Federico Anaya Gallardo
Nada ocurre sin razón, aunque Fortuna nos otorgue sus regalos sin respeto por lo que manda el Libro. La semana pasada, querida lectora, te invité a ver dos películas de piratas que ayudaron al público estadounidense a consagrar el recuerdo de uno de sus padres fundadores olvidados. Había varias buenas razones para ese olvido. Una, que Andrew Jackson estuvo varias veces al borde de destruir la república fundada por los caballeros que te he contado en mis kino-reseñas previas (John Adams, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson).
El hijo de Adams –John Quincy– se quejaba de que Jackson no sabía escribir bien ni su propio nombre. Para calibrar esta opinión del hijo del abogado barrigón de Massachusetts hay que recordar que Quincy acompañó a su padre a París desde los 1770s y que fue uno de los primeros enviados estadounidenses en la corte imperial de Petrogrado y luego embajador en Berlín. De regreso a los EUA heredó las redes de influencia de su padre y gracias a ellas se convirtió en 1824 en el sexto presidente de la República. Es decir, Adams II no sólo es el primer presidente-hijo-de-presidente sino un perfecto fífí… incluso mayor que George W. Bush II.
Benjamín Franklin (El Pararrayos) murió en 1790, seis años antes de que Jackson llegase a Filadelfia como primer diputado federal por Tennessee –recién separado de Carolina del Norte y admitido en la Unión en 1796. Pero sí lo conoció su nieto más chico, Benjamin Bache Franklin (El Joven Pararrayos), de quien ya te hablé en este espacio. Desde su periódico –el Aurora de Filadelfia– Benny Bache criticaba a las élites locales que se estaban formando y cuyo egoísmo ponía en peligro a la joven república. En 1797 la cámara baja federal inició el primer juicio político (impeachment) de su historia contra uno de los dos senadores por Tennessee, William Blount. Este había sido diputado constituyente en 1787 y se hizo rico especulando con las tierras indias abiertas a la colonización al Oeste de los Apalaches. Lo acusaban de conspirar con los británicos y con la Nación Muskogui (los Creek) para conquistar la Luisiana española-mexicana y derrocar el gobierno de EUA. Andrew Jackson era el otro senador tenneseño y fue el único voto a favor de Blount en la cámara alta. Destituído, Blount se retiró a su Estado –adonde siguió su carrera en la política estadual. Igual hizo Jackson, quien fue magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Tennessee. Podemos imaginar que El Joven Pararrayos consideraba a Jackson como otro traidor… Diez años después, en 1807, este juicio se confirmaría.
Thomas Jefferson conoció a Jackson en Filadelfia (entonces la capital federal) cuando este fue legislador entre 1796 y 1798. De ese tiempo le quedó con una pésima impresión del tenneseño. Ya como presidente (dos mandatos, 1801-1809) la opinión de Jefferson sobre Jackson empeoró. Entre 1805 y 1806 Aaron Burr –quien había sido el primer vicepresidente de Jefferson– conspiró con muchos líderes de la frontera oeste (Ohio, Kentuky, Tennessee) para hacerse con el control del río Mississippi, tomar el puerto de Nueva Orleans é invadir Texas. Andrew Jackson había logrado que el gobierno tenneseño lo nombrase comandante de la Guardia Nacional de Tennessee desde 1801. (Años más tarde, entre los milicianos tenneseños destacaría Samuel Houston; así que podemos sospechar que Jackson habría apoyado la aventura texana de Burr… quien aparte quería construir un imperio en ese territorio. Un imperio personal.)
El ex-vicepresidente Burr buscó el apoyo de Inglaterra y España é incluso les ofreció derrocar al gobierno republicano. En 1807, Jefferson ordenó el arresto de Burr –quien ya se dirigía a atacar Nueva Orleans. El jefe rebelde se escapó ¡y Andrew Jackson le ofreció esconderlo en su propiedad de Nashville! Nuevamente arrestado, Burr fue llevado a Washington, DC. Durante el juicio de Burr, Jefferson ofreció perdones a quienes diesen testimonio contra el traidor. Uno de esos testigos fue Jackson.
Por eso es que en 1824, cuando Jackson se postuló por vez primera a la Presidencia, el autor de la Declaración de Independencia declaró que tenía “muy poco respeto por la Ley … Sus pasiones son terribles … Es un hombre peligroso … El menos indicado para ser presidente”.
Lectora, te preguntarás cómo un político irresponsable y violento como el que te acabo de contar pudo ser candidato a la Presidencia de EUA. No es tan extraño a la vista de las tres candidaturas de Donald Trump (2016, 2020 y 2024). Pero el caso de Jackson es más explicable que el de Trump pues, entre su involucramiento en la traición de Burr (1804-1807) y su postulación de 1824 se había vuelto un héroe militar de primer rango.
Antes de su legendaria victoria de 1815 en Nueva Orleans retratada en El Bucanero de DeMille (1938 y 1958), Jackson enfrentó a una parte de la Nación Muskogui (Creek) que se había aliado con los británicos. Al frente de una milicia popular de tenneseños bravos y con el apoyo de los Cherokees y de la otra mitad del pueblo Muskogui, el coronel miliciano Jackson logró derrotar a los indígenas pro-británicos. Mientras eso pasaba, la Marina Británica se dirigía a Nueva Orleans. Apresuradamente, Jackson impuso un tratado a todos los indígenas involucrados en el combate, por el cual las naciones Cherokee y Muskogui cedieron a los EUA lo que hoy es la mitad de Alabama y el sur de Georgia.
Todo lo que te he contado ameritaría un par de buenas películas. Se me ocurre una sobre la Conspiración Burr y otra sobre la Guerra contra los Muskogui. Aparte, hay un elemento de espionaje internacional: el comandante militar de Luisiana, James Wilkinson, no sólo conspiró con Burr y Jackson, sino que era el “Agente Número 13” de la Monarquía Española. (Wilkinson vino a morirse en México, de donde salió la plata para pagarle.) Sospecho que ninguno de estos temas gustarían al público estadounidense, pues le mostrarían la fea cara del caos y la traición de los primeros tiempos de su República.
Así las cosas, buscando más películas sobre Andrew Jackson, sólo encontré documentales. La lista de ellos te explicará por que inicié esta kino-reseña con eso de que “nada ocurre sin razón”… Todos están disponibles en YouTube y la traducción automática al Castellano es muy aceptable.
En 1995, Biography Channel transmitió los 45 minutos de Andrew Jackson: A Man for the People, creado y narrado por Monte Markham. (Liga 1.) Este documental inicia recordando la victoria de Jackson en Nueva Orleans y regresa a su terrible infancia durante la Guerra de Independencia para subrayar que el héroe era un patriota de corazón, un hombre común y de raíces salvajes. Aquí podrás ver cómo esta figura, precisamente por su “natural salvaje”, logró la entrada de las masas populares blancas en la política democrática.
El 26 de Marzo de 1999, el canal del poder legislativo federal de EUA, C-SPAN TV, transmitió dos horas y media de una entrevista con el más famoso biógrafo moderno de Jackson, Robert Remini (1921-2013), quien un lustro más tarde sería nombrado cronista de la Cámara de Representantes del congreso estadounidense. (Liga 2, cortesía de @theCarbonFreeze.) La locutora Susan Swain condujo la entrevista desde The Hermitage, la mansión tenneseña de Jackson en las afueras de Nashville.
En este programa podemos ver cómo se recibían llamadas telefónicas de toda la Unión. Algunas resultaron muy críticas, como la de un trabajador kentuckiano que se quejó de que Remini hubiese afirmado que los votantes de Jackson lo admiraban porque había matado a los enemigos de los EUA (indios, franceses, británicos y mexicanos). Ese trabajador señaló que al parecer Jackson sufría –frente a los pueblos originarios– de un moral blindspot (un punto ciego moral). Remini reconoció que se había expresado erróneamente, pero afirmó que la expulsión de los Indios del Sur había sido pensada “para su propio bien”. Justo acababa de decir eso el venerable profesor, cuando entró desde San Diego, California, la llamada de una mujer indígena Chaktaw. Ella señaló que el recuerdo de Jackson en su familia era oscuro, pues él fue el responsable original del El Sendero de Lágrimas (Trail of Tears). Este es el nombre con el cual se recordó la expulsión y desplazamiento forzado de los pueblos originarios hacia el Oeste del Mississippi en los 1830s. ¡Y lo peor es que el pueblo Choktaw había apoyado con las armas en la mano a Jackson en contra de los Muskogui en 1813-1814!
Esas llamadas opacaron el relato de Remini y de la conductora Swain sobre la “generosidad” de Jackson quien adoptó como su propio hijo al último niño sobreviviente en un poblado Muskogui. Un año después de que este programa se transmitió en la capital estadounidense, el 13 de Abril de 2000, las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina lograron la primera localización de un nieto: Guillermo Rodolfo Fernando Pérez Roisinblit. La lucha por encontrar a los niños robados por la represión argentina llevaba lustros, pero en Washington se seguía considerando un acto de generosidad el robo de un bebé Muskogui luego de masacrar a su familia. Este documental nos muestra el modo muy contradictorio en que la sociedad estadounidense de los 1990s lidiaba con las tragedias de su historia.
En 2007 y 2008 otros dos documentales trataron a Jackson. El primero es del History Channel, y fue dirigido por Jim Lindsay, narrado por Edward Herrmann, está en Amazon Prime; pero no disponible en México. (Una señal de que se considera un contenido sólo del gusto de la audiencia estadounidense.) El segundo fue producido con una beca del National Endownment for the Humanities y transmitido por la TV pública yanqui (PBS). Fue dirigido por Carl Byker y narrado por Martin Sheen. Lleva el título Andrew Jackson: Good, Evil & The Presidency”. (Liga 3.) Por supuesto, se entrevista de nuevo a Remini, quien sigue defendiendo a su héroe, pero algunos de los académicos más jóvenes nos abren los ojos a la complejidad social en que vivió Jackson.
El guión de Byker recuerda que en Las Carolinas hubo muchos colonos que permanecieron leales a la corona británica y que la independencia fue una verdadera guerra civil. Jon Meacham (n.1969), quien justo ese año había publicado una biografía del general tenneseño (American Lion: Andrew Jackson in the White House), subraya la brutalidad general y el recelo social permanente en los que se crió nuestro personaje. No era de extrañar que su carácter fuera propenso a la violencia: “—No sabía otra cosa”.
En ese contexto, Harry Watson, de la Universidad de Carolina del Norte refiere la leyenda de Andrew de trece años negándose a limpiarle las botas a un oficial británico. Su captor le sorrajó un sablazo. Así explicaba Jackson las cicatrices que llevaba en un brazo y en la cara. Por su parte, John Larson, de la Universidad de Purdue subraya que cuando se empezaron a colonizar Kentucky y Tennessee había en esas regiones una carencia casi absoluta de liderazgos civiles. Como si hubiese un aviso que dijera: “Se necesita Padre de la Patria Chica”. Este elemento explica la raigambre popular de Jackson y la nueva clase política tenneseña –y también por qué sus lealtades geopolíticas eran tan volátiles.
En 2012 un canal de YouTube llamado Cracked (@cracked) posteó un videito de caricaturas titulado “Andrew Jackson: The Craziest President (person?) in History” (“A.J.: El hombre más aterrador en ser elegido presidente”). (Liga 4.) Por supuesto, ni Cracked ni nosotros habíamos visto la primera Presidencia Trump (2016-2020).
En 2024 otro canal de YouTube llamado The People Profiles (@PeopleProfiles) produjo un docu-drama de 1hr y 15 minutos titulado “Andrew Jackson & The 8 Year Reign of Terror” (“A.J. y 8 años de un Reino de Terror”). (Liga 5.) Dirigido por Edwin Elliott y narrado por Gareth Johnson. Esta es la versión más moderna que encontré de nuestro personaje. El contexto histórico es mucho más profundo y nos cuenta cómo el control y el gobierno de Tennessee iba y venía entre el Estado soberano de Carolina del Norte y la naciente Federación. Jackson y Blount eran parte de la naciente élite gobernante y veían aparecer y desaparecer sus puestos en ese pleito. Es decir, la novicia clase política tenneseña no tenía muchos incentivos para serle fiel a los EUA. Elliott también nos explica mejor que la Guerra de 1812 entre EUA y Gran Bretaña fue en realidad la última gran guerra india, en la que los colonos angloamericanos se enfrentaron a una gran confederación dirigida por Tecumseh, el gran líder Shawnee. La utopía Shawnee, inspirada en un renacimiento religioso indígena, proponía unificar a los pueblos originarios que habitaban la orilla oriental del Mississippi hasta la cordillera de los Apalaches. Inglaterra y España apoyaban esta pretensión para encerrar a los republicanos estadounidenses en la costa Atlántica. Las dos potencias monárquicas acababan de vencer a Napoleón y consideraban que la venta de la Luisiana debía nulificarse.
Otra vez, querida lectora. ¿No te parece que estos eventos merecerían muchas y muy interesantes películas?
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