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Alfredo López Austin, mexicanista y cazador de mitos

Jorge Ramírez Pardo

El pasado viernes 18 de diciembre, el historiador Alfredo López Austin recibió el anuncio de que se le otorgará el Premio Nacional de Artes y Literatura en el campo de Ciencias Sociales y Filosofía. Se trata, en el México actual del más destacado experto en el estudio del México antiguo.

Alfredo López Austin es reconocido historiador e investigador emérito de la UNAM, experto en Mesoamérica. Su aporte al tema consiste en la relectura, indagación y construcción de nuevas visiones del mundo mexica, sus sucedáneos, aliados y rivales en su tiempo.

A diferencia de los historiadores de la colonia con la visión y justificación de los vencedores o de Miguel León Portilla con su visión de los vencidos; en ambos casos visión panorámica endógena; López Austin indaga e interpreta el México Antiguo desde sí mismo. Además, consigue rectificaciones versiones anteriores de nuestra historia remota y se adentra en el estudio de mitologías; también desmonta equívocos o visiones incompletas, entre otros los del origen y peso cultural de Quetzalcóatl; deshace dogmatismos y muestra lo relativo y cambiante de una interpretación histórica.

Luego del anuncio del premio que le será otorgado, el historiador comentó lo siguiente: “La ciencia no es una exposición de verdades, sino de propuestas, con plena conciencia de que el día de mañana alguien dirá que esto no es verdad y lo comprobará. La labor de los científicos no es ofrecer verdades infalibles, sino propuestas que tratan de ser inteligentes, racionales, pero que tendrán su tiempo de validez, siempre perecedero”.

Construir y divulgar conocimiento

La obra del historiador López Austin no sólo es basta, cuenta con un agregado más que la distingue, poseer un lenguaje llano, por lo mismo estar al alance de muchos lectores y no sólo de académicos. Al respecto él mismo comentó: “Todos los universitarios debemos cumplir con este requisito: no hacer sólo investigación o docencia, sino dedicarnos bastante a la difusión. Lo hago con muchísimo gusto.”

Hermann Bellinghausen, admirador de Austin y estudioso de su obra, comenta: Alfredo está instalado en la persecución de los mitos. Del mito de todos los mitos, a partir del inevitable tlacuache, marsupial padre y señor de la fantasía mexicana. Y poco después El conejo en la cara de la luna (1994).

“Con el rigor de su cacería del relato, López Austin estimula la imaginación de los escritores indígenas desde el fin de siglo.Ante todo, sistematiza sin reposo un empático desciframiento de la mentalidad (alma) mexicana-mesoamericana tal como la encontraron los conquistadores al momento de destrozarla. ¿Qué tan lejos había llegado aquella civilización? El daño invasor afectó las fuentes históricas y la cadena de transmisión de los conocimientos.

“Historia es la pasión de López Austin. Véanse Tamoanchan y Tlalocan (1994) y su indispensable El pasado indígena (1996) escrito al alimón con su hijo Leonardo López Luján, arqueólogo estrella de la nueva generación (pero así quién no: imagine el lector tener como padres a Alfredo López Austin y Martha Luján, colaboradora del arqueólogo mayista Alberto Ruz; un trabuco familiar dedicado a entender y documentar qué chingados pasaba aquí antes de la anexión colonial a Europa).

El mito como eje cultural mexica

En su libro Los mitos del Tlacuache reformuló el concepto de mito para explicar la realidad mesoamericana. Para él el mito mesoamericano se entiende como un hecho social e histórico que sometido a la larga duración es un conjunto de relatos que explican la naturaleza y origen de los seres que habitan el mundo. El mito atribuye la naturaleza del mundo a un conjunto de acciones de los seres divinos. El mito posee dos núcleos: la creencia y la narración. La creencia son concepciones causales y clasificatorias que se expresan de manera diversa y dispersa. La narración consiste en relatos en formas de hazaña que finalizan cuando los seres quedan hechos tal cómo son ahora cuando nace el tiempo.

Según otro estudioso, Daniel Altbach Pérez, López Austin se percató que en la historiografía mexicanista que le antecede, había modelos teóricos e hipótesis que enfatizaban las continuidades históricas y culturales, y no daban cabida a considerar las transformaciones y particularidades de procesos históricos anclados en la larga duración. Para resolver lo anterior Alfredo López Austin generó el modelo del “hombre-dios”.

La primera carrera cursada por Austin fue la de leyes (luego estudió filosofía e historia). Desde la lógica jurídica, mostró que el pensamiento de los nahuas del Altiplano en el periodo Posclásico no podía evaluarse desde los instrumentos de la ciencia histórica moderna. Señaló, que en las lógicas mesoamericanas eran nociones indisociables el mito y la historia, y la religión y la política. Por lo cual la mitología y la religión —y más adelante la cosmovisión— mesoamericana se entienden como producto y como sistemas de entendimiento entre los distintos grupos que habitaron Mesoamérica durante miles de años. López Austin inserta en sus análisis el modelo del “hombredios” para caracterizar la religión mesoamericana desde una lógica estructural. Y la concibe, no como una categoría genérica, observable por el investigador, sino como una construcción enraizada en una historicidad particular, asociada a otros campos culturales, como en las nociones sobre el tiempo, la memoria, el territorio o el linaje.

También dedujo Austin que, junto con la religión oficial, existía un culto “influido por la tradición popular, más cercana al pueblo”; muestra que las clases nahuas campesinas, que dotaban al mundo natural de atributos sagrados, mostraban en el culto a Tezcatlipoca la expresión de esta religiosidad popular, que era distinta de la que ostentaban las élites. Entonces se refirió también al Cristo Sol.

Estos son sus libros más destacados

  • La constitución real de México-Tenochtitlan (1961)
  • Juegos rituales aztecas (1967)
  • Augurios y abusiones (1969)
  • Textos de medicina náhuatl (1971)
  • Hombre-dios. Religión y política en el mundo náhuatl (1973)
  • Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas (1980)
  • Tarascos y mexicas (1981)
  • Con Dúrdica Ségota Tómac, Guía de estudio México Prehispánico (1984)
  • La educación de los antiguos nahuas (1985)
  • Una vieja historia de la mierda (1988)
  • Con Carlos Martínez Marín y José Rubén Romero Galván, Teotihuacan (1989)
  • Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana (1990)
  • El conejo en la cara de la Luna. Ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana (1994)
  • Tamoanchan y Tlalocan (1994)
  • Con Leonardo López Luján, El pasado indígena (1996)
  • Breve historia de la tradición religiosa mesoamericana (1999)
  • Un día en la vida de una partera mexica (1999)
  • Con Leonardo López Luján, Mito y realidad de Zuyuá. Serpiente Emplumada y las transformaciones mesoamericanas del Clásico al Posclásico (1999)
  • Con Luis Millones, Dioses del Norte, dioses del Sur. Religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes (2008)
  • Con Leonardo López Luján, Monte sagrado – Templo Mayor (2009)
  • Calpulli. Mitología de Mesoamérica (2013)
  • La cosmovisión de la tradición mesoamericana (2016)
  • Juego de tiempos (2018)

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