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Lanzan ‘En agosto nos vemos’, la novela que Gabriel García Márquez pidió destruir

Gabriel García Márquez (1927-2014) pidió que destruyeran En agosto nos vemos (Editorial Diana); sus hijos Gonzalo y Rodrigo no se atrevieron a borrar las letras y magia del escritor.

Decidieron en cambio dejar descansar varios años la novela junto al archivo de su padre en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas en Austin; donde se incluye la versión final que Gabo envió a su agente literaria Carmen Balcells en 2004.

Después de 10 años de la muerte de Gabo y en el día de su cumpleaños (6 de marzo) se publicará la última novela del Premio Nobel con un primer tiraje de 50 mil ejemplares solo en México, Centroamérica y el Caribe.

Gonzalo García Barcha (hijo de García Márquez), Cristóbal Pera, editor del escritor y Carmina Rufrancos, directora literaria de Grupo Planeta, recibieron a MILENIO en la calle de Fuego, la última morada del autor de Cien años de soledad.

“El borrador estaba en folders negros con los que trabajaba siempre mi padre. La escribió en los últimos diez años de su vida. Aunque es bastante breve, no la escribió rápidamente, escribió otras cosas mientras tanto, como Memorias de mis putas triste y sus memorias”, señala Gonzalo García Barcha.

Un dato que revela el entrevistado es que Gabo, su padre, pidió que destruyeran la novela, “pero, bueno, no fuimos educados para eso, no es lo nuestro, no. El libro tuvo una evolución, digamos, reposó durante ocho años; finalmente mi hermano y yo decidimos sacarla para que se publicara, creemos que es importante que la gente conozca toda la obra de Gabo. Es lo único publicable que dejó Gabriel García Márquez , no hay nada más”.

Parte central en la publicación de En agosto nos vemos fue Cristóbal Pera, editor del escritor por varios años, quien de inmediato niega que sea una novela inconclusa.

“La novela estaba concluida y la complejidad viene puramente del respeto como editor ante un libro que no estaba finalizado en sus detalles. Él dejó una versión de las varias que fue teniendo a mano y le dio el gran OK final. En 2004 se la mandó a su agente y se quedó con una copia; le dijo a su asistente Mónica Alonso que a veces hay que dejar reposar los libros. Ese fue un primer reposo, antes de ese segundo del que hablaba Gonzalo, ya sin Gabo”.

El editor asegura que es una novela cerrada. “En 2007, 2008, Gabo volvió a ese manuscrito final, a mano, empezó a cambiar un adjetivo, a borrar una frase, poner un comentario y llenó las páginas de esas notas. Puede haber tres o diez notas en cada página”.

Cristóbal Perea editó la novela partiendo entonces de un word que conservaba Mónica Alonso y “confrontando con esa versión final, con sus notas, fui una por una viendo si había tachado algo, incorporé esas correcciones siempre basado en sus notas, como si fuera un palimpsesto. Yo no añadí nada de mi cosecha porque no ha habido que rellenar ningún hueco”.

El editor asegura que los lectores van a encontrar a Gabo absolutamente, desde la primera línea hasta la última.

“Es un Gabo que evolucionó, que ya está en una edad madura y que habla de personajes en edad madura también; no van a encontrar realismo mágico como no lo hay en muchas de sus obras. Es una historia más concisa en la que se dedica a explorar de manera intensa a unos personajes a los que sigue durante esos seis capítulos”.
“Creo que Gabo estaría feliz con la publicación de esta historia que él sabía que era diferente, que tenía una importancia especial, y que sus lectores la tuvieran en sus manos como él la escribió; la esencia de todo ha sido el respeto a un escritor como él”, añade Cristóbal Pera.

Con información de Milenio

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