington/Isaacs de El Patriota se ensaña especialmente con familias bien establecidas. Primero asesina al quinceañero Thomas Martin (interpretado por Gregory Smith) y al final causa la muerte de su hermano primogénito, Gabriel Martin (interpretado por Heath Ledger). En medio, El Dragón Verde ejecuta a la mujer y al hijo pequeño de John Billings (interpretado por Leon Rippy) abandonando sus cuerpos entre los restos humeantes de su granjita. También encierra a hombres, mujeres, niños y ancianos de un pueblo en la Iglesia y le prende fuego (una atrocidad como las que cometieron los ejércitos centroamericanos contra la población civil durante las recientes revoluciones de Guatemala y El Salvador). En esa masacre morirá la bella y bien nacida mujer de Gabriel, Anne Howard (interpretada por Lisa Brenner).

Los hermanos Jackson eran gente humilde, más cercana al Billings de Emmerich que a los Martin ó a los Howard. Los tres Jackson adolescentes sirvieron como correos para la guerrilla carolinia. Ninguno tuvo una muerte heroica. Hugh, el mayor, cayó enfermo y murió por el calor abrasador –acaso antes de la batalla. Elizabeth tardó casi dos años en rescatar a sus dos hijos menores de las sucias mazmorras británicas en la Charleston ocupada. Probablemente no tenía modo de pagar la multa. Al salir, ambos se habían contagiado de viruela. Robert murió poco después. Andrew sobrevivió pero su madre se contagió de cólera en el puerto y también murió. Andrew tenía quince años y había quedado marcado por el dolor, la viruela y por el maltrato de sus carceleros. (Y de acuerdo a la leyenda por el sable de un oficial que lo tasajeó por responderle de mala manera.)

Al final de El Patriota vemos como las cosas regresan a la normalidad. Si bien el idealista de la Familia Martin (Gabriel/ Ledger) y su mujer (Anne/Brenner) habían muerto, el patriarca (Benjamin/Gibson) ha sobrevivido. Él y sus otros cinco hijos se dirigen a casa y encuentran que los viejos milicianos-guerrilleros están reconstruyéndola. El africano Occam (interpretado por Jay Arlen Jones) le explica al héroe-patriota: “—Gabriel dijo que si ganábamos la guerra, podríamos construir un mundo todo nuevo. Se nos ocurrió que empezaríamos justo aquí con su casa.” Benjamín Martin, propietario y diputado provincial responde al negro liberado por haber combatido más de seis meses: “—Suena bien, gracias”.

Este es el peor aspecto de la película de Emmerich: edulcora la esclavitud. Occam se libera por el servicio de las armas; los Martin son –¡por supuesto!– buenos amos; el guerrillero negro se hace camarada de los guerrilleros blancos… pero la esclavitud continúa y continuaría hasta que una guerra revolucionaria la aboliera casi un siglo más tarde. Un político exitoso de las Carolinas podía tener hasta 600 esclavos. ¿Cuántos tenía Martin/Gibson? Emmerich –tan detallista en otras cosas– no dice nada… Sólo vemos que la casa señorial de los Martin fue reconstruida con trabajo voluntario.

Andy Jackson no tuvo tanta suerte como los Martin. Él no tenía propiedad raíz ninguna. Y al inicio ningún esclavo. (De grande llegó a poseer 150 en Tennessee, una cantidad modesta comparada con la de otros terratenientes en Virginia y las Carolinas.) Para sobrevivir, Jackson adolescente debió dedicarse a diversos oficios en su pueblo y finalmente, se enroló como aprendiz de un abogado –hasta que el Estado de Carolina del Norte le autorizó a ejercer el Derecho por su propia cuenta. Un abogado huizachero, diríamos en México. Prosperó en la frontera occidental de su Estado en medio de juegos de baraja, carreras de caballos y palenques. (Se dice que un día recibió una herencia pero que en pocos meses la había dilapidado en francachelas.) El joven Jackson se hizo fama de pendenciero y de cruel duelista.

Para asegurar mejor fortuna, Andy emigró a los 21 años al Distrito Oeste de su Estado y allí escandalizó a todos robándose a Rachel Donaldson, hija del coronel virginiano que había fundado Nashville. Rachel estaba casada con el capitán kentuckiano Lewis Robards. Andy y Rachel escaparon en 1788 al puesto militar mexicano-español de Natchez, a orillas del Mississippi. ¿Se casaron allí? ¿Engañaron al cura católico diciendo que se convertían? (La corona española había abierto la posibilidad de aceptar colonos angloamericanos en la Luisiana si estos abandonaban sus herejías protestantes.)

Cuando se enteraron que el capitán Robards buscaría el divorcio, los tórtolos (no es burla, se amaron tiernamente por 40 años) regresaron a Tennessee. El divorcio Robards-Donaldson fue el primero realizado en Kentucky. (Aunque parezca extraño, la Legislatura estadual debía autorizar la disolución del matrimonio.) Problema: Andy y Rachel se habían casado dos años antes de que se formalizara el divorcio. La buena sociedad estadounidense nunca le perdonó a Jackson ser un adúltero… y este tema ha seguido siendo parte fuerte de su leyenda… como te contaré la semana entrante, querida lectora.

Liga usada en este texto:

Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=-RLoMmqTCVM

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