Para inicios de la década de 1950, la fábrica de Productos Marpe, S.A., iniciaba operaciones en la ciudad de San Luis Potosí. El giro de la empresa era sobre la manufactura y distribución de alimentos, entre los que destacaba el mole.
El nombre de la empresa, Marpe, provenía de la combinación de los nombres de los dueños María Pons Nicoux y Pedro Degetau (María y Pedro).
El tío de María Pons, Alberto Nicoux Hebting, introdujo la tradición de la comida en San Luis Potosí, a través del restaurante del Hotel Progreso. En este lugar, las hermanas Pons Nicoux cocinaban, y fue ahí donde María Pons comenzó a ofrecer el mole a los comensales, según relata el libro “Una empresaria pionera en San Luis Potosí: María Pons Nicoux 1893-1974”, de María Isabel Monroy Castillo.
Doña María se hacía cargo de la cocina del restaurante y pronto creció la fama de su comida. En sus inicios preparaba mole en polvo, lo empacaba en sobres de celofán y lo vendía. Principalmente era mole rojo, aunque, luego hizo otras variedades.
Al ver que tenía buena aceptación, pensó en incrementar la producción. Utilizó las instalaciones los Baños San Francisco, propiedad de sus abuelos, y comenzó a elaborar en mayor escala el mole que preparaba en su cocina.
El mole se ganó el gusto de la población en poco tiempo. Para vender y distribuir el mole, Doña María contrató a mujeres jóvenes, las vistió de china poblana y las enviaba a distribuir el producto por distintos barrios de la ciudad.
Dado el éxito, y su visión empresarial, María Pons vio la posibilidad de iniciar la producción de mole en forma y con mayor capacidad.
Para 1953 inició la compra de varios terrenos, en la zona industrial de San Luis Potosí. Al final, para 1959 logró contra con 9,000 m2, en los que instaló su fábrica.
María Pons aportó 250 mil pesos como capital social inicial, es decir, no dio capital, pero proporcionó terrenos, maquinaria, enseres y materia prima. En forma, la fábrica inició el 7 de julio de 1954.
Entre los productos que fabricaban estaba el molo rojo, verde, pipián, salsa chipotle, tamalina, chongos, ate, entre otros. Además, se dedicaban a la distribución de los mismos.
Luego de tres años de constituir la empresa, se logró aportar el doble del capital inicial.
La fama que ganó el mole Doña María, pronto lo llevó a comercializarse en otros estados, como Tamaulipas, Hidalgo y Veracruz.
Para la década de 1960, el mole se seguía produciendo en polvo y se empacaba manualmente en sobres de celofán. Tenía una imagen de “Doña María” con trenzas, y los sobres se colocaban en cajas con distinto gramaje.
María Pons creó todos los procesos de la fábrica. Le gustaba intervenir en la producción y le gustaba seguir con la experimentación de sus recetas.
¿Cómo surgió el envase de vidrio del mole Doña María?
El mole en polvo dejó de producirse y a la modalidad de hacerlo en pasta. Para envasarlo, tuvieron que diseñar el vaso de mole.
María Pons y Pedro Degetau viajaron hasta Monterrey, para hacer un trato con Crisa (empresa líder en la producción de productos de vidrio y cristal), para que comenzara la elaboración del vaso.
El problema de la tapa lo resolvieron con el uso de arandelas de plástico que fabricaba en Guadalajara el señor Ortíz Tirado.
Fue entonces cuando nació el famoso vaso de mole Doña María, que hasta nuestros días, se encuentra en las casas de todos los mexicanos.
Con la introducción del vaso de vidrio, se diseñó una máquina “llenadora de mole”, que hacía más rápido el envase de la pasta de mole.
D”oña María había trabajado intensamente, tenía más de 70 años, la fábrica estaba bien establecida, así que decidió venderla a Herdez, S.A. y retirarse del trabajo. En 1967 su cuñado, Ignacio Hernández del Castillo adquirió la empresa Productos Marpe, S.A.”, señala el libro.
María Pons hizo muchos y grandes aportes, entre los que destaca el siguiente:
“Las hermanas Pons Nicoux fueron excelentes cocineras. María Pons supo capitalizar uno de los platillos de mayor tradición en México: el mole. De compleja preparación, ella lo tradujo en un procedimiento sencillo y accesible a la mayor parte de la población, primero en polvo y después en pasta”, finaliza María Isabel Monroy Castillo en el libro.
Con información de Dinero en Imagen