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Relectura de los códices da luces sobre episodios de la Conquista como la Matanza de Tóxcatl

Cinco siglos después de la llegada de Hernán Cortés a la costa de Veracruz y su incursión en Tenochtitlan, la capital mexica, la relectura de los códices que representan estos hechos arroja luces sobre ciertos episodios, por ejemplo, la Matanza de Tóxcatl, en la que nobles indígenas fueron asesinados por los españoles mientras celebraban la fiesta o veintena de tóxcatl, sostuvo la doctora María Castañeda de la Paz, especialista en historia indígena prehispánica y colonial.

La investigadora inició el Ciclo “Códices del Encuentro”, organizado por la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), con una comparación de las representaciones de la Conquista y la Colonia temprana, en los códices Mexicanus, Aubin y Azcatitlan, tres de las pictografías que más ha estudiado. Los dos primeros datan del siglo XVI, y el último fue elaborado un siglo después, no obstante —advirtió—, “mientras más tardíos, estos documentos ofrecen más detalles”.

A diferencia de los códices Mexicanus y Aubin, el Azcatitlan dedica una lámina a cada evento. Así, en la que retrata la también llamada Matanza del Templo Mayor, en 1520, cuando Cortés había dejado a Pedro de Alvarado a cargo de la ciudad, existen detalles que pueden indicar la “autoría intelectual” de esta tragedia, pues “mientras algunas versiones históricas refieren que en esos días los tenochcas pidieron permiso para celebrar su fiesta, otras señalan que ésta se celebró a petición de los propios españoles”.

En dicha lámina del Códice Azcatitlan (resguardado en la Biblioteca Nacional de Francia), el Templo Mayor aparece como un recinto porticado y con cierta tridimensionalidad, con escalinatas en el fondo. En sus adoratorios, en lugar de los dioses, se observan señores gobernantes. Por las escalinatas, cae flechado un personaje y alrededor del recinto se ve a un guerrero vestido de colibrí, así como a varios muertos en el suelo y a guerreros con el clásico peinado del temillotl (con una tela roja anudada en la cabellera enhiesta), en plena batalla.

Lo interesante es la imagen de un indígena llevando el Estandarte del Espíritu Santo, “con lo que parece se estarían representando como personas convertidas”. Si bien una explicación posible es que se lo arrebataran a los españoles, otra “es que se personificaran a sí mismos, ya, como cristianos. Hay que tener en cuenta que, en documentos del siglo XVII, ya se ha tenido la oportunidad de repensar la historia y de alterarla según la conveniencia de los nuevos tiempos”, advirtió la investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Dicha imagen podría estar refiriendo a que contaban con la protección divina y parecería decir “que la única razón por la que organizaron la fiesta de tóxcatl (dedicada a Tezcatlipoca y Huitzilopochtli), fue porque los españoles los invitaron a hacerlo, tal como confirmaban algunos cronistas, como los frailes Bernardino de Sahagún y Diego Durán”.

Con base en ello —continuó—, el códice estaría enfatizando el engaño español que dio como resultado tal masacre: “Estamos ante una escena que tendría por finalidad, expresar una queja histórica a través de la cual los mexicas reclamaban que —aunque ya vivían como cristianos—, los españoles los castigaron utilizando el falso argumento de la idolatría. Esto es posible porque, como mencioné, ya estamos a finales del siglo XVII”.

De la Paz Castañeda, especialista en el análisis histórico y filológico de los textos indígenas, consideró elocuente que, mediante la imagen o la palabra, casi todas las fuentes dieron cuenta del agravio que se le hizo a los que tocaban los instrumentos durante la celebración de tóxcatl. El propio Durán dejó constancia de que la orden fue a matar primero a los que tocaban el tambor, y luego a los que estaban alrededor, porque parecían ser los hombres más ilustres; el Códice Aubin especifica que eran dos los que tenían los atabales, mientras los Anales de Tlatelolco especifican que los golpearon en las manos y en la boca, y luego los mataron.

“Más impactante es leer en el Manuscrito Mexicain num. 40, y también en la obra de Sahagún, cómo a éstos les cortaron las manos y se las hicieron pedazos. Así, personajes con la mano cortada, frente al huéhuetl, aparecen tanto en el Códice Azcatitlan, como en una de las viñetas del Libro XII del Códice Florentino.

“Esta matanza y la posterior muerte de Moctezuma, fueron uno de los detonantes de la llamada Noche Triste, en la que los españoles tuvieron que huir de Tenochtitlan dejando tras de sí numerosas bajas”.

María Castañeda hizo un recuento de los hechos que se relatan en estas pictografías, incluso antes de la llegada de Cortés, particularmente en los códices Mexicanus y Aubin, que al ser anales (la historia de la que dan cuenta discurre en torno a la cuenta de años) reparan además en los agüeros que vaticinaban este encuentro.

Resaltó que como cualquier sistema mántico, “es difícil creer que los augurios tuvieran un valor negativo a priori, ya que en el arte adivinatorio estaba la lectura positiva o negativa que podía realizarse del fenómeno. Lo que explica que Moctezuma se viera consultando permanentemente a sus especialistas”. Los presagios referidos en los códices Mexicanus y Aubin, ocurrieron en los años 13 Casa (1505), 3 Cuchillo de pedernal (1508), 4 Casa (1509) y 5 Conejo (1510).

En el primero aparece la cabeza de la diosa Mictlancihuatl, “señora del inframundo”, devorando el cuerpo de una persona, esto aludía a la caída de un mundo y la llegada de otro, encarnado por la venida de los españoles y los muertos asociados a este hecho. El segundo agüero se dibujó a través un par de huellas y un pájaro en descenso sobre el año 3 Cuchillo de pedernal, referencia a los “hombres paloma” y a la velocidad con la que los españoles iban a desposeer a los tenochcas, de acuerdo con fray Juan de Torquemada.

El tercer pronóstico se pintó sobre el glifo 4 Casa: dos huellas de pies, tras las cuales hay una columna conectada —por una línea— a este año. El Códice Aubin contribuye a entenderlo, pues en su texto se lee: “Aquí vino a levantarse un agüero, entonces bajó la columna de piedra en Texihuacan”. El último presagio ocurrió en 1510: “el resplandor”, el cual aparece registrado en varias fuentes pues se observó en gran parte del centro de México.

“Las fuentes dejan entrever que todos los agüeros llamaron mucho la atención de Moctezuma, pero el resplandor provocó que se reuniera con el Señor de Texcoco, Nezahualpilli, además de un grupo de sacerdotes, para dilucidar su significado”, expuso la investigadora de la UNAM.

Como ha indicado el historiador Michel Graulich, alrededor de 25 años transcurrieron entre la llegada de los españoles a las Antillas y la conquista de Tenochtitlan, razón por la que rumores “deformados o amplificados” sobre los conquistadores debieron llegar cada cierto tiempo a la capital mexica, de manera que varios presagios pudieron tener una carga negativa. Sin embargo, en opinión de la doctora Castañeda, “fue hasta pasada la Conquista, cuando esos fenómenos fueron interpretados o a lo sumo reinterpretados, de manera certera”.

El ciclo de conferencias “Códices del Encuentro” se lleva a cabo los martes de julio, a las 19:00 horas, en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología (av. Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec). El siguiente tema, a cargo de la doctora Ana Rita Valero de García Lascurain, estará dedicado a El Códice Azacatitlan. La nueva escritura bilingüe.

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