Felipe Morales
Los Juegos Paranacionales CONADE antes Paralimpiada Nacional reúnen en estos días en la Ciudad de Hermosillo a decenas de niños y jóvenes de todo el país con alguna discapacidad.
Término irónico denominar discapacidad a los deportistas más capaces que se puedan conocer.
Porque siendo ciegos, amputados de una dos, hasta tres extremidades, con visibles problemas de motricidad, autistas, con síndrome de down, talla baja etc, tienen la enorme capacidad de desplazarse a gran velocidad en los carriles de la alberca.
Y aun así la costumbre nos ha hecho decirles, discapacitados o de “capacidades diferentes”.
Hay que estar en la escena, hay que estar a un lado de la alberca, de las áreas de calentamiento o antesala de la competencia para creer lo que se está observando.
Y asombrarse de la forma de cómo estos deportistas están perfectamente adaptados a sus limitaciones físicas y haciendo todo como si no las tuvieran.
Porque no solo en la técnica de los deportes de estos juegos, natación, boccia, paratenis, paratletismo, paratriatlón etc. además es digno de admiración la forma de hacerlo todo: acceder a un vehículo, ingerir alimentos, todo, y además en otro rasgo que los distingue: la camaradería.
El movimiento paraímpico lucha por su progreso y remando contra la corriente de la falta de apoyo, de conciencia, de facilidades, de consideraciones.
Cierto, la CONADE organiza estos juegos, como ha organizado desde hace años las “Paralimpiadas” en coordinación con los estados que han sido sede, y que hay organismos como COPAME, Comité Paralímpico Mexicano que se supone impulsa a esta clase de deportistas, pero solo se supone.