[Javier Padrón]
No sorprende que la pandemia del COVID-19 sea utilizada por políticos de todos los colores con aparentes gestos de generosidad para promoverse una imagen de solidarios, benefactores, almas caritativas con la mirada puesta en la elección del próximo año.
La filantropía verdadera se hace sin presumirla, de lo contrario no lo es.
Lo mismo diputados, senadores, alcaldes y el gobernador, de una u otra manera explotan su imagen por igual al repartir diversos artículos o servicios entre la población, esta práctica es reprobable en todos sin excepción, se lucra desde el poder o desde la oposición.
Es condenable y contra la ley, que una autoridad pague gacetillas en la prensa con dinero público para aparecer repartiendo despensas u otras dádivas. Algunos funcionarios donan su sueldo con gran teatralidad y llevando la austeridad al extremo el Presidente AMLO se pasó a formar de nuevo a los miembros de su gabinete al bajarles el sueldo y quitarles el aguinaldo, una prestación establecida legalmente.
La mayoría de los partidos políticos se niegan a la reducción de sus prerrogativas con diversos pretextos.
Hay unos que dan y otros que quitan en la desgracia: con el paso del tiempo ha perdurado la historia de un conocido potosino que se enriqueció al robarse gran parte de los apoyos que llegaron de diversas partes del país para los damnificados de la inundación de la ciudad en 1933.
Cierta o falsa, la versión se quedó en el imaginario potosino como un ejemplo infame de ambición y lucro de una tragedia colectiva.
Recién fue exhibido en las redes sociales el secretario del Trabajo estatal, Manuel Lozano Nieto, porque desde su entorno familiar se lucra con la venta de gel antibacterial y mascarillas de uso médico.
Mientras los políticos ven la pandemia como un negocio de votos futuros, los grandes capitales locales siguen impasibles sin anunciar un plan de ayuda a las acciones del gobierno, como ya no hay condonación de impuestos, concesiones graciosas, jugosos contratos, se hacen los ofendidos y se encierran en la indiferencia, que el gobierno solo resuelva el problema.
La imagen de boleros del Palacio Municipal y la Plaza de Armas, junto con ambulantes, pidiendo apoyo afuera del Palacio de Gobierno sin que nadie los atienda y con la policía estatal a punto de desalojarlos, muestra el humanismo carrerista.
LA JACTANCIA DE MIGUEL MAYA
Como para que no le quedara duda a nadie de que contribuyó a la caída del villarismo en la UASLP, el empresario panista Miguel Maya Romero, dueño de los portales Antena y Astrolabio, publicó un artículo en el que tritura al rector Manuel Fermín Villar: “Centinela: La frente en alto, por la puerta trasera. (Manuel Fermín Villar Rubio)”, https://bit.ly/2wyeMIM.
Le echa en cara corruptelas, autoritarismo, vanidad y le recomienda que arme una buena defensa, casi dando a entender que le espera la cárcel en cuanto asuma la rectoría Alejandro Zermeño.
Maya hace alarde de la libertad de expresión, cuando hace tiempo demandó a varios medios que difundieron noticias de sus litigios con su familia política que lo acusa de comprar la justicia para evitar la ejecución de una orden de aprehensión por fraude.
No se le conoce el oficio de la escritura, sería la primera vez que publica un texto en sus portales, en su cuenta de Twitter suele publicar mensajes anodinos que se pretenden motivacionales o hasta filosóficos, y los suscribe con sus iniciales MMR, como lo hizo al final del texto mencionado.
En el círculo villarista el texto se leyó como la confirmación de que Maya está ansioso de cobrarse sus servicios periodísticos colocando a sus recomendados en el equipo del doctor Zermeño, quien, de ser así, comenzaría su gestión con el pie izquierdo porque estaría haciendo lo mismo que su aborrecido antecesor.