Alemania conmemora este viernes con solemnidad y vigilante al avance del populismo y la extrema derecha en Europa el 80 aniversario de llamada Noche de los Cristales Rotos (‘Kristallnacht’), el pogromo que abrió el camino al genocidio de hasta seis millones de personas, en su mayoría judíos, informó el portal del Mundo.
“No puede volver a pasar”, sentenció la canciller Angela Merkel en el acto homenaje organizado por la comunidad judía de Berlín en la sinagoga de la Rykestrasse, destruida en 1938 y reinaugurada en 2009 tras ser completamente restaurada.
Ante más de 2.000 invitados, entre ellos todos los representantes de los poderes del estado y del cuerpo de diplomático, canciller, como hiciera en el Bundestag (Parlamento federal alemán) el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, marcó distancias entre la Alemania de hoy, con todos sus problemas y deficiencias, y los turbulentos años treinta.
Pero lamentó que haya grupos que no hayan aprendido de la Historia y todavía siga siendo necesaria una vigilancia policial de todos los centros judíos, colegios, guarderías, restaurantes, cementerios y sinagogas.Merkel se refirió así, sin citar a ningún partido a los brotes de racismo y xenofobia que están pasando a formar parte de la vida diaria en Alemania y en Europa, y en ese contexto se preguntó si a diferencia de las instituciones de finales de la República de Weimar, cuando los nazis alcanzaron el poder, los Estados son fuertes.
Su respuesta, fue similar a la del presidente Steinmeier y al jefe del Consejo de Judíos alemanes. “La República de Weimar no acabó porque había muchos nazis, sino porque había pocos demócratas”, sentenció Josef Schuster. Hoy, los demócratas son mayoría y son más fuertes, aunque siga faltando coraje civil.
En palabras de Steinmeier, los alemanes pueden estar orgullosos de las tradiciones de libertad y democracia “sin apartar la vista del abismo del holocausto”.”El nacionalismo embellece el propio pasado” y evoca, también en su variante más reciente, “un viejo mundo perfecto que nunca existió como tal”, mientras que un “patriotismo democrático” no es una almohada sobre la que descansar, sino un “constante estímulo” para aquellos que quieren hacer mejor el futuro.