Cuando los más optimistas pensaban que el pleito entre la Universidad Autónoma de San Luis Potosí estaba a punto de diluirse, el nombramiento del ex rector, Mario García Valdez en el gabinete estatal, alborotó de nuevo todo tipo de interpretaciones de lo que en política podría significar esta designación.
Hay quienes especulan que es una manera nada sutil, de comenzar a mover los hilos que todavía tendría el ex alcalde Mario García dentro de la máxima casa de estudios. Para nadie es un secreto que desde hace varias décadas el gobernador en turno, suele mover con relativa facilidad algunos de los grupos universitarios que disputan posiciones de poder a través de procesos institucionales o no.
Para otros, es un doble juego el que estarían intentando desde palacio de gobierno, para influir en algunos militantes del PRI y seguir dividiendo a ese partido, como si le hicieran falta más disputas internas.
Lo cierto es que el nombramiento del ahora secretario de cultura es obviamente un nombramiento político que deja varios huecos en esa dependencia que podrían ser un mal presagio de las cuentas que pudiera entregar, si es que llega al final del sexenio: su nula experiencia (en el sentido estricto) de la gestión cultural y la pérdida de un espacio de poder que antes ocupaba una mujer, (al igual que en la secretaría de Turismo) nuevamente se vuelve a perder para que sea un varón quien lo ocupe.
Y finalmente, el propio García Valdez mostró o mucho cinismo o poca memoria para aguantar las críticas que le llovieron al colaborar ahora con el mismo grupo político que en el cercano 2017 lo acusara de -según- algunos- “ratero”.
Por Lidia Juache