Federico Anaya Gallardo
Pensé llamar a esta columna Ver para pensar. Su idea-guía es que el cine es un pretexto para introducir temas a las audiencias para que estas reflexionen. Por supuesto, las audiencias tienen su propia opinión: a veces (muchas veces) no desean pensar. Si alguna vez fue álgido este debate, ello ocurrió al triunfo de la Revolución de Octubre, cuando la industria del cine aún era joven pero su potencia política ya la había demostrado Birth of a Nation de Griffith (1915). Esta película es una obra de arte, pero es perversa. Su realismo de Griffith es engañoso. Era sólo verosimilitud, un símil de la verdad. Ya regresaremos a ella –pero recomiendo que la lectora la vea. (Está completa, con sus 3 horas y 13 minutos originales, en YouTube, Liga 1.)
Esta columna sugerirá películas. Muchas de ellas están disponibles en la www. Yo desearía que mis sugerencias fueran de “amplio espectro”, incluso de “mezclas duras” como las que hacían –en rolas musicales– Jis & Trino cuando eran jóvenes en la radio tapatía. Espero de la lectora un juicio sincero respecto del éxito o fracaso de esta mi intención.
Hace 30 años, la experta en cine ruso Denise J. Youngblood (Universidad de Vermont) escribió un pequeño ensayo titulado “¿Entretenimiento o Ilustración?” incluido en el volumen New Directions in Soviet History editado por Stephen White (Cambridge, 1990). No aburro al lector con esa reseña, sólo reproduzco el epígrafe que la doctora Youngblood usó. Se trata de un mensaje enviado por un ciudadano soviético a la Editora de Teatro y Cine (Теакинопечать, Tea-kino-pechat) comentando la oferta fílmica en la URSS de 1927: “Es aburrido, camarada editor, vivir en un país ocupado en sustituir los arados con tractores, en el que los campesinos y los cocineros dirigen el gobierno, donde los amantes del bulbo eléctrico no entienden de los cuentos de Bagdad. Es aburrido y yo estoy cansado de la vida. La vida se ha vuelto repugnante. Quiero olvidarme de mí. Quiero romance…” Se vale. Pero también se vale pensar. Y se vale a veces pensar y a veces distraerse del pensamiento.
Teakinopechat no publicó la carta de aquél veedor aburrido. El cine soviético terminó siendo sólo ilustración y repitiendo sus lecciones mecánicamente. Así las cosas, el más grande experimento de transformación social emprendido por la humanidad terminó siendo de un aburrido insufrible –entre otros terribles dolores. En Adiós a Lenin (Alemania, Wolfgang Becker, 2003), Christiane Kerner, la militante madre alemana comunista se queja amargamente ante los camaradas del Kombinat de la moda: “—No es posible que nuestras obreras y campesinas, que son robustas, sean castigadas así en el 40 aniversario de nuestra república”. (Good bye, Lenin! está disponible en Amazon Prime vía HBO.) Pero, aclaro: antes de morir de aburrimiento, el cine soviético entretendría a media humanidad, mostrando la gran aventura de transformar todo desde la raíz. Y bien se sabe que no hay cosa más interesante que una película de aventuras.
Imagen: Todo para ilustrar al Pueblo:Теакинопечать publicó en 1929 un libro de Daniil Rafalovich (Даниил РАФАЛОВИЧ) titulado Кино Америка Сегодня (Kino Amerika Segodnya, Cine Americano de Hoy) con una portada constructivista. (https://collection.cooperhewitt.org/objects/890290253/)