José de Jesús Ortiz/Colaboración especial
En los últimos meses ha destacado como una voz crítica del proyecto de depredación ambiental que pretende desarrollarse en más de dos mil hectáreas de la Sierra de San Miguelito, una zona ecológica que relaciona con momentos entrañables de su infancia, por lo que llama a defenderla ante el riesgo inminente de ser devorada por el capital inmobiliario representado por un puñado de grupos empresariales poderosos, en complicidad con el poder político.
Dice tener confianza en que los activistas y colectivos que desde diversos frentes (social, jurídico, mediático) defienden esa zona estratégica para el desarrollo sustentable del Valle de San Luis, logren detener el avance de este proyecto en el cual se busca edificar complejos residenciales de lujo (como fue en su momento Santa Fe en la Ciudad de México) en más de dos mil hectáreas, incluida la Cañada del Lobo, “podemos ser capaces de frenar incluso la complicidad de Semarnat”, señala.
José MiramontesZapata (1960), director de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, vive en el barrio de San Miguelito rodeado de música y recuerdos. Formado en un ambiente familiar en el que la música era un elemento central, aprendió a los siete años a tocar el piano. Estudió con los maestros Cristina Zárate, Gabriel Arriaga y Nicolás Díaz, y después en la Escuela Nacional de Música, de la UNAM. Fue becado por el Instituto México-URSS, para estudiar música de 1989 a 1995 en el Conservatorio Nicolás Rimsky-Korsakov de Leningrado, especializándose en dirección de coral y orquestal.
En enero de este año, hizo público un pronunciamiento en defensa de la Sierra de San Miguelito y denunció a aquellos que “solo asocian una noción de progreso, desarrollo y evolución con crecimiento de su concentración de riqueza, de capital, de poder político avasallador de los recursos naturales, del trabajo humano en fin de la destrucción de la naturaleza”.
Días después de que la Orquesta Sinfónica ofreciera (dos de julio) un concierto en el Teatro de la Paz -con las restricciones propias de la pandemia- con el que de alguna manera festejó su vigésimo aniversario de fundación, José Miramontes responde a diversas interrogantes.
—¿Qué representa la Sierra de San Miguelito para usted?
—La Sierra es algo muy especial, tiene que ver en primer lugar con toda mi diversión de infancia, todo lo que fue mi proceso infantil y la adolescencia, todo eso tiene que ver con la Sierra de San Miguelito. Entonces existía el Cerro de la Pepsi, el Cerro de la Corona, había un zoológico pequeño en el Cerro de la Corona, pequeño si se quiere, pero era la oportunidad de ver cosas que no se tenían en la vida cotidiana.
—¿Cómo se involucra con este caso, ha asumido una postura pública de defensa de la Sierra de San Miguelito?
—Asumo una postura activa, pública, porque se debe asumir, no se puede permitir que se destruya la Sierra; el primer contacto no fue tanto por la Sierra de San Miguelito sino por una manifestación en San Luis -creo que fue en 2017- en contra de la corrupción. Pienso que no puede haber una sociedad sana si está cimentada en relaciones de corrupción, es muy simple: cedes y eres cedido a otro interés, tu derecho a la decisión queda anulado por la misma corrupción. Ese fue un primer acercamiento, no era una manifestación en defensa de la Sierra pero el tema empezaba a aparecer, ahí me di cuenta que había un grupo que estaba ya en eso. Seguramente había ya algunas personas como Carlos Covarrubias y otros activistas; Carlos es un tipo increíblemente terco, necio (como debe ser en esto) e incorruptible, no tenemos mejor defensor que él.
—¿Qué esperaría del Presidente López Obrador en un tema como éste, hay un ámbito de competencia federal muy importante?
—Solidaridad, pero López Obrador no es el magnificente, a él le puede corresponder pero no puede controlar todos los hilos de la red de control político, puede controlar ciertos hilos específicos, muy directos, pero en el caso de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el asunto se ha ido –me parece a mí- fuera de su control, de tal manera que ahora la Sierra de San Miguelito corre cierto peligro en la extensión de las posibilidades territoriales de ramificación del crecimiento urbano.
—El Presidente ha dicho que la Sierra de San Miguelito no se toca.
—Sí, la Sierra no se toca, pero eso es una abstracción hasta que no se ponen las coordenadas específicas y se delimita, y si la nueva secretaria de Semarnat no hace caso de esto o si las investigaciones de la UNAM al respecto están corrompidas por estos mismos controladores del desarrollo urbano en SLP, es muy difícil lograr mantener la ecuanimidad al respecto.
—Qué le dice el silencio de gran parte de la intelectualidad y la comunidad artística en asuntos públicos como éste.
—Lo que me dice es el que el reino de la ignorancia sigue siendo el reino supremo, ¿por qué la ignorancia? porque al final de cuentas la no ignorancia hace reaccionar al individuo en otro sentido diferente al de la complacencia individual o al de la indiferencia insolente…Cada quien que haga lo que esté a su altura hacer, además no hay de otra porque finalmente eso es lo que ocurre y esa manera de hacer las cosas a la altura de su conciencia es lo que determina cuál es el estado de conciencia social.
—¿La Sierra de San Miguelito terminará igual que Cerro de San Pedro, víctima de la depredación del capital?
—Creo que la experiencia de Cerro de San Pedro ha dado mucho para los defensores de Sierra de San Miguelito, mucha experiencia y tengo confianza en que podemos ser capaces de frenar incluso la complicidad de Semarnat, puede ser la Semarnat o puede ser la propia UNAM en sus estudios la que esté contaminada por la influencia de los constructores.
—¿Es una lucha que sigue abierta?
—Sigue abierta, es una batalla que aún no está terminada.