Faltaba un argumento de peso para que el PAN pintara su raya frente al gobierno del alcalde Xavier Nava, y en el violento desalojo de la oficial del Registro Civil, Teresa Carrizales, lo encontraron sin muchos rodeos, al grado de exigir la renuncia del secretario general Sebastián Pérez.
En honor a la verdad, no es que a los panistas les importen tanto los derechos humanos como lo pretenden hacer creer a la opinión pública, en el fondo están las presiones para colocar un mayor número de funcionarios panistas en el ayuntamiento y la disputa por la sucesión de la gubernatura y la propia alcaldía capitalina.
El PAN tiene prospectos de sobra para ambos cargos, y Nava se les ha adelantado, al darse cuenta que no tiene asegurada la candidatura con el blanquiazul, lo mismo ha coqueteado con Morena que con el PRI, incluso con el PRD de los “chuchos” y los “galileos”, para sondear las posibilidades de que lo postule uno u otro; sin decir agua va, perfiló a Óscar Valle Portilla para la candidatura capitalina al reubicarlo en Desarrollo Social, aunque los programas sociales recién puestos en marcha para generar clientelas electoreras son muy exiguos.
Nava perdió pronto su bono democrático, se ha ganado una imagen de autoritario e ineficaz, en la que mucho tuvo que ver su estilo personal de gobernar, sus aires de “fifí” con un gabinete ibídem pero sin resultados por su falta de experiencia en la función pública, la atención especial a los grandes proyectos inmobiliarios de Carlos López Medina y Germán Larrea en detrimento de los derechos de la mayoría de la población, y concentrarse tanto en las denuncias contra el gallardismo, que las terminó usando para encubrir sus propias deficiencias.
La percepción negativa hacia su persona se materializó con los agravios a la abogada Carrizales y la profusa circulación del video del desalojo en las redes sociales y noticieros de las grandes cadenas televisivas; de nada sirvió haber invocado al doctor Nava, ni colocar su fotografía en las oficinas municipales como el guía político, el ejemplo a seguir de honestidad y dignidad, en los hechos resultó todo lo contrario como la supuesta afabilidad de Sebastián Pérez.
Cerca de cumplir el primer año de gestión, no se le ve mucho futuro a la administración, no hay obra relevante ni proyectos, y la coordinadora de regidores y síndicos del Cabildo, Verónica Rodríguez, emitió un boletín de prensa para informar que solicitará a Nava la destitución de Sebastián Pérez.
En el boletín, el regidor Jaime Uriel Waldo Luna —cercano a Octavio Pedroza y que ya marcó su distancia con Nava—, manifestó que fue “inhumano y denigrante el trato que le dieron a la profesionista, ya que no es una delincuente”, otro regidor, Christian Iván Azuara, exigió seriedad y sanciones “a quienes hayan instruido el desalojo; esto dará garantías a las y los potosinos de que un hecho parecido, no vuelva a repetirse jamás”.
Otro que no tiene dudas de que el ayuntamiento violó los derechos humanos a la abogada Carrizales, es el secretario de Gobierno, Alejandro Leal Tovías, lo hizo patente en una declaración a la agencia Quadratín; reconoció que ella sigue teniendo el nombramiento y sin aludir a María de la Luz Lastras, directora del Registro Civil, la dejó mal parada porque avaló el desalojo y no vio violencia alguna en contra de Carrizales.
Como ya se dijo antes, Sebastián tiene las horas contadas en el cargo, si Nava se aferra a mantenerlo el costo político se multiplicará en su perjuicio y se verán afectadas de manera grave sus aspiraciones del 2021.
Más allá de su ignorancia del derecho y de la incapacidad de sus asesores legales, Sebastián carece del olfato político necesario para cumplir con sus funciones y junto con la directora de Desarrollo Urbano, Patricia Rodríguez, bloqueó proyectos inmobiliarios y favoreció a otros, como la magna construcción en curso a un lado de plaza El Paseo, frente a las peligrosas cisternas de Pemex.
Sebastián no debería irse solo, lo tendrían que acompañar el comisario Edgar Jiménez Arcadia, su brazo ejecutor, y la arquitecta Rodríguez por lo pronto, Nava tiene que recomponer su gobierno, de lo contrario, será un trienio perdido para todos.
La relación entre el navismo y el PAN ha sido una historia de desencuentros y traiciones, se han usado de manera mutua en distintas épocas y la última ruptura se dio cuando Mario Leal se lanzó por la alcaldía potosina en contra de la postura del doctor Nava que no quiso legitimar ese proceso electoral; el ala dura del PAN, representada por Paco Salazar Sáenz, fue la que se impuso en aquella ocasión y es la misma que también se impone ahora. [Javier Padrón]