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Opinión

Ver para Pensar: Toda buena historia es colectiva

Federico Anaya Gallardo

Hace poco más de dos años en este espacio, querida lectora, te conté de un par de obras del director italiano Luigi Comencini (1916-2007). Primero, te platiqué de El Incomprendido, la vida con el hijo (Incompreso, vita col figlio), estrenada en 1966. (Liga 1.) Luego reseñé Cuore (Corazón), estrenada dos décadas más tarde, en 1984. (Liga 2.) La filmografía italiana se ha ocupado de modo recurrente de la niñez. Este es un tema en sí mismo; del que ya te platicaré en otra ocasión. Hoy quiero dedicar esta kino-reseña a una obra de Cristina, la segunda de las cuatro hijas de Comencini (n.1956). Se trata de su última película, de 2024, Il treno dei bambini (El tren de los niños). Fue producida por Palomar y distribuida por Netflix –en cuyo sitio de streaming puedes verla.

Las cuatro hijas de Luigi Comencini se dedicaron a la cinematografía –aunque dos de ellas regresaron a ella luego de un periplo: La mayor, Paola, estudió Arquitectura, pero se desarrolló como escenógrafa. La segunda, Cristina, estudió Economía Política con el keynesiano Federico Caffè en Roma (La Sapienza). Eleonora y Francesca, la más joven, no dudaron. Una es productora y la otra directora. En todo esto, sigo una entrevista realizada con Cristina en 2005 por la editorial milanesa Feltrinelli. (Liga 3.)

Lo que no te conté hace dos años, lectora, es que los Comencini llevan al menos dos generaciones comprometidos con la Izquierda italiana. Luigi Comencini escribía en 1945 para Avanti! , el periódico del Partido Socialista Italiano fundado en 1896; que fue dirigido en 1916 por Antonio Gramsci; que fue perseguido por Mussolini; y que desde 1943 se publicó en el sur de aquél país por el Comité de Liberación Nacional italiano. En una escena de Roma, Ciudad Abierta (Roma, Città Aperta) de Roberto Rosselini (1945) el director de la Gestapo en Roma analiza las publicaciones de la resistencia y aparece entre ellas la foja de Avanti! (Uno de los héroes de esa película trabaja en una editorial clandestina.) Cine y Revolución están íntimamente ligados en aquél país. La entrevista con Cristina Comencini se titula, precisamente “Comencini: noi di Lotta Continua facevamo la rivoluzione al cinema” (“Comencini: nosotros en Lotta Continua hicimos la revolución en el cine”).

La editorial Feltrinelli que entrevistó a Cristina Comencini en 2005 nació en 1954 de la Cooperativa del Libro Popolare, fundada en 1949 por el Partido Comunista Italiano. Hace dos décadas, Cristina explicaba a Feltrinelli que ella y Paola se habían formado alrededor del movimiento universitario Lotta Continua (que en Castellano de México sería mejor traducir como La Lucha Sigue y Sigue)… de finales de los 1960s, el 68 italiano. Las hijas de Luigi jalaron al movimiento incluso a su abuela (la madre de Luigi), María Magdalena Mimi Hoefti –una valdense suiza. (Los valdenses son un movimiento herético del siglo XII, que preconiza la pobreza como camino de salvación. Se unieron a la reforma protestante desde el siglo XVI.) La abuela Mimi se unió al movimiento y era conocida como Mimì la rossa (La Roja Mimi).

¿Qué dirían de esto mis políticamente pudorosos amigos católicos del CUM? Una abuela hereje, un padre socialista, una nieta radical. Para acabarla de atrasar, la madre de las Comencini, Julia, era una aristócrata traidora de clase : pese a descender de los barones sicilianos Grifeo di Partanna (nobleza vieja, del siglo XI) optó por los rojos y la república. Todos estos detalles nos indican la profundidad compleja del compromiso familiar con la liberación humana.

En mi kino-reseña sobre El Incomprendido de 1966 te decía, lectora, que Luigi Comencini modifica la novela original sacando a su niño problemático de la mansión de su padre (el embajador británico en Florencia) y lo hace vagar por la ciudad de Maquiavelo. De este modo, Comencini ofrece la tragedia vital del muchacho a los ojos de todas las personas adultas. En sus vagabundeos florentinos, vemos cómo la soledad angustiada del chico pudo ser resuelta mejor por la joven dueña de la planchaduría, el anciano relojero, é incluso por el secretario del consulado. Pero ninguno de esos personajes populares podía salvar al niño de su encierro de clase. Y el muchacho morirá sin que su padre le entienda.

En su adaptación de 1984 de Corazón para la TV italiana, Luigi Comencini nos muestra los resultados grotescos y trágicos de la educación liberal cuando el aparato del Estado queda en manos de una burguesía egoísta y ciega. Los hijos educados para la libertad en las escuelas públicas que defendía De Amici (el novelista original) terminaron masacrados en la guerra imperialista. Comencini nos muestra al héroe infantil de De Amicis (Enrico Bottini) convertido en un teniente a punto de rebelarse contra la irracionalidad de la guerra. Su experiencia lo hace confrontar a su padre, poderoso ingeniero turinés y refugiarse en el destartalado departamento de su viejo profesor de primaria (Perboni). Comencini nos muestra el último servicio filial de Perboni, quien obliga a Enrico a regresar a casa y reconciliarse con su familia. Después de todo, aún ha de regresar al sangriento frente. Más tarde, Perboni acompaña al teniente a la estación de tren. Cuando el convoy arranca, el viejo maestro le confiesa al exalumno que él siempre había sido socialista.

La cinematografía revolucionaria italiana insiste mucho en esta paradójica reconciliación final de las clases en guerra social. En el Novecento de Bernardo Bertolucci (1976) toda la historia de la revolución campesina italiana en el siglo XX es contada a través de la difícil y siempre explosiva amistad inter-clasista entre el nieto del campesino (Olmo Dalcò, interpretado por Depardieu) y el nieto del terrateniente (Alfredo Berlinghieri, interpretado por de Niro). El malo-perverso de esa historia es el fascista Attila (interpretado por Donald Sutherland). Notemos el mensaje en el último nombre, lectora: los fascistas son una especie de “bárbaro extraño” a una civilización italiana que desde los días de la vieja república romana incluía a los opuestos sociales –aunque NO los reconcilie. El nombre oficial de aquélla Roma era SPQR (Senatus Populus Que Romanum, Senado y Pueblo Romanos).

Todo lo anterior espero que te ayude a apreciar aún más la última película de Cristina Comencini. No sólo es un filme bien narrado, bien fotografiado, bien actuado, y bien musicalizado. Su mensaje es complejo y profundo.

La ambientación de El tren de los niños nos lleva a la Italia de la inmediata posguerra. Es el año del hambre, 1945. El niño Amerigo Speranza (interpretado por Christian Cerbone) vive en una vecindad de Nápoles, en el Barrio Español. El padre ausente está, supuestamente, en los Estados Unidos de América. La madre (Antonietta Speranza, interpretada por Serena Rossi) sobrevive como puede, vendiendo tabaco recogido de colillas. Recurrentemente es víctima de los padrotes y los violentos del barrio. La infancia de Amerigo no es peor que la de sus vecinos. El hambre ronda en las callejuelas llenas de basura y aguas negras. En un momento, Amerigo y su amigo Tommasino capturan tres ratas, las pintan de blanco con betún que les consigue Mariucca, la hija del zapatero y las venden para que las mujeres usen la piel. Llueve, las ratas se despintan y una mujer que había comprado una llama a la policía. El amante de turno de Antonietta dispersa a la gente, gritando: “—¡No queremos policía aquí!” Un mundo de miseria y Estado ausente.

El Partido Comunista Italiano ofrece a las familias más pobres mandar a uno de sus hijos ó hijas al norte de Italia, adonde familias voluntarias les recibirán durante un año para vestirles, alimentarles y llevarlos a la escuela. Se trataba de rescatar a parte de la población infantil y proveerles de elementos para sobrevivir. De acuerdo a la reseña de Marta Sierra para Infobae España (Liga 4) el programa se llamaba “Trenes de la Felicidad”. Sierra nos explica que “en estos hogares temporales, los niños y niñas que no conocían otra realidad que la escasez de alimentos, la pobreza y los estragos del conflicto bélico pudieron encontrarse con nuevas realidades que les permitieron mejorar considerablemente su calidad de vida” –aunque “separándolos de sus familias”.

El guion de la película sigue la novela del mismo nombre publicada en 2019 por la napolitana Viola Ardone (n.1974). Ardone se forjó como maestra normalista y profesora de secundaria. Participó por siete años en un taller de escritura para los adolescentes del Instituto penal para menores de la isla de Nísida, cercana a Nápoles. En esto, sigo la entrevista que dio la novelista a Pier Luigi Razzano del diario La Repubblica de Roma (Liga 5). Puedes ver que la asociación de Comencini con Ardone tiene mucho sentido. La novelista colaboró en el guión con Furio Andreotti, Giulia Calenda, Camille Duguay y la propia Comencini.

Cuando Antonietta decide inscribir a Amerigo en el programa comunista las vecinas más mochas se oponen. Es “obvio” que los secuestrarán y enviarán “a Rusia” como comida. Un par de monjas trata de disuadir a las mamás. En esta circunstancia, las y los chicos llegan aterrados al tren. Todas y todos temen que los metan “al horno” y se los coman los rojos. Una de las partisanas detiene la huida y les recuerda a las madres cómo ella y sus camaradas dieron sangre y vidas por la liberación. Finalmente el tren sale de Nápoles.

En Módena, los niños refugiados son repartidos entre las familias comunistas solidarias. Amerigo se queda con una sindicalista soltera llamada Derna (interpretada por Barbara Ronchi). En realidad, es la viuda no-casada de un guerrillero ejecutado por los nazifascistas. La familia de Derna es de verdaderos creyentes. Su hermano carpintero ha bautizado a sus tres hijos como Rivo (el mayor), Luzio (el de enmedio) y Nario (el tercero). Juntos son Rivoluzionario. Si toda buena historia es colectiva, las mejores siembran la utopía hasta en los nombres de los personajes.

La película sigue aquí el camino trillado pero siempre interesante de la bildungsroman. Amerigo y sus amigos de Nápoles deberán adaptarse a los modos extraños de los norteños –quienes, por cierto, son también campesinos y proletarios aunque un poco menos pobres que los sureños. Vencerán la discriminación en contra de su dialecto napolitano. A todos les ayudará el discurso solidario y la praxis colectiva de los comunistas. Finalmente, se encontrarán conque muchos tienen dos familias, una al norte y otra al sur.

Pero la película aborda otro tema. Al final del año en el norte, la madre biológica de Amerigo le recibe de mala manera en su pobre casa de Nápoles. Ella no tiene esperanza de futuro. Pese a que la familia de Módena descubrió el talento del chico para tocar el violín –ella empeña el instrumento que le hizo el tío carpintero y manda al muchacho a aprender el oficio de zapatero. Una vecina le explica a Amerigo: “—A tu madre siempre la maltrataron y nunca aprendió a tratar bien”.

Tener dos madres duplica siempre los problemas. Ese tipo de predicamentos no se resuelve tan fácilmente como el hambre italiana de 1945.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

Liga 3:

https://www.feltrinellieditore.it/news/2005/06/17/comencini-noi-di-lotta-continua-facevamo-la-rivoluzione-al-cinema-5001/

Liga 4:

https://www.infobae.com/espana/cultura/2024/12/17/la-historia-en-la-que-se-basa-el-el-tren-de-los-ninos-pelicula-que-triunfa-en-netflix-asi-era-el-tren-de-la-felicidad-tras-la-segunda-guerra-mundial/

Liga 5:

https://napoli.repubblica.it/cronaca/2018/12/15/news/viola_ardone_la_mia_infanzia_tra_arenella_e_sanita_e_la_mia_vocazione_tra_scrittura_e_insegnamento_-214365311/

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