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Sargazo, la amenaza constante al Caribe mexicano

Hasta hace unos años, Playa del Carmen, un balneario costero de México, cabecera del municipio de Solidaridad, en el estado de Quintana Roo, destacaba por ser un pueblo de pescadores de mar azul, arena blanca y sus arrecifes de coral. Sin embargo, todo eso hoy parece estar en riesgo.

“Para el Gobierno del estado, el turismo es generador de riqueza y bienestar, pero los recursos naturales que tiene Quintana Roo se está dañando, se ha vuelto un mal sistemático”, refiere Carlos Underwood, periodista y documentalista que vivió en el lugar de 2008 a 2016.

Uno de los daños evidentes es el atípico arribo de un alga llamada sargazo desde 2013, que se ha convertido en un problema ambiental para las autoridades. “Empezó desde 2015 [la contingencia], hay investigadores que advirtieron sobre las corrientes marinas y el vertimiento de aguas negras por hoteles que no tienen plantas de tratamiento adecuadas; había advertencias sobre la arribazón de 2015 y al Gobierno no le importó; en 2016, hubo otra arribazón terrible. Ya se sabía que iba a pasar lo que está pasando ahora y no hubo inversión en investigación”, destaca el director del documental ‘Erosión’, que refleja el deterioro que ha sufrido Playa del Carmen.

Sandra Laso, responsable de los temas de agricultura y alimentación de Greenpeace México, concuerda en que el arribo masivo de sargazo a México empezó en 2015, sin que, hasta ahora, “se desarrollen estudios para identificar las mejores prácticas para su manejo ni cuáles son las medidas que el Gobierno mexicano puede implementar para su atención preventiva y de repuesta”.

En enero pasado, la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Josefa González Blanco, admitió que la llegada de esta macroalga a las costas de Quintana Roo es una situación de emergencia.

Así, se dio un paso inédito, encabezado desde la Federación: se instaló una comisión interinstitucional para atender la llegada de sargazo en playas de la entidad, con lo que estableció un plan de contingencia para su detección temprana de zonas o playas propensas al impacto de acumulación extrema; la identificación de la trayectoria de los bancos de sargazo para implementar acciones de contención y recolección desde el mar, así como la mitigación de las afectaciones en los ecosistemas, la adaptación, la remediación y el aprovechamiento sustentable.

El verano pasado, la Administración anterior se comprometió a otorgar 3.238.384 de dólares al estado de Quintana Roo, como parte del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

El origen


El sargazo es un alga parda flotante que permanece en la columna de agua toda su vida, lo que puede producir grandes masas que se mueven de acuerdo con las corrientes oceánicas.

Además de México, Belice, Honduras, Jamaica, Cuba y Barbados también reportan arribo de esta macroalga marina parda, que llega a la costa del Caribe mexicano proveniente del sureste del Atlántico, en un área oceánica entre Brasil y África.

Su aumento se debe a condiciones como la generación de materia orgánica de las desembocaduras del Amazonas, en Brasil, y el Orinoco, en Venezuela.

“Las actividades antropogénicas, como los escurrimientos de fertilizantes que se utilizan en los cultivos y que llegan hasta los cuerpos acuáticos, están contribuyendo con nitrógeno para que estas algas crezcan más rápido, pero también lo hacen las descargas del drenaje”, explica Laso.

Del mismo modo, Raúl Padilla, quien ha documentado por años los riesgos ecológicos de la zona, refiere que el problema del sargazo viene desde selva adentro. “Se habla mucho de los nutrientes que están llegando al mar debido a malas prácticas que ocurren tierra adentro y esto es porque los ecosistemas se encuentran intercomunicados (…) tenemos un sistema de agua subterráneo que está directamente conectada con la selva y, a su vez, con el manglar en la costa y con el Mar Caribe”.

La cantidad de estas algas, en los últimos ocho años, ha superado cualquier expectativa y ha llegado a México en cantidades completamente inusuales. En 2018, el Gobierno de Quintana Roo retiró 522.226 toneladas de sus playas.

Aunque la temporada de sargazo es variable, el recale se registra principalmente en los meses de mayo, junio y julio, explica Tania Fernández, encargada de certificación de playas en la Zona Federal Marítimo Terrestre (ZOFEMAT).

“La temporada de sargazo se mueve mucho, pero cuando hay más es en mayo, junio y julio, pero depende mucho cómo se haya movido el mar de los sargazos [una región del océano Atlántico]”, refiere Fernández.

La funcionaria advierte que si no se retira adecuadamente, se puede causar erosión en la playa. Actualmente hay dos brigadas de limpieza al día que recolectan el sargazo para llevarlo a centros de acopio, donde se pone a secar para luego transportarlo a un banco, donde la Semarnat decide el destino final.

“Mi trabajo es limpiar el alga que sale del mar, desde el muelle, poco a poco, hasta que quede más o menos limpio, porque el mar vuelve a sacar más”, relata uno de los chicos encargado de la limpieza.

En 2018, el Gobierno de Quintana Roo, a través de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA), anunció que colocará estructuras anti-sargazo en puntos estratégicos para evitar el arribo de la macroalga.

Los riesgos


Entre los impactos más severos figura la mortalidad de los pastos marinos, cercanos a las costas, a causa de la reducción de luz que genera la masa de sargazo. En consecuencia, la acumulación de materia orgánica incrementa la actividad bacteriana, generando mortalidad de fauna, corales y pastos marinos, refiere la experta Brigitta I. van Tussenbroek, quien lleva años investigando el tema.

Los problemas que trae el sargazo son importantes a niveles ecológicos y socioeconómicos, advierte Laso, pues al acabar con el oxígeno en el agua, causa impactos permanentes como que los arrecifes no sobrevivan.

“El riesgo más grande es que si no se detiene [el arribo] se generen impactos permanentes en el Caribe mexicano, pues al no haber oxígeno, entonces estaríamos acabando con los pastos marinos y modificando incluso la calidad del agua, en su temperatura, el color y las especies que la habitan”, concluye la experta de Greenpeace.

Norma Patricia Muñoz Sevilla, coordinadora de la Red de Océano, Clima y Cambio Global, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), también consideró que la presencia del alga provoca un daño irreversible al arrecife Mesoamericano, pues impide la penetración de luz solar.

El Gran Arrecife Maya, llamado también Mesoamericano, es el segundo más grande del mundo después del de Australia. Nace en Cabo Catoche, al norte de Quintana Roo, y bordea las costas de Belice, Guatemala y Honduras.

Asimismo, Muñoz destacó que si el sargazo permanece en las playas, se descompone y genera lixiviados y ácido sulfhídrico que ocasionan problemas respiratorios y pueden convertirse en un asunto de salud pública.

Aprovechar el alga


En México, se han hecho esfuerzos separados para buscar un aprovechamiento del alga, uno de ellos es el de utilizarla para generar energía eléctrica, encabezado por Muñoz Sevilla, quien también es profesora e investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

La científica explica que se usarían biodigestores, contenedores o tanques herméticamente cerrados que permiten la carga de residuos orgánicos; ahí se descompone de manera anaeróbica (sin aire) para obtener, recolectar y almacenar biogás para su posterior aprovechamiento energético, con lo cual se podrían electrificar los complejos turísticos y zonas urbanas del litoral de Quintana Roo. “En el caso del sargazo no necesita la ayuda de ningún consorcio bacteriano para digerirlo, tan sólo es necesario aplicar calor”, asegura.

Con información de RT.

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