La protesta de estudiantes de la Facultad de Sicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí podría destapar una caja de Pandora… o bien, dar visibilidad a un problema grave que pueda detonar una solución, absolutamente urgente. La petición es clara y contundente: “exigimos educación de calidad”
Aunque tal como se advierte para la Caja de Pandora, debe reconocerse que esta denuncia de los estudiantes tiene una potencial peligrosidad, que, mal manejado, puede dar lugar a desgracias.
No hay que olvidar que el ímpetu de jóvenes que inician su vida universitaria se vuelve presa fácil de los carroñeros de la política que voltean a ver a esos valientes estudiantes para coptarlos o utilizarlos como carne de cañón.
Justo este 5 de mayo se llevarán a cabo las elecciones para la Federación Universitaria Potosina y la política universitaria es altamente inflamable, aunque en los últimos años se haya logrado desactivar su riesgosa explosividad.
El ausentismo de los profesores, el acoso, la ausencia del indispensable rigor académico, fueron solo algunas de las problemáticas exhibidas por los alumnos.
En la UASLP, existen importantes talentos en su plantilla de profesores-investigadores quienes nutren la vida académica de la institución, pero ese pequeño puñado no logra hacer contrapeso a las varias problemáticas en todas las facultades, que por ahora, pocos han mostrado la voluntad y habilidad real de combatir. Algunas veces, terminan perdiéndose en la maraña burocrática que implica intentar proceder contra algún mal profesor o profesora.
No pasaría de ser anécdota, como las muchas que se habrán acumulado por generaciones como un mal recuerdo estudiantil: ese profesor que se dormía, que nunca iba, que pasaba a todos, que no enseñaba. Sin embargo, no tiene porque ser ese destino fatal el de la educación pública.
Cierto que los presupuestos para educación en este país no alcanzan, pero siempre habrá prioridades que puedan ofrecer alguna alternativa. Pero sobre todo, esas opciones de solución, podrían estar más cerca de la voluntad política y de la capacidad de gestión que del lado de los presupuestos.
Por Lidia Juache