Un equipo científico dirigido por la Universidad de Bristol (Inglaterra, Reino Unido) se ha basado en imágenes satelitales para sugerir que los volcanes Agung y Batur de la isla de Bali (Indonesia) están conectados y mezclan su magma, circunstancia que explicaría la devastadora erupción que se cobró la vida de casi 2.000 personas en 1963, una de las más mortíferas del siglo XX.
En noviembre de 2017, Agung entró en erupción tras 50 años de inactividad y después de un repentino incremento en su actividad sísmica dos meses antes. Estos investigadores han concluido que esos movimientos estaban asociados con una “intrusión de magma subvertical profunda” entre ambos cráteres, que están separados por cerca de 18 kilómetros, según publicaron en la revista Nature Communications el pasado 14 de febrero.
Este estudio, elaborado junto al Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos de Indonesia (CVGHM, por sus siglas en inglés), habrían revelado que la burbuja subterránea de magma habría subido entre 8 y 10 centímetros en el flanco norte del volcán Agung durante el periodo de intensa actividad sísmica.
Tanto esos movimientos como la señal de deformación del terreno “se encontraban a cinco kilómetros de la cima, lo que significa que el magma se debe desplazar tanto horizontal como verticalmente”, indicó Fabien Albino, coautor de la investigación.
Esta “primera evidencia geofísica” de la conexión entre los volcanes Agung y Batur mediante un ‘sistema de tuberías’ permitiría pronosticar futuras erupciones y ofrecer una explicación a la catástrofe de 1963.
Con información de RT.