En 1979, The Cure publicó su primer material discográfico, Three Imaginary Boys, relanzado para el mercado estadunidense bajo el nombre de su icónica canción “Boys Don’t Cry”. Cuarenta años más tarde, la banda británica lo celebró en México con un nostálgico concierto que llevó al público del Foro Sol de viaje por su trayectoria, con la que suma 13 álbumes de estudio.
La última vez que la agrupación dio un concierto en México fue en abril de 2013, aquella ocasión en que los fanáticos le cantaron “Happy Birthday” al vocalista Robert Smith por su cumpleaños 54. Seis años han pasado desde entonces y la expectativa ante la espera podía percibirse; los silbidos no faltaron durante los treinta minutos entre el último telonero y los británicos, tampoco una estruendosa ovación en cuanto estos aparecieron.
Fue a las 21:10 horas cuando Robert Smith se apoderó del escenario; Simon Gallup, Jason Cooper, Roger O’Donnell y Reeves Gabrels lo siguieron en los instrumentos, dejando que los acordes de “Plainsong” y “Pictures of You” envolvieran a los 65 mil asistentes, en un sold out donde el frío no importó y la energía poco a poco comenzó a desbordarse.
“A Night Like This” y “Just One Kiss” fueron los siguientes temas, así como “Lovesong” y “Last Dance”, incluidos en el álbum Disintegration, que este 2019 celebra su 30 aniversario. Para ese momento, los presentes ya se encontraban de pie y, por momentos, aprovechaban para grabar con sus teléfonos celulares.
En “Burn” un video de flamas incendió el escenario; en “Push”, las cámaras enfocaron una bandera de México que se ondeaba en los brazos de un fan entre las primeras filas, las dos pantallas al lado del escenario la trasmitieron provocando un grito que sonó desde las gradas.
Atrás de la banda, una pantalla gigante trasmitía videos que iban de instrumentos a paisajes y figuras diversas; a estos se sumaba el resplandor de seis columnas de luces, creando múltiples efectos visuales, entre los que destacaban túneles brillantes y telarañas. Lámparas a lo largo del techo del escenario también jugaron un papel importante, al seguir el ritmo de los instrumentos.
Los músicos recorrieron los años 80 con “Fascination Street”, “In Between Days”, “Just Like Heaven”, “Play for Today”, “A Forest” y “Shake Dog Shake”; mientras que los 90 se escucharon con “Never Enough”. Así, fueron evocando los mejores momentos en la historia de su trayectoria musical; demostraron que su energía sigue vigente con ese mismo toque en los instrumentos que hubo en su comienzo, una potente voz aún a los 60 años de Robert y la pasión que contagiaba a sus escuchas.
Entre el público adulto podía verse la emoción de jóvenes e incluso niños, de ahí que se vendieran bebidas alcohólicas, pero también donas y hasta algodones de azúcar. Su trayectoria los ha puesto en el gusto de múltiples generaciones, cuyos brazos y melenas se sacudían sin parar.
Daban las 23:00 horas cuando el primero de dos falsos cierres llegó, haciendo que el auditorio pidiera más de sus ídolos con silbidos y aplausos. “Gracias”, dijo el vocalista al regresar al escenario; tras unos minutos de descanso y hacia la recta final del concierto, interpretaron “Lullaby”, “The Caterpillar”, “Friday I’m in Love” y “Why Can’t I Be You?”.
The Cure es una banda reconocida por sus largas presentaciones en vivo y ésta no fue la excepción; más de una treintena de temas se escucharon mientras la noche transcurría. La despedida llegó con piezas como “Three Imaginary Boys” y “Boys Don’t Cry”, ambas incluidas en el disco que los hace festejar 40 años de historia musical.
Por Milenio.