Según un informe reciente sobre la vasta región del Himalaya, los picos y valles de las cadenas montañosas de Hindu Kush-Himalaya están entre las regiones más inaccesibles del mundo, y el cambio climático ha afectado incluso los valles más aislados. Los cambios han dificultado la vida de los 240 millones de personas que viven entre sus riscos y picos, y es probable que en el futuro los efectos sean más graves.
En la región de alta montaña, que se extiende desde Afganistán en el oeste hasta Myanmar en el este, las temperaturas del aire han aumentado más de 1°C (casi 2° F) desde principios del siglo XX, y las temperaturas frías han subido más rápido que en el resto del mundo. Como consecuencia: los glaciares están desapareciendo; el permafrost se está derritiendo; los patrones climáticos se están haciendo más erráticos, y las fuentes de agua con las que contaban millones de personas ya no están completamente disponibles, y hay un mayor riesgo de que ocurran desastres naturales.
“Las montañas son importantes, y es hora de que empecemos a prestarles atención”, expresa Phillipus Wester, científico jefe del Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas, en Katmandú y uno de los autores principales del informe, que reunió a más de 200 científicos y analistas.
Sin embargo, el estudio advierte que, sin la atención global inmediata para frenar el calentamiento futuro y el compromiso de los países de la cordillera, el cambio climático futuro creará complicaciones en la región, que serán difíciles o imposibles de solucionar.
Picos calientes y nieves cambiantes
El Hindu Kush-Himalaya comprende muchas de las montañas más emblemáticas del mundo, tiene más de 78000 kilómetros cuadrados de hielo glaciar (más que en cualquier otro lugar del mundo, fuera de los polos), y abastece a 240 millones de personas en sus cimas y valles. Las cadenas montañosas también son la cuna de cabeceras de ríos como el Indo, el Ganges y el Brahmaputra, que proveen agua a miles de millones en las tierras bajas río abajo.
Las altas montañas ya están sintiendo intensamente los efectos del cambio climático, más que en muchas otras partes del mundo, aunque las razones no son del todo claras.
“Incluso si se establece un calentamiento global límite de 1.5° [Celsius, o 2.7 ° Fahrenheit] para fines de siglo, siendo esto casi un milagro, es probable que las altas montañas tengan mayores temperaturas”, sostiene Arun Shrestha, uno de los autores principales del capítulo sobre el cambio climático, y científico del clima en ICIMOD. Y explica que ese número aumentará a por lo menos 3° Fahrenheit a mediados de siglo, “un calentamiento muy significativo”.
Algunas partes de la región, como la meseta tibetana y gran parte del borde noroeste del cinturón montañoso, incluido el Karakoram, están en una peor situación de riesgo: con el límite de calentamiento de 1.5° C (2.7° Fahrenheit) sugerido por el IPCC el otoño pasado, estos picos podrían tener un calentamiento de más de 2° C (3.6° F).
Y sin esfuerzos globales coordinados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los números podrían aumentar aún más. Los autores sostienen que si continuamos teniendo las emisiones actuales, las altas montañas experimentarían aumentos de temperaturas mayores a 3° C (5.4 ° F) para finales de siglo. Y si las emisiones aumentan, ese número podría superar los 5° C (10 ° F).
Para los agricultores que cultivan manzanas o granos en las laderas de las montañas empinadas, eso significa que tienen que mover sus huertos hacia arriba, para perseguir las noches frescas y respetar los ciclos que necesitan sus cultivos. Para otros, los cambios en los patrones de nieve y lluvia secan arroyos y manantiales, y aumentan las posibilidades de inundaciones desastrosas.
Las nevadas y los patrones de lluvia también han cambiado como consecuencia del calentamiento climático. La mayoría de las nevadas en las altas montañas a lo largo de la franja oriental de la región caen durante el verano, cuando el poderoso monzón se adentra en las montañas. Pero en las últimas décadas, ese monzón se ha debilitado, y las montañas ya no reciben la nieve que alimenta los glaciares y que, cuando se derrite durante la primavera, proporciona el agua fundamental para muchos agricultores, justo en el momento que los cultivos necesitan agua. Se cree que este monzón será más débil en el futuro, lo que interrumpirá aún más los suministros de agua que los agricultores necesitan.
(Conoce cómo algunas comunidades de alta montaña se aseguran de tener agua durante todo el año construyendo “estupas” de hielo.)
“Debemos saber que, con el cambio climático, las condiciones del tiempo serán más cambiantes”, sostiene Nina Bergan Holmelin, investigadora del Center for International Climate Research (Centro de Investigación Internacional del Clima) de Noruega, que estudia a los agricultores y las comunidades de la región. “Es fundamental actuar en el momento justo. Es mucho más difícil lidiar con las sequías, las inundaciones y la lluvia intensa, y luego con nada durante mucho tiempo”.
Glaciares que se derriten: el agua cambia y origina desastres
Al mismo tiempo, ya se están derritiendo muchos glaciares en toda la región, especialmente en la meseta tibetana y en los tramos orientales de la cordillera, como la cordillera central del Himalaya y el Khumbu, donde se encuentran algunas de las montañas más famosas del mundo. Según estudios compilados en el informe, el derretimiento es de un 20-47 por ciento desde el 2000. “Y si las condiciones siguen como están, desaparecerá el 50 por ciento del volumen para fines de siglo”, explica Joseph Shea, uno de los autores principales del capítulo del informe que investiga cómo está cambiando el hielo en la región, y glaciólogo de la University of Northern British Columbia, Canadá.
El glaciar y la nieve se funden y mantienen el flujo de los ríos. El Indo se alimenta en un 40 por ciento de agua proveniente de deshielo glaciar; eso significa que, a corto plazo, en realidad, hay más agua que desciende de las altas montañas.
Sin embargo, es probable que se reduzca el suministro de agua a ríos como el Indo a medida que los glaciares disminuyan su volumen, comenta Michele Koppes, científica climática de la University of British Columbia en Vancouver, quien no participó del informe. “Los glaciares y la capa de nieve son como grandes bancos de almacenamiento de agua”, afirma. Esa agua puede liberarse lentamente durante temporadas, décadas o incluso cientos de años, dependiendo del deshielo de los glaciares y la capa de nieve. Pero el cambio climático está obligando a que este proceso suceda más rápido de lo que solía hacerlo, por lo que “cada vez se recurre más a esos tanques de almacenamiento”, explica; en consecuencia, las comunidades y sistemas ecológicos que dependen de esa agua se encuentran en peligro.
Los cambios en los glaciares también tienen otro efecto, según Sudeep Thakuri, glaciólogo de la Universidad de Tribhuvan en Katmandú, quien no participó en el informe: más deshielo significa más charcos de agua en los lagos en la parte superior de los glaciares o en el frente inferior. Desde 1977, según sus colegas, se ha duplicado la cantidad de lagos glaciares en el Himalaya de Nepal.
Y como esos lagos suelen crecer muy rápido y tienen mucha agua, pueden (de hecho, ya ha ocurrido) rebasar las pilas de rocas que los contienen, y generar inundaciones catastróficas.
Cuando se descongela el hielo que mantenía fijas las pendientes empinadas, se originan desprendimientos de rocas, colapso del terreno y avalanchas.
Según el informe, desde la década de 1980, las condiciones climáticas cambiantes han aumentado el riesgo de desastres en la región, y en el futuro, la situación empeorará.
Momento de actuar
La ciencia todavía está investigando las experiencias de millones de personas que viven en las montañas. En 2007, un informe de evaluación global del IPCC destacó la escasez de conocimiento científico acerca de los efectos provocados por el clima y los futuros desafíos en esta región emblemática y fundamental. Al principio, el panel sugirió que los glaciares de la región desaparecerían por completo antes de 2035. Los glaciólogos que conocían la región sabían que la situación era mucho más compleja, “pero no contábamos con una investigación científica sólida como para afirmar lo que podría ocurrir”, comenta Shrestha. “Por supuesto, sabíamos que el volumen estaba disminuyendo, pero no sabíamos cuánto”.
Entonces, el reto quedó establecido, y los científicos de todo el mundo comenzaron a investigar el problema. Muchos de los glaciares de la región se encuentran en valles remotos o montañas de difícil acceso; y resulta difícil para los científicos saber cómo están cambiando estas áreas complejas a partir de imágenes satelitales. Los científicos se esforzaron por encontrar datos confiables suficientes en la vasta franja de la cordillera.
Wester comenta que ahora la escena se hizo más visible. Y lo que muestra es una región que enfrentará enormes desafíos en los próximos años. Y agrega que la región, con sus millones de habitantes y los recursos fundamentales para los vecinos que viven río abajo, no ha recibido la atención internacional que merece.
“Ahora sabemos lo suficiente como para tomar medidas”, afirma Wester. “No podemos escondernos detrás de la excusa de que no contamos con los datos, que se necesita más investigación; ahora hay una evaluación de 650 páginas. 210 personas se reunieron durante tres años para investigar este asunto. Sabemos que va a ser difícil, pero sabemos lo suficiente como para tomar medidas”.
Con información de National Geographic.