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Opinión

Ver para pensar: Bárbaros contra la ciencia

Federico Anaya Gallardo

Una querida amiga de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) me sugirió hace tiempo reseñar la película de 2021 de la directora neozelandesa Jane Campion (n.1954) titulada The Power of the Dog (El poder del perro).

Dudé bastante en entrar a esa tarea hasta que, la semana pasada, abordé el tema del sanador checo Jan Mikolasek llamado charlatán por sus críticos y retratado fílmicamente por la directora polaca Agnieszka Holland en 2020. En aquélla película yo vi la confrontación entre la sociedad moderna europea (construida a partir de la ciencia empírica) y la anterior sociedad tradicional (tejida por una intrincada red de símbolos mágicos y religiosos). Escribiendo lo anterior, de pronto caí en cuenta en que había una confrontación análoga en el filme de Campion. Veamos.

La película de la neozelandesa (importa insistir en su orígen) se basa en la novela homónima de Thomas Savage (1915-2003). En su obituario, publicado el 30 de Agosto de 2003, Los Angeles Times reportó que el escritor fue un “antiguo vaquero y peón de rancho, quien convirtió su crianza en Montana en sobrias y sensibles novelas del Oeste”.

(Liga 1.) Revisando su biografía, y luego de ver la película de Campion, hay mucho más qué decir. Los trabajos de Savage en Montana están relacionados con su padrastro, Charles Brenner, quien en 1920 se llevó a su mujer y al niño de cinco años a su rancho ganadero en Montana.

No había escuela en el área. Para estudiar la secundaria y la preparatoria, el muchacho debió mudarse a la población más cercana, Dillon, que aún hoy es un poblado de 18×18 calles.

Importa señalar que la preparatoria de la que se graduó era la Beaverhead County High School –y que, por supuesto, el equipo de fútbol americano son Los Castores de Dillon.

El National Center for Education Statistics reporta que hoy día esa preparatoria cuenta con cuatro grados escolares y que en el ciclo 2020-21 hubo 323 estudiantes. Imagínate, lectora, la misma escuela hacia 1930, cuando el novelista Savage estudió en ella.

La novela The Power of the Dog (publicada en 1967) se sitúa en un rancho ganadero en Montana entre 1925 y 1930; Las tierras están en medio de la nada y los vaqueros deben arrear sus hatos hacia una lejana línea ferroviaria para cargarlos en trenes.

La propiedad pertenece a dos hermanos (Phil y George), ambos solteros y ya entrados en sus cuarentas; El mayor decide sentar cabeza y desposar a una viuda que vive junto a la estación de ferrocarril, la señora (Rose) tiene un hijo adolescente (Peter) quien está terminando la preparatoria y que al poco se irá a estudiar en alguna ciudad del Este.

Cuando la mujer llega al rancho, inicia un sordo conflicto con el cuñado, toda la narración se teje alrededor de esta oposición, que sólo se recrudecerá cuando el ahora hijastro llegue de visita, cargando sus libros de medicina.

El rancho ganadero del que estamos hablando es un negocio próspero, pese a que se venda su ganado en pie. George y Phil se pueden dar el lujo de invitar a cenar al gobernador del Estado. Con ocasión de esa visita, descubrimos que Phil es famoso por ser uno de los pocos montaneses que ha ido a estudiar en la Costa Este, y ¡nada menos que en Yale! George desea dar una buena impresión a sus importantes invitados.

Su mujer Rose tocará el piano, su hermano Phil mantendrá una conversación culta con el mandatario, pero todo es un desastre: Phil rehúsa bañarse y no llega a la cita. Cuando al fin se presenta se comporta rudo y salvaje.

Te decía, lectora, que encontré una confrontación análoga a la de Charlatán en la película de Campion. Aquí, la civilización (medicina moderna) no se confronta con la tradición (curanderos campesinos ancestrales), sino con la barbarie de los homines novi de la Modernidad Americana.

El Oeste, lugar de vaqueros y ganados en soledades inmensas, es una de las encarnaciones de la Wilderness (el desierto, lo vacío) y de la Frontier que forjaron el espíritu de los estadounidenses y de los norteños mexicanos; Notemos la estrecha relación entre el vacío y la barbarie de quienes habitan en él; Los fronterizos pelean contra la naturaleza no cultivada y contra pueblos que ellos consideran no civilizados.

Cuando el civilizado (Phil egresado de Yale ó Peter estudiante de medicina) llega a los desiertos, estos se vuelven “espacios liminares” en que el urbanita puede no sólo ruralizarse, sino volverse él mismo un bárbaro. Y siendo bárbaro, puede recrearse con una libertad que no tendría ni en la ciudad ni en la Academia.

Es perfecto que el autor de la novela que inspiró la película de Campion se apellide Savage… el salvaje y aunque Savage no sólo escribió Westerns, sus obras más relevantes se ubican en esos escenarios.

Es obvio el contenido biográfico, aunque la relación civilización/barbarie se presenta en sentido contrario a lo que Thomas Savage vivió, él se escapó del rancho ganadero de su padrastro, abandonando el apellido que éste le dio (Brenner) y floreciendo como Savage en los círculos literarios de la Costa Este, su personaje Phil estudió en Yale y abandonó su educación universitaria para volverse un bárbaro en los desiertos y soledades de Montana, quien une ambas personalidades es, por supuesto, el adolescente Peter que regresa para visitar el rancho luego de empezar sus estudios universitarios.

En el obituario de Los Angeles Times de 2003 se recuperaron algunas opiniones de Thomas Savage acerca de su propia obra. Cuestionado por qué pese al reconocimiento que recibió, ninguna de sus novelas llegó a ser un “best-seller”, Savage declaró: “Escribo para un lector altamente educado, creo que mi estilo sólo atraerá a personas con una sensibilidad extrema.” El obituario escrito 18 años antes del estreno de la película de Campion señala que poco antes de su muerte, Savage recuperó notoriedad porque la editorial Little/Brown había reeditado, entre otras novelas, The Power of the Dog.

Una de las comentaristas de esa nueva edición, Susan Salter Reynolds, señaló: “Savage escribe como trueno y relámpago. Un destello ilumina detalles fascinantes, un tremor traerá una revelación fiera, una filosofía, un paisaje”.

Las imágenes de rayos y centellas que la crítica aplicó a la novela no aplican a la película de Jane Campion, salvo en la idea general de “lo eléctrico”. La directora neozelandesa muestra calma y frialdad.

La inmensidad fría de Montana oprime los espíritus delicados de los visitantes citadinos, educados y civilizados; las maneras groseras de los vaqueros barbarizados tensan todo, el ambiente se polariza y carga de tensiones, listo para que de pronto caiga el rayo, pero el rayo nunca cae. La tragedia ocurre callada, sin destellos y sin centellas.

Te decía, lectora, que importa que Campion sea neozelandesa aquélla lejana isla es una de las frontiers permanentes de la civilización occidental. Acaso esto haya ayudado a esta versátil cineasta a construir esta excelente versión de la novela salvaje de Savage.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://www.latimes.com/archives/la-xpm-2003-aug-30-me-savage30-story.html

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