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“¡Por gente como tú, México está como está!”

De no ser por indignados testigos que la pararon y de aguantar corriendo agarrada de la parrilla del Jeep de la empleada judicial que pretendía huir después de chocarla, Marcela calcula que habría acabado arrollada por el poderoso vehículo 4×4 de la descontrolada conductora.

Pasadas las 8 de la mañana del martes, Marcela había dejado a su hijo y conducía su SUV compacto sobre Juegos Olímpicos para tomar Mariano Jiménez. Detrás de ella Miriam, al volante del Jeep Rubicon, usaba el carril derecho porque no había autos estacionados. En una maniobra, apresurada, no midió la distancia, quiso acomodarse en el carril y la impactó por detrás. Marcela se detuvo y se bajó del SUV, pero éste se desplazó unos metros hacia atrás y rápido puso el freno de mano. Desde el Jeep, Miriam la acusó a gritos de haber echado reversa. Marcela le contestó que ella era la descuidada y que si se arreglaban o llamaban a Tránsito. 

Miriam intentó ponerle una mano en la cara y le gritó que era una histérica. La gente alrededor del Jeep impedía que se fuera; enojada, Miriam les dijo que se apartaran, que se le hacía tarde y, en tono amenazante, que ella era “del Poder Judicial”, que se quitaran. Como no se retiraban, se subió a su camioneta sin responder si pagaría o no, dijo que tenía prisa y arrancó el Jeep para darse a la fuga.  

La gente le cerró el paso y un joven se le puso enfrente para evitar que se fuera sin enfrentar sus responsabilidades y Marcela con él. A Miriam no le importó y arrancó el 4×4; el joven salió aventado por un lado y Miriam se subió el camellón para huir, pero Marcela se prendió de la parrilla por un lado y corriendo le gritaba que parara. “Pensé que si me soltaba de la parrilla, me iba a ir peor porque me pasaba encima y estaría más feo”, señala. Finalmente paró a la altura de la ETI.  

La gente que la acompañó se enojó más. Le empezaron a pegar en los vidrios de las ventanas y a gritarle que por culpa de funcionarios como ella “México está como está”. O “¡por eso México no cambia!”. Se detuvo y empezó a llamar por teléfono, encerrada en su vehículo. Le atravesaron una camioneta, en previsión de otra fuga. Su marido llegó a calmarla. 

La aseguradora de Miriam se responsabilizó sólo de los daños a la SUV de Marcela pero no de atender sus lesiones (esguince lumbar) ni del joven al que aventó arrancando el Jeep. Marcela sólo agradece que a la hora del incidente su hijo no iba con ella. 

Con información de Pulso

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