Desde 1985, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reconoce a las mejores investigaciones, tesis de doctorado, maestría y licenciatura en las áreas de la antropología social, antropología física, etnografía, historia, etnohistoria y lingüística, así como la restauración y conservación del patrimonio mueble e inmueble. En esta ocasión los Premios INAH, cuyo monto total asciende a dos millones 480 mil pesos, distinguieron a 33 proyectos y se otorgaron 28 menciones honoríficas.
Entre las investigaciones galardonadas destaca el Premio Alfonso Caso, a la mejor investigación arqueológica, para Luz María Flores Morales y Jaime Carlos Viramontes Anzures por su trabajo La memoria de los ancestros. El arte rupestre de Arroyo Seco, mientras que el Premio Paul Coremans, en el área de conservación de bienes muebles, fue para un destacado grupo de restauradores por el Proyecto de intervención para la conservación y restauración de la escultura ecuestre del Carlos IV y su pedestal.
El antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, expresó su beneplácito por participar en la trigésima tercera entrega de los Premio INAH 2018, la cual consideró “una fiesta del saber, del conocimiento, de la búsqueda y del pensamiento crítico que nos enorgullece incentivar, y reconocer a los autores de los trabajos ganadores y, en general, a todos los que presentaron trabajos para estos galardones en las diferentes categorías”.
Asimismo, dijo, que “al cumplir 33 años ininterrumpidos, desde 1985 a la fecha, con esta entrega ratificamos lo que se considera ya una tradición en nuestra institución, a la vez que el compromiso de reconocimiento a los mejores esfuerzos de los investigadores y profesionales en las áreas que competen a la antropología, la historia, la museografía y la conservación del patrimonio cultural mueble e inmueble”.
Durante la ceremonia de entrega de los reconocimientos, efectuada en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología (MNA), también estuvieron Aída Castilleja, secretaría técnica de INAH; Antonio Saborit, director del MNA; Citlali Quecha Reyna, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en representación del jurado; y Sergio Raúl Arroyo García, a nombre de los ganadores.
El antropólogo Diego Prieto abundó que con estos premios, el INAH también celebra el orgullo de estar próximo a cumplir 80 años de existencia, “no como una institución que se conforma con lo hecho, sino como un instituto que permanentemente está abierto al diálogo crítico, al pensamiento libre, a la renovación de las ideas y al estudio científico.
“Esta celebración nos congratula, porque el INAH no premia al INAH, sino que abre su reflexión a todos los investigadores nacionales e internacionales que contribuyen a desarrollar el pensamiento, la investigación y el cuidado del patrimonio arqueológico, histórico, antropológico y paleontológico”.
Por su parte, la investigadora de la UNAM, Citlali Quecha Reyna, a nombre del jurado calificador, destacó que formar parte de un órgano colectivo de esa naturaleza tiene una importancia indiscutible, no sólo por el ejercicio de selección, sino por el aprendizaje que conlleva.
“He tenido el honor de ser jurado de este importante premio para nuestro gremio antropológico. Y es una experiencia donde el horizonte de la colectividad se aprecia. Leer las pesquisas de los colegas nutren de forma significativa los debates entre quienes tenemos el enorme reto y privilegio de revisar decenas de tesis, algunas de ellas con más de mil páginas”.
En representación de los galardonados, el etnólogo Sergio Raúl Arroyo García, quien fue distinguido con el Premio Miguel Covarrubias, al mejor diseño museográfico y muestra realizada, por el trabajo Constitución mexicana 1917-2017. Imágenes y voces,agradeció a los miembros del jurado que evaluó los trabajos sometiéndolos al juicio especializado, cuyo único interés es estimular la producción centrada en la restauración, conservación, historia, etnohistoria, museografía e investigación en materia de museos, observando en estas disciplinas medios para orientar la existencia individual y colectiva.
“Lejos de encontrar soluciones felices, el conjunto de obras que forman parte de esta celebración problematizan distintos segmentos de la realidad poniendo ante nuestros ojos la trama múltiple de una sociedad que requiere cada vez más del análisis crítico”.
Los ganadores en el rubro de mejor investigación recibieron un cheque por 140 mil pesos, mientras que los de tesis de doctorado obtuvieron 120 mil pesos. Las mejores tesis de maestría fueron reconocidas con 100 mil pesos, y los galardonados en nivel licenciatura fueron acreedores a 80 mil pesos. El jurado estuvo integrado por 151 especialistas y 17 coordinadores.
En esta edición se recibieron 321 investigaciones, 299 procedentes de diversas instituciones nacionales y 22 extranjeras, entre las que destacan las universidades París 1 Pantheón-Sorbone, Francia; de Barcelona, España; de Manchester, Reino Unido, y de Nebraska y Virginia, Estados Unidos.
Mientras que a nivel nacional presentaron propuestas la UNAM, el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, el Instituto Mora, la Fundación Harp Helú Oaxaca AC, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, entre muchas más. Del total de proyectos presentados 185 fueron elaborados por mujeres y 136 por hombres.
En el área de antropología física el Premio Javier Romero Molina, a la mejor tesis de maestría, fue para Perla Liliana Chávez Martínez por el proyecto Ecuaciones para estimar la talla fetal al momento de la muerte. El Premio Fray Bernardino de Sahagún, a la mejor investigación en etnología y antropología, fue para Paola Velasco Santos por su trabajo Río de contradicción. Contaminación, ecología, política y sujetos rurales en Nativitas, Tlaxcala. Y a nivel licenciatura, el premio a la mejor tesis fue para Enif Hernández Gámez por el estudio La moda étnica en México. Análisis antropológico a partir de un corpus de creadores de estilo vestimentario de 2011 a 2015.
Mientras que Oscar Mazín Gómez recibió el Premio Francisco Javier Clavijero, en historia y etnohistoria, por su investigación Gestores de la Real Justicia, procuradores y agentes de las catedrales hispanas nuevas en la corte de Madrid. Volumen II. El ciclo de las Indias (1632-1666). En el área de lingüística, el Premio Wigberto Jiménez Moreno, a la mejor tesis de doctorado, se le otorgó a Fidel Hernández Mendoza por su trabajo Tono y fonología segmental en el triqui de Chicahuaxtla.
El Premio Francisco Javier de la Maza, a la mejor investigación en el ámbito de la restauración y conservación del patrimonio arquitectónico y urbanístico fue para Alejandro Jiménez Vaca por su investigación Las acequias en la Cuenca de México, y el Premio Francisco de la Maza, al mejor trabajo de conservación del patrimonio arquitectónico y urbanístico, correspondió a Xochipilli Rossell Pedraza, Sonia de León Romero y Ricardo Uriel Peza Alvarado por la Restauración del Camarín de la Virgen.
En el área de conservación de bienes muebles, el Premio Paul Coremans fue otorgado a un destacado grupo de restauradores, encabezados por Jannen Contreras Vargas, Liliana Giorguli Chávez, Arturo Balandrano Campos, Juan Manuel Rocha, entre muchos más, por el Proyecto de intervención para la conservación y restauración de la escultura ecuestre del Carlos IV y su pedestal. Finalmente, el Premio Miguel Covarrubias, de museografía e investigación de museos, correspondió a Miruna Achim, por su obra From idols to antiquity forging the National Museum of México.