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Cultura

Ver para Pensar: Desconsuelo y esperanza

Federico Anaya Gallardo

La semana pasada sugería a la lectora que Stalin sería el modelo real de Thanos. Éste –en el universo Marvel–es un sabio que explica el desastre ecológico en su planeta: “—Titán era como todos los planetas. Demasiadas bocas sin suficiente alimento. Cuando encaramos la extinción, yo ofrecí la salida. [Matar a la mitad.] Al azar. Sin pasiones, en igualdad para ricos y pobres. Me llamaron loco. Y luego, lo que dije, sucedió. [La extinción.] … Las decisiones más difíciles exigen la voluntad más decidida.” (Infinity War, 2018,Liga 1.) El bolchevique georgiano practicaba un pensamiento racionalista, el socialismo científico que –¡por cierto!– denegaba el maltusianismo de las caricaturas Marvel. Pero la construcción del nuevo Estado obrero, moderno e industrial –que duplicase la producción, en lugar de reducir la población– igual requería inmensos sacrificios. Si el titán de Marvel busca reequilibrar el universo matando, Stalin sabía que muchos habrían de morir en el esfuerzo de edificar una sociedad mejor. En ambas sagas (una imaginaria en las comiquitas; otra real en la Historia) ambos pierden a quienes aman. El soviético sufrió los suicidios de su mujer (Nadezhda Allilúyeva, 1932) y de su amigo más cercano (Serjo Ordzhonikidze, 1937) –ambos abrumados por el dolor causado en la construcción de la Utopía. Allí tenemos a Thanos sacrificando a su hija Gamora para conseguir la Gema del Alma. (Liga 2.) ¿Hay equivalente en los comics para aquélla escena del líder soviético regañando a su hijo adolescente (Vasili) por abusar de sus compañeros de clase y profesores? El padre le dice: “—Dices que eres Stalin. Mientes. Tú no eres Stalin. Yo no soy Stalin. Stalin es el poder soviético.” Y el poder soviético era esperanza.

Se me ocurre un equivalente. Bruno Díaz (Bruce Wayne, para las lectoras jóvenes que no conocieron los personajes castellanizados de los 1960s) construyó la máscara del hombre-murciélago no sólo para inspirar terror a los malos, sino como una “imagen vigilante” que protege a los buenos desde la oscuridad: El Caballero de la Noche. Esta contradicción (entre nosotros, los occidentales) que une bondad y oscuridad es explorada por la película The Dark Knight de Christopher Nolan (2008). El objetivo del Guasón es destruir los símbolos, porque estos dan esperanza a la sociedad. La película está llena de las tentaciones que el Joker plantea contra los potenciales héroes. Se trata de que caigan para que no puedan simbolizar la esperanza. Se trata de demostrar que “todos los políticos son iguales”. A través de estas trampas el Guasón convierte a Harvey Dent, el fiscal general incorruptible, en el monstruo Dos Caras. Al final, Batman deberá asumir la responsabilidad de los asesinatos de Dos Caras para salvar la memoria social sobre Dent. Se trata de que el Pueblo no se entere de que la vieja maldición acaso sea cierta: “Mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano”. Es relevante, lectora, que esta frase la propuso Dent en una cena, al hablar de los protectors (dictatores) de Roma y de la necesidad de substituir a Batman por una figura pública, abierta, democráticamente electa… En la mesa, el billonario Bruno Díaz parece burlarse del sueño de Dent, pero en realidad Batman está fascinado por el milagro de encontrar un político dispuesto a encarnar la esperanza. Esta película de Nolan está disponible en Netflix, Amazon Prime y otras plataformas. El guión, en inglés, se puede descargar de la Liga 3.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

Liga 3:

https://www.nolanfans.com/library/pdf/thedarkknight-screenplay.pdf

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