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Opinión

Ver para pensar: Reyes & Hot Dogs

En mis últimas kino-reseñas, lectora, he trabajado un tema obsesivo de la cinematografía anglo-americana: la necesidad de reconciliación entre la joven república estadounidense y la vieja monarquía inglesa. Para ello, te he recomendado revisar la adaptación que Luciano Salce hizo en 1983 de Innocents Abroad (Guía para viajeros inocentes) de Mark Twain; la versión de John Cromwell de El pequeño Lord de Frances Hogdson-Burnett (1936); y las comedias de MGM A yank in Oxford (Jack Conway, 1938) y A yank in Eton (Norman Taurog, 1942). Una película mucho más reciente retoma esta temática: Hyde Park on Hudson de Roger Michell (2012).

En los países de habla Castellana el filme se tituló La visita del Rey y sigue las memorias de Margaret Daisy Lynch Suckley (1891-1991) prima lejana, confidente (¿tal vez amante?) del presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945). El ancestro común de Daisy y Franklin estaba siete generaciones atrás –es decir, en el lejano siglo XVIII (circa 1700). Que los Roosevelt de mediados del siglo XX fueran conscientes de ese parentesco te dará una idea, lectora, de la permanencia de las familias propietarias del valle del río Hudson. La casa familiar de Franklin se llamaba Springwood, municipio de Hyde Park, Estado de Nueva York.

Daisy fue parte del entorno del presidente Roosevelt hasta la muerte del mandatario (1945). Fue una de las fundadoras de la biblioteca y museo presidenciales de FDR. Medio siglo después que su primo, en 1991, ella murió centenaria. Dejó a su familia una serie de diarios personales y parte de su correspondencia con el gran presidente. El guionista de Hyde Park on Hudson, Richard Nelson (n.1950), la conoció en sus últimos años. Los papeles de Daisy fueron publicados por el historiador Geoffrey C. Ward en 1995 bajo el título Closest Companion: The Unknown Story of the Intimate Friendship between Franklin Roosevelt and Margaret Suckley (La compañera más cercana: la desconocida historia de la amistad íntima entre Franklin Roosevelt y Margaret Suckley, Simon & Schuster). Con esos materiales, durante la primera década de este siglo, Nelson preparó su guion.

Para 2009, Nelson era lo suficientemente reconocido en el mundo literario como para determinar qué director deseaba para dirigir sus obras, y había decidido que fuese Roger Michell. Como éste estaba ocupado, Hyde Park on Hudson vio su primera luz el radio, transmitido por la BBC desde Londres. (Nota de nuevo la conexión anglo-americana, lectora.) Cuando Michell estuvo libre, el guion se convirtió en película –que se estrenó en 2012. Como FDR aparece Bill Murray y Laura Linney interpreta a Daisy.

La acción se centra en la primavera del año 1939. La guerra con la Alemania nazi es inminente y para todos es evidente que la vieja Inglaterra –pese a la Royal Navy y el apoyo de su imperio global– podría perder en la contienda. (Aquí te reseñé Munich: The edge of war/Múnich en vísperas de una guerra, de Schwochow, 2021, Liga 1.) Así que, por vez primera, un monarca británico visitó la república fundada por sus súbditos rebeldes. Evidentemente, el viaje de Jorge VI Windsor se hizo por consejo del primer ministro Neville Chamberlain, quien acababa de pactar en Munich la desaparición de Checoeslovaquia… para ganar tiempo y rearmar al Reino Unido. Había que preparar al aliado anglo-americano.

El Rey Jorge VI es interpretado por Samuel West (n.1966) a quien identificamos mejor como el veterinario Siegfried Farnon en All Creatures Great and Small (Channel 5, 2020-2023) y la reina consorte Isabel por Olivia Colman (n.1974) quien más adelante encarnaría a una Isabel II madura en The Crown (Netflix, 2019-2023).

El casting de ambos actores es adecuado, porque la primera impresión que producen en la audiencia es de inseguridad é inocencia –sentimientos predominantes en aquélla pareja real. El rey Jorge fue bautizado Albert en 1895 y había crecido con todos llamándole Bertie. En 1920 se le hizo Duque de York y, como segundo hijo del rey, se esperaba que desapareciera del escenario cuando su hermano Eduardo fuese coronado. En 1936 Eduardo VIII ascendió al trono, pero ese mismo año abdicó en medio de un escándalo por su romance con una estadounidense dos veces divorciada. (Esto resultó ser el escándalo menor. La pareja era filo-fascista.) Así que Bertie se convirtió en Jorge VI, tomando el nombre de su padre para guardar la apariencia de continuidad. Un rey que no debería haber sido, una reina que no esperaba serlo. Una monarquía cuya legitimidad se ponía en duda.

Perfecta inseguridad. West y Colman retratan eso, precisamente. Al llegar a su habitación de la residencia Roosevelt en Hyde Park, Isabel descubre en la pared una serie de grabados antiguos en que se caricaturiza a los británicos durante la Guerra de Independencia (1776-1783). ¿Qué significa eso?, se pregunta. La respuesta es que los Roosevelt son liberales y demócratas –orgullosos defensores del sistema republicano. De hecho, la mujer del presidente, Eleanor era famosa por su radicalismo casi-socialista. En la película, lectora, podrás ver varias ocasiones en que Eleanor se niega a mostrar las cortesías cortesanas a la pareja real. Ella se dirige a los monarcas por su primer nombre.

Nacido en 1895, Jorge VI tenía 44 años cuando llegó a Hyde Park on Hudson. FDR tenía 57 años. La diferencia no era mucha, sólo trece años. Pero mientras Bertie no había tenido ninguna experiencia política, Franklin ya había sido senador estadual en Nueva York (1910-1913) y subsecretario de Marina (1913-1919) durante la Primera Guerra Mundial –bajo la Presidencia Wilson. En 1920 fue candidato a la vice-presidencia en el ticket Demócrata con James Cox. Hicieron campaña a favor de la Liga de las Naciones y fueron derrotados en parte por el aislacionismo conservador posterior a la guerra.

Aparte, Roosevelt había quedado paralítico desde 1921 luego de contraer polio. En la época, la discriminación contra las personas con discapacidad era terrible. La gente asumía que los afectados seguían siendo contagiosos y se asumía que entre las secuelas imperaba el retraso mental. (Un retrato de este periodo se puede ver en Warm Springs de Joseph Sargent, 2005, con Kenneth Branagh como Roosevelt.) La fortuna de los Roosevelt hizo más llevadera la discapacidad y protegió a Franklin de abusos, pero se asumía que su carrera política había terminado. Eleanor y su círculo le convencieron de continuar. A mediados de los 1920s su influencia en el partido Demócrata era importante. En 1928 fue electo gobernador de Nueva York. Para 1933 Roosevelt representaba la esperanza progresista en medio de la pesadilla de la Gran Depresión.

Los contrastes biográficos entre estos dos jefes de Estado justifican que en Hyde Park on Hudson se presente a FDR como un experto anciano protector y a Jorge VI como un joven novicio en busca de guía. Esta circunstancia permitió al guionista Nelson un interesante arreglo dramático. Roosevelt recibe al ciudadano Windsor (como Eleanor habría querido llamarle) en su biblioteca. Le ofrece un par de buenos tragos y cigarrillos. El rey se queja de ser impopular. El presidente le responde, con un guiño: “—No sabía que hubiese elección para su puesto”.

Ambos terminan platicando de sus defectos, de sus carencias. Windsor era tartamudo. (Sobre esto, ver la película The King’s Speech/El discurso del rey, Tom Hooper, 2010.) Cuando el rey menciona lo anterior, Roosevelt se levanta de su silla de ruedas y apoyándose en sillas y mesas, salta con sus aparatos ortopédicos hasta el bar –adonde se prepara otro trago. Y le explica a su aliado que pese a sus defectos, el primer deber de quien hace política es transmitir esperanza a su Pueblo.

Todomundo sabía que FDR era paralítico. Pero nunca dejó que le retratasen en silla de ruedas ó con muletas. Ambas cosas sí se retratan en la película Hyde Park on Hudson porque los tiempos han cambiado. (¡Este presidente no sólo ganó la guerra contra los nazis!) En los 1930s Roosevelt sólo autorizaba a Daisy a retratarle en su silla. La foto que te agrego, lectora, que lo muestra con su mascota Fala en el regazo y una niña a su lado, fue tomada por Daisy en la Top Cottage, una cabaña de descanso en su propiedad de Hyde Park.

La madre de Roosevelt (regenta de la mansión de Springwood) se aseguró de que la real pareja británica fuese atendida con todo esplendor –con invitados de la alta sociedad neoyorquina. Pero Eleanor insistió en celebrar un picnic más abierto… en el que ofrecieron hot dogs al monarca. La película nos muestra a los reyes escandalizados por tan extraño platillo. (Por cierto, ¿por qué son perros calientes?) Pero los comieron, los encontraron muy ricos y pidieron otro. La prensa estadounidense quedó convencida de que en ese Jorge VI sí podían confiar. (Porque siguen odiando a Jorge III…) Otra lección de los anglos republicanos a los anglos monárquicos.

Roosevelt moriría seis años más tarde de apenas 63 años, pero a man older than his years (más viejo de lo que era). El rey Jorge tampoco fue longevo: murió de 57 años en 1952 víctima del tabaquismo. Pero sus biografías son tan complejas que seguirán apareciendo como figuras dramáticas en nuestras pantallas.

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