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Murió Apollo Creed: la conmovedora despedida de Sylvester Stallone a uno de los héroes de nuestra infancia

Hace mucho tiempo, casi cuarenta años atrás, lloramos su primera muerte. Las Vegas, luces potentes, lujo, James Brown cantando frenéticamente Living in America, la Guerra Fría. Apollo Creed despliega su encanto en la previa. Baila y fanfarronea. Humo, vedettes y coreografía. Todavía no lo sabemos pero es su canto del cisne. Ahí está él en el ring, con su sonrisa y los pantalones con la bandera de Estados Unidos. En el rincón, invirtiendo los roles, Rocky Balboa como su entrenador. Enfrente una mole, el robótico y soviético Iván Drago. Apenas suena la campana comienza la masacre. Apollo Creed, que vuelve del retiro, no puede escapar a esa especie de cyborg que sólo busca destruirlo sin mostrar emoción. “Si muere, muere”, dice Drago. Rocky duda, tarda, no tira la toalla que podría haber salvado a su ex rival y ahora amigo. Apollo Creed no sale con vida del ring. Su muerte es uno de los hitos de la cultura popular de los ochenta. Los que vimos la película en el cine siempre vamos a recordar la congoja, el desamparo que nos produjo, cómo nos hundimos durante minutos en nuestra butaca.

La misma sensación nos golpeó cuando hace unas horas leímos en las redes sociales la noticia de la desaparición de Weathers. Volvimos a ser esos chicos de la década del 80 con el corazón estrujado, esperando que Rocky palie, de alguna manera, nuestro dolor.

Apollo Creed era Carl Weathers. O viceversa. El personaje y el actor fundidos para siempre consagrados por una de las grandes sagas del cine del último medio siglo.

Sylvester Stallone subió a sus redes sociales un video en el que se lo nota conmovido. Una despedida sentido a su viejo colega, amigo y rival. De fondo la pintura que retrata la última pelea entre Apollo y Rocky, la tercera, la que mantuvieron a puertas cerradas, por su honor. Dice Stallone: “Hoy es un día muy triste para mí. Es difícil expresar lo triste que estoy. Carl Weathers fue una parte indispensable de mi vida, de mi éxito, le doy mucho crédito a él. Porque cuando entré a esa habitación y lo vi por primera vez, vi su grandeza, me di cuenta lo genial que era. No podríamos haber hecho lo que hicimos con Rocky sin él. Era absolutamente brillante. Su voz, su físico, su fuerza, su talento, su estilo. Pero lo más importante: su corazón y su estilo. Es una pérdida horrible. Y estoy parado frente a este cuadro, porque probablemente ese fue el último momento que compartimos en un ring. Nunca lo voy a olvidar: fue mágico. Tuve la suerte de ser parte de su vida ¡Apollo seguí peleando!”.

Desde muy chico, Weathers fue un destacado atleta. Campeón universitario, se convirtió en jugador profesional de fútbol americano. Su paso por la NFL duró dos temporadas en los Oakland Raiders. No se destacó demasiado. Luego jugó un año más en la liga canadiense. Al ver que los caminos en el deporte profesional se le estrechaban, completó sus estudios y probó en el mundo de la actuación. A mediados de la década del setenta obtuvo varios papeles pequeños en series televisivas. Pasó por El Hombre Nuclear, Starsky & Hutch, Kung Fu, Swat y Barnaby Jones.

Mientras tanto buscaba su gran oportunidad en el cine, aunque sabía que en esos tiempos más que en el blaxplotaition no había demasiados papeles buenos para actores de color. Pero Weathers compartía con el personaje que luego lo haría célebre, la determinación, la confianza en sí mismo y algo de vanidad. Confiaba en que su oportunidad iba a llegar. Y esa oportunidad dorada, única, inolvidable, se llamó Apollo Creed.

Weathers no fue la primera opción para el papel. Stallone y los productores deben haber pensado que para desconocidos ya estaba él, que al menos necesitaban un nombre rutilante para interpretar a su rival. El elegido originalmente fue el ex campeón del mundo Ken Norton, quien había enfrentado tres veces a Muhammad Alí (perdió dos en decisiones divididas y ganó la tercera). Un gran nombre, muy popular, un boxeador de verdad y con prestigio: lo que no tenía de actor lo supliría con su presencia, técnica y credibilidad. Pero a último momento Norton declinó la oferta.

Stallone debió salir a buscar otro Apollo. La audición de Weathers no fue pacífica. El actor leyó su papel pero algo no fluía. Le dijeron que lo iba a ayudar el guionista. Así que Stallone se levantó de la silla y leyó la parte de Rocky, mientras Weathers se encargaba de Apollo. Al terminar, Carl Weathers no quedó conforme con lo hecho. Antes de dejar la oficina, dijo con amargura: “Si me hubiesen puesto delante un actor de verdad, habría sido todo diferente”. Al final del día, Stallone pidió a los productores que llamaran a Weathers, que él debía ser Apollo. Los que estaban a su alrededor creyeron que se trataba de una broma. Pero no lo era. Había encontrado a quien tenía el físico adecuado y la actitud altanera que Stallone anhelaba para Apollo.

Con Carl Weathers el personaje ganó en profundidad. Apollo es el campeón de los pesos pesados: el deportista más importante de su tiempo, el más poderoso, el de mayor fama (eso fue cambiando con el correr de los años: hoy casi nadie sabe quién es el campeón de los pesos pesados). En los setenta el mundo era de los pesos pesados. Entre otros convivían Alí, Frazier, Foreman, Norton, Larry Holmes. Era muy difícil estar a la altura de ese mundo real y al mismo tiempo legendario. Y Rocky y Apollo, por momentos, lo superan.

El que se hiciera cargo de Apollo debía saber actuar y tener la técnica, el físico y el porte de un campeón. Y Carl Weathers tuvo todo eso.

Su imitación del Muhammad Alí bombástico y petulante es convincente. Logra que esa arrogancia atrape y seduzca en vez de causar rechazo (nunca lo convierte en un personaje antipático y plano como sí lo es el Clubber Lang de Mr. T). Cuando elige a Rocky como rival, por la sonoridad de su nombre y apodo, dice: “Apollo Creed contra el Semental Italiano. Parece el título de una maldita película de monstruos”.

Además Apollo tiene varios grandes apodos: Master of Disaster, The King of Sting, The Count of Monte Fisto.

Apollo Creed es un gran antagonista. Es un personaje con varias capas. No es el típico villano sin espesor y en el que se depositan todos los defectos del mundo. Esa tridimensionalidad es la que permite, con el correr de las películas, que su personaje vaya mutando hasta convertirse en ladero, entrenador y consejero de Rocky. Comparten oficio, vivencias y nobleza. Y ese giro pudo darse sin forzarlo debido a lo bien escrito e interpretado que estaba el personaje en la película original, cuando nadie pensaba que podría tener continuaciones.

En Rocky, la original, la secuencia final de la pelea son veinte minutos de puro cine. Veinte minutos que influyeron decisivamente en todo el cine deportivo posterior. Rocky en el vestuario, la tensión previa, el rezo arrodillado frente al lavatorio. Por el otro lado, Apollo hace un ingreso estentóreo. Sobre una carroza, disfrazado como George Washington tira dólares a los espectadores. Luego en el ring despliega un convincente show a lo Muhammad Ali. Vocifera, con encanto, “¡Creed in three!” e imitando los afiches de reclutamiento de la Segunda Guerra Mundial, señalando con su guante a Balboa, le grita: “I want you”. Joe Frazier, crédito de Filadelfia, saluda a los púgiles. Las instrucciones del árbitro. Y la pelea. Los golpes, las caídas, los intercambios feroces. Las arengas en los rincones durante los descansos. Los relatores llevando adelante la narración de la lucha. El desarrollo desfavorable a Rocky. Su poder para remontar. La épica. La emoción. Es imposible que sólo un actor sostenga esa secuencia. Posiblemente, el que se luzca más, el que permite que queramos con locura que Rocky se levante cada vez sea Weathers con todo lo que hace con su Apollo. Si bien se recuerda el round 15 y su épica, el 14 posiblemente sea el segundo mejor de todos los de la saga (porque el mejor es el round 15 de la revancha: el más extraordinario round de la historia del cine: inverosímil, dramático, excesivo, épico, bello, inolvidable). La cara de incredulidad de Apollo/Weathers cuando Rocky logra levantarse es inolvidable. Y no olvidemos que esa pelea la ganó Apollo.

Pero no todo sucede en el ring. El comienzo de Rocky II tiene otro gran momento de Apollo cuando se encuentran en el hospital, apenas finalizado el primer enfrentamiento, rodeados por periodistas, y discuten y se desafían desde sus sillas de rueda.

En Rocky III se produce la alianza. Apollo va al rincón de Rocky. Los clips de entrenamiento juntos, las carreras por la playa son grandes momentos. Pero lo más importante de la historia está en la otra pelea, la que Apollo va sembrando a lo largo de toda la historia, la que los va a enfrentar a puertas cerradas, la del honor, la tercera entre ellos.

Hubo un cortocircuito posterior entre Stallone y Weathers. Para la sexta de la saga, el gran regreso con Rocky Balboa, Stallone pidió autorización a sus anteriores antagonistas para usar su imagen en algunos flashbacks. Mr. T y Dolph Lundgren aceptaron pero Weathers se opuso. Quería tener un papel en la película. No hubo forma de explicarle que su personaje había muerto y que esa muerte había quedado grabada a fuego en más de una generación. Unos años después, la relación entre los actores se recompuso y el Apollo original aparece en viejas imágenes en Creed.

Después de su participación en Rocky, Weathers trabajó en varias películas y series. Los papeles más memorables los obtuvo en Predador, ese espécimen del cine de híper acción de los ochenta protagonizado por Scharwarzzeneger y como el maestro de golf de Happy Gilmore al que un cocodrilo le comió un brazo. Weathers repitió el rol en Little Nicky otra comedia de Sandler, que también despidió con mucha cariño a su colega en las redes diciendo que “fue un verdadero gran hombre, gran padre, gran atleta”.

El último papel de relevancia, Weathers lo obtuvo The Mandalorian, la serie de Disney. A lo largo de su carrera participó en más de 80 películas y series.

Murió Carl Weathers, un buen actor, a los 76 años. Murió, de nuevo, Apollo Creed, uno de los héroes de nuestra infancia y de nuestra primera adolescencia.

Para muchos de nosotros siempre estará en el ring, bailando antes de la campana, haciendo alguna gracia que nos haga reír, llevando a Rocky al límite, siendo un rival exigente y noble, un atleta excepcional y un amigo en el que confiar.

Con información de: Infoabe

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