Juan Pablo Ramírez Atisha
A sus sesenta y diez, Joaquín Ramón Martínez Sabina (Úbeda, 1949) ha recorrido los escenarios más importantes de la música en nuestro idioma, desde aquellos años de Inventario (1978), hasta su último disco, Lo niego todo (2017), forma parte, junto con otros grandes como Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute y el icono de la nueva trova cubana, Silvio Rodríguez, de ese selecto grupo de compositores/intérpretes que han logrado trascender al gusto de varias generaciones que escuchan sus letras con ritmos del rock (Seis de la mañana, 1996), el son cubano (Hemingway delira, 1995), la balada (Princesa, 1985), la trova (Peces de ciudad, 2002) y en general todos los géneros musicales.
Exiliado y okupa en Londres en los tiempos franquistas, Sabina jamás se perdonó que su padre y hermano fueran policías, y ya desde joven fue forjando una ideología de izquierda, y la personalidad que lo llevaría a los escenarios, primero de la mano de otro grande como Javier Krahe hasta que se consagraría en los escenarios con su primer éxito, Sabina y Viceversa (1986), desde entonces el hijo predilecto de Úbeda ha cosechado premios, reconocimientos y homenajes, es probable que el mayor de éstos sea el ser considerado “el Dylan español”.
Sus letras destruyen en cada verso la canción romántica y en cambio acaba por plasmar sin ningún matiz los sentimientos, muchas veces negados, logrando hacer de la melancolía el pincel con el cual traza al amor carnal, aquellos que que terminan un día cualquiera, también los que nunca se olvidan, los que existieron por una noche después de un concierto.
Hoy en su cumpleaños, un pequeño agradecimiento por todas las noches que acompaña. De entre todas sus canciones resulta imposible encontrar diez o veinte que resuman su estilo y su poesía, sin embargo, dejo algunas que todo aquel que, ya sea un experto en Sabina o apenas quiera iniciarse debe escuchar con un buen café.
Lagrimas de mármol
Peces de ciudad
Calle melancolía
Torre de Babel
Aves de paso
Ruido
Peor para el sol
Con la frente marchita
Una canción para la Magdalena (*escrita con Pablo Milanés)
A la orilla de la chimenea
Los perros del amanecer