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Opinión

Ver para pensar: Combatir el Apartheid por todos los medios

Federico Anaya Gallardo

La primera escena de A dry white season (Árida Estación Blanca, Euzhan Palcy, 1989) muestra a dos niños –no más de 10 años cada uno– jugando a la pelota. Uno es negro y el otro es blanco. Juegan, ríen, se empujan, pelean por el balón, se lo lanzan mutuamente. Son amigos por más rudo que jueguen. Y lo hacen en un cuidado jardín, sus pies descalzos trotan sobre el suave césped. La estación (clima) no parece árida. Palcy nos engaña. La historia que va a contarnos esta cineasta negra de la Martinica es seca, dura, ardiente. El chico negro será asesinado por el Estado antes del minuto 30.

Filmaffinity nos reporta: “Sudáfrica, años setenta. El prestigioso profesor blanco Ben du Toit [Donald Sutherland, n. 1935] ha vivido toda su vida al margen de los horrores e injusticias del apartheid sudafricano. Nunca quiso tomar partido. Cuando el hijo de su jardinero negro [Bekhithemba Mpofu, n.1973] es arrestado en Soweto durante una manifestación de protesta, Ben piensa que la policía tiene sus razones. Pero, cuando el chico es detenido otra vez por la policía y no regresa a casa. Ben le promete a su jardinero [Winston Ntshona, 1941-2018] investigar el incidente.” (Liga 1.) La investigación del asesinato del chico a manos de los servicios secretos del Apartheid llevará a la tortura y ejecución de su padre, y ambas muertes, a un escándalo público mayor. En el juicio que se abrió, el abogado blanco de los reprimidos, Ian McKenzie (Marlon Brando, 1924-2004), demostrará que el régimen legal de Sudáfrica garantizaba la impunidad de los represores.

Brando fue nominado al Óscar como actor de reparto por ese papel. A mí me impresiona la respuesta que le da el licenciado McKenzie al profesor du Toit cuando éste le dice que él desea que se cumpla la Ley y se haga Justicia: “Ley y Justicia son primas lejanas y en nuestra Sudáfrica, ni siquiera se hablan”.

Igual que The Power of One (Avildsen, 1992) esta película es estelarizada por blancos que luchan por los derechos de los negros. Te recuerdo, lectora, que debemos entender esta enojosa substitución como parte de la correlación de fuerzas de la época. Igual que Avildsen, Palcy se basa en una novela escrita por un sudafricano blanco –André Brink. Brink tuvo el honor de ser el primer escritor en Afrikaneer censurado por el gobierno racista. A Dry White Season recibió el premio memorial Martin Luther King en 1979. Nacido en 1935, tenía casi sesenta años cuando Mandela fue electo presidente de la nueva Sudáfrica.

Este estilo de presentarnos la lucha de los africanos negros estelarizada por blancos aún lo podemos ver en producciones fílmicas recientes y menos engagés pero que, al menos, pretenden ser históricamente exactas. Véase The Crown, en “48 contra 1” (temporada 4, episodio 8, Noviembre 2020), adonde una beatífica reina Isabel se confronta con la maligna “dama de hierro” el día que la mayoría de los Estados de la Commonwealth votó sanciones contra al régimen racista de Pretoria. Ganó Thatcher. (Y peor: el capítulo nos muestra a la reina humillada por la primera ministra durante un Acuerdo. Cuando se despiden, para aliviar la tensión, la reina pregunta a Thatcher qué ha sido de su hijo. Maggie le contesta que está promoviendo negocios en el extranjero. “—¿Adónde?”— pregunta Su Graciosa Majestad. “—En Sudáfrica”— responde la premier. “—Claro…”— suspira la monarca. Las buenas intenciones sin poder real-material son humo vano. (Para que no te cortes las venas, lectora, ve mi reseña de la película Coup! en la Liga 2… el hijo corrupto de Thatcher fue condenado judicialmente por la Sudáfrica post-Apartheid.)

En A dry white season, Palcy nos muestra lo difícil que es luchar legal y pacíficamente en contra de la opresión. Los testigos de la represión deben registrar sus dichos en affidavits jurados (escritos firmados ante otros testigos) porque lo más seguro es que la policía secreta no los deje llegar ante los tribunales para decir su palabra. Cuando el abogado (impresionante Brando gordo y viejo) prueba materialmente que una víctima fue torturada, el torturador cínicamente lo niega y el juez le permite el evidente perjurio. Estos juicios son públicos. Después de todo, Sudáfrica era una democracia con Rule of Law, según los expertos de la American Political Science Association que leí en Georgetown. Pero la directora nos muestra cómo la sección para la audiencia está segregada y cómo el juez manda a la policía desalojar a la mitad negra apenas demuestran su indignación por la hipocresía leguleya del régimen. La Ley –que tantos de mis amigos santifican– es sólo forma. La Ley en ausencia de Justicia es opresión abierta. Puedes ver la película de Palcy en YouTube –en el original Inglés con pésima traducción automática al Castellano. (Liga 3.)

Estas películas blancas denunciando la iniquidad del Apartheid sudafricano, sin embargo, son sólo la mitad de mi narración y de la Historia. Junto a la imagen de la escena inicial de Palcy he puesto una foto real, que nos muestra a las tropas cubano-angolanas en la guerra contra Sudáfrica. Para apreciar mejor A dry white season te recomiendo que veas Cuito Cuanavale: La Victoria (segunda parte), que cierra el capítulo 20 de una serie (Epopeya en Angola, 1987-1988) dirigida por el cubano Milton Díaz-Canter (n.1950) periodista y director de TV. (Liga 4.) Allí podrás comparar la escena idílica de los niños jugando pelota en un jardín bien cuidado –que es “lo que debería pasar” en una sociedad multicultural organizada “decentemente”– con escenas reales de soldados negros que tomaron las armas para detener a las Fuerzas de Defensa de Sudáfrica (South African Defense Forces, SADF) que habían invadido Angola para detener a los comunistas y sostener el Apartheid.

En el documental me conmovieron tres testimonios. El general Lorente León recuerda a un muchacho angolano que le acompañaba en las trincheras mientras las SADF cañoneaban su posición: “Robertico el Lento, con su AKA nunca se me olvida. Al lado mío, como si estuviera protegiendo a su padre” (08:00-10:00). Más adelante, el coronel García Ferrer y el sargento García Naranjo, recuerdan el combate (15:30-18:00). Si los racistas los describiesen, se espantarían de ver juntos a un general blanco, un miliciano negro, un coronel negro y un sargento mestizo. El general angolano Dos Santos recuerda que “estuvi[eron] siempre con los cubanos en la misma línea. En esos tiempos las unidades iban… juntas …El aprendizaje de nuestras tropas tenía su base en los conocimientos de las tropas cubanas; [el] contacto … con las tropas, con los jefes, con los comandantes;… tanto de cubanos como angolanos …posibilitó …el establecimiento de una dinámica operativa muy fuerte, muy fuerte” (14:40-15:30). Indios, blancos y negros hermanados en combate.

Al final del documental de Díaz-Canter aparece Mosiuoa Lekota (alias Terror, n.1948). Él es un activista Sudafricano (del pueblo Sotho), anti-Apartheid, miembro del Congreso Nacional Africano y del Frente Democrático Unido, preso –igual que Mandela– por su activismo desde las universidades y en la organización popular. Fue acusado de traición y sentenciado en un juicio hipócrita como el que Palcy nos muestra en A dry white season. Llegó a ser ministro de la Defensa de la República Sudafricana durante la segunda Administración presidencial democrática, la del presidente Thabo Mbeki (1999-2007). Fue él quien coordinó el operativo que terminó con la condena del hijo de Thatcher. En el documental cubano, Terror explica, en entrevista de 2006, que “los internacionalistas cubanos en Cuito Cuanavale definitivamente inclinaron la balanza y nos pusieron firmes en el camino de las negociaciones”. Ahora entenderás mejor, lectora, por qué en 2013, los funerales de Mandela, Fidel tuvo sitio de honor.

También entenderás que Sudáfrica no fue liberada por una coalición de buenaonditas bendecidos por la Ley, sino por un movimiento complejo nacido del dolor. En él, muchas personas contribuyeron desde mil lugares muy diversos. Conciertos en Wembley, películas con estrellas de Hollywood, organizadores populares en Soweto, abogadas que no se rindieron, guerrilleros underground, soldados internacionalistas regando su sangre en Namibia y Angola. Todos los medios, todas las luchas. No tengamos miedo a la compleja realidad.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

https://www.filmaffinity.com/mx/film951044.html

Liga 2:

Liga 3:

Liga 4:

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