China dio luz verde a un medicamento a base de bilis de oso para tratar a pacientes víctimas de la Covid-19, avivando la controversia sobre los plantígrados criados con este objetivo.
Desde hace tiempo, asociaciones ecologistas denuncian el destino que se reserva en China a miles de osos, inmovilizados en estrechas jaulas, donde su abdomen es perforado por un catéter unido a su vesícula para extraer así bilis.
La bilis es vendida por las cualidades terapéuticas que se le atribuyen en la medicina tradicional. Supuestamente ayuda a regular el colesterol o a disolver cálculos biliares y renales.
Pero esta sustancia, cuya eficacia es controvertida, está ahora incluida en las recomendaciones médicas agregadas por Pekín al arsenal de lucha contra el nuevo coronavirus.
El ministerio chino de Salud recomendó el mes pasado una inyección llamada Tan Re Qing, compuesta de bilis de oso, pero también de polvo de cuerno de cabra y de extractos de plantas, para los pacientes gravemente afectados.
El régimen del presidente Xi Jinping, que alienta la fibra nacionalista, elogia desde hace años las virtudes de la farmacopea tradicional frente a la medicina occidental, y en este caso muy especialmente en el marco de la lucha contra la Covid-19.
El Tan Re Qing está indicado para el tratamiento de enfermedades respiratorias, en especial la neumonía, según su fabricante el laboratorio Kaibao de Shanghai.
Pero para la asociación Animals Asia Foundation (AAF), recurrir a las bilis contra la epidemia es a la vez “trágico y contradictorio”, pues China acaba de prohibir el comercio de animales salvajes con fines alimentarios, como reacción a la aparición del virus.
Éste fue detectado a fines de 2019 en un mercado de Wuhan (centro), donde se comercializaban especies salvajes.
AFP.