A la par de la disputa por la dirigencia nacional de Morena, una parte de la bancada local volvió a embestir a Sergio Serrano, no lo reconocen como dirigente estatal y claman para que no demore la elección que lo reemplace.
Su presencia en el Congreso del Estado, acompañado de dos jóvenes que promueven la Ley de Austeridad, que es mal vista por los gargantones (dixit Fidel Briano), porque no están dispuestos a reducirse su sueldo, fue una provocación para Edson Quintanar y Alejandra Valdés Martínez, a ellos les parece justo y merecido echarse a la bolsa 104 mil pesos al mes, el delegado Gabino Morales se solidariza con su causa por salarios dignos.
No hay una disputa ideológica, una controversia de fondo, un impulso al desarrollo y reducir la desigualdad en el estado; no hay un esfuerzo para documentar y denunciar la corrupción en el gobierno estatal y ayuntamientos, menos interés por atender a quienes sufren por la falta de medicamentos, o ya de perdido desmontar las “fake news” contra la 4T; lo que hay es un pleito de lavadero por los dineros públicos.
Serrano se asume, junto con la diputada federal María Luisa Veloz y la exoficial mayor del Congreso, Marcelina Oviedo, como la corriente de la austeridad y la honestidad, la más fiel a los dictados presidenciales.
Nadie se las cree. Serrano es una tortuga cuando le exigen transparencia y rendición de cuentas de los recursos del partido. Se hace el ofendido, manotea. Proviene de un movimiento ecologista que sirvió de ficha del horaciato durante el conflicto con Metalclad; cercano al navismo y a su paso por el PRD se labró una imagen de estalinista, ve la discrepancia interna como una conspiración.
Tuvo un rápido ascenso en Morena —candidato a la gubernatura en el 2015 sin ningún brillo, quedó debajo de Eugenio Govea, y recibió de Gabino la dirigencia estatal con la bendición de AMLO—, y echó a perder al partido.
El enfrentamiento de estos dos bloques, el de Gabino/Edson con el de Serrano/Veloz, ha permitido que un tercero se consolide sin hacer mucho ruido, el que encabeza Moisés Rodríguez, de los fundadores de Morena, secretario del comité estatal, jala a un buen número de consejeros; podría ser el próximo dirigente.
En su grupo está el diputado plurinominal Cuauhtli Fernando Badillo Moreno, de 29 años de edad, y el coordinador de la bancada, Mario Delgado, le tiene estima, lo ve como cuadro propio y lo está preparando para misiones futuras. Cuauhtli no aparece en los medios locales, se desconoce su trabajo legislativo; si no va Moisés por la dirigencia, él es otra opción. [Javier Padrón]