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Aportes de Gabriel Retes al cine mexicano

Jorge Ramírez Pardo

El gremio cinematográfico mexicano inició la semana con una noticia triste. Falleció el realizador, guionista, actor y productor de cine Gabriel Retes.

Este perenne adolescente hiperactivo, tempestuoso e inestable, como los de esa edad emocional, siempre sedujo con su creatividad impulsiva, espontánea; él, como su cine, siempre sería irreverente y provocador.

Algo poco mencionado de Gabriel es que militó en el movimiento estudiantil de 1968 y era sobrino político de uno de sus líderes intelectuales, José Revueltas, escritor crítico destacado y guionista de cine.

Gabriel fue uno de esos creativos que sellaban con toques autobiográficos su trabajo. En algunas de sus películas, El Bulto, Un dulce olor a muerte, Bienvenido welcome, como actor protagónico en la primera y actor de reparto en la segunda, los papeles que interpreta, parecen personajes representativos de Retes y no Retes encarnándolos.

Una peculiar descripción de quién fue Gabriel Retes, la aportó durante una entrevista Lourdes Elizarrarás, su pareja y coguionista durante 33 años:

“Gabriel es sin duda un hombre muy talentoso y de grandes ideas, pero siempre le ha faltado la constancia y dedicación para concretarlas.

“Ahí es donde entraba yo, sugería una idea, argumento, y yo era la que tecleaba las 100 páginas dándole forma y fondo a su idea. En el caso de El Bulto, fuimos su hija Gabriela y yo las que escribimos el guion, él revisaba, sugería cosas, corregía. (Por cierto, en esa película actúan, Gabriel, sus hijos –hijo e hija- y Lourdes Elizarraras).
“Gabriel siempre bromeaba -seguramente para él quedar bien-, decía que: «él firmaba las películas y yo las filmaba». Cosa que en cierta medida era un tanto cierto.

Formación inicial

A diferencia de otros destacados directores de su generación -Jaime Humberto Hermosillo (La pasión según Berenice, 1977), Jorge Fons (El Callejón de los milagros, 1993), Alberto Bohorquez (Los meses y los días, 1974)-, Gabriel Retes no hizo estudios de cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, CUEC/UNAM; llevó unos talleres de realización fílmica en el centro cultural Casa del Lago, dentro del Bosque de Chapultepec. Mientras en el CUEC la carrera duraba 5 años y las prácticas de rodaje fílmico se hacían con películas de 16 y 35 milímetros de ancho, en la Casa del Lago, los cursos eran de escasa duración y las filmaciones eran cámaras que empleaban película de 8 milímetros de ancho, tipificada como casera. Por ello fue sorprendente que luego de realizar algunos cortos en formato de 8 milímetros, debutara con el largometraje Chin chin el Teporocho.

Chin chin el Teporocho (1976).- Con esta película de marcada carga experimental ingresa Gabriel Retes al cine profesional e impacta por varios motivos:

  • Pone en escena un tema desconocido y relativamente estigmatizado, el barrio bravo de Tepito como escenario y telón de fondo de una historia rasposa: sus personajes habitan en una existencia en vilo dentro de un contexto aversivo, envolvente y difícil de trasponer.
  • Basada en la novela del escritor Armando Ramírez, quien, a partir de ese hecho, ratifica su condición de cronista y puente de comunicación entre el barrio de Tepito y el mundo. La novela, escrita 4 años antes, ya iba por la 7ª edición.
  • Es el debut fílmico de la actriz Tina Romero en el papel protagónico femenino, y la incorporación de Carlos Chávez, actor de Tepito, en el protagónico masculino.

Armando Ramírez (Tepito, Distrito Federal, 1951) sitúa a los personajes de su primera novela: Rogelio, narrador y teporocho; Sonia y Víctor, sus primos; Michele y Agnes, novia y cuñada; y Gilberto y Rubén, sus amigos, en el conflictivo México de la década de los sesenta.

La novela rescata el lenguaje popular tepiteño; bastante diferenciado del empleado en la comedia urbana fílmica mexicana durante la denominada Época de oro.

Los personajes comunes de barrio tipificados como vagos y delincuentes, hacen referencias culturales continuas; más nítidas en la novela que en la película. Sin embargo, según muestra la historia, están atrapados en un círculo de fatalidad.

“Yo soy Chin chin, como perro, el Teporocho” –dice en un diálogo de la película su protagonista-.

Vale reiterar, la película, tuvo peso significativo por sus singularidades, pese al aire artesanal que la signa.

Contó el mismo Gabriel Retes que hubo una función de la película Chin Chin el Teporocho, en primer corte –aún sin música-; a ella asistieron Luis Buñuel (Los olvidados, 1960), Luis Alcoriza (Tiburoneros, 1962), Juan Manuel Torres (La otra virginidad, 1975), Rodolfo Echeverría (en ese momento director del Banco Cinematográfico), Arturo Ripstein (El lugar sin límites, 1977), Gonzalo Martínez (El Principio, 1973) y Miguel Littin (Actas de Marusia, 1973).

Después de esa función había un ambiente percibido por Retes como tenso. Sus contemporáneos lo felicitaban. El último en salir de la sala, fue el maestro Luis Buñuel, quien rompió la inercia; beso en la frente y cada mejilla y le dijo: “Desde Los olvidados nadie ha bajado al mundo de la ciudad de México como tú…”. “Hay cabrón, agrega Retes, hasta se me pone el bello chinito al contártelo”.

Nuevo Mundo (1978)

El segundo largometraje de Gabriel Retes es una película fue estigmatizada y prohibida 20 años por el Vaticano porque pone en duda la veracidad de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, símbolo mexicano intocable para muchos.

Esta película, muestra el comienzo de un nuevo mundo (como su nombre lo dice). Los conquistadores españoles imponen un cambio de régimen y de las creencias de los pueblos originarios. A su religión politeísta “pagana” le impusieron la propia monoteísta, la católica. Los ministros de la nueva religión, en su misión de realizar otra Conquista distinta a la militar, la de las alamas, tienen conductas oscilantes entre la bondad y la maldad absolutas.

En la narrativa de la película, para reforzar la imposición de una nueva religión, los jerarcas católicos encomiendan a un pintor indígena la imagen de una virgen, también de rasgos indígenas, pero para que no existiera ninguna evidencia de que esa imagen había sido inventada, los frailes que la idearon mandan matar al pintor.

El bulto (1991)

La historia inicia el 10 de junio de 1971, con el llamado halconazo; varios manifestantes durante una manifestación estudiantil, fueron atacados por una guardia blanca (los halcones) –suceso, por cierto, recuperado por Alfonso Cuarón para su película Roma (2018)-. Hay heridos, muertos y desaparecidos. Uno de estos heridos, un periodista, interpretado por el propio Gabriel Retes, cae en coma dura más de 20 años, y despierta cuando sus hijos son adultos, y los problemas del país son otros. Comenta uno de los personajes de la película, “como escribió José Emilio Pacheco ya somos todo lo que detestábamos hace 20 años”.  Al despertar el protagonista, encuentra a sus antiguos compañeros de marcha convertidos en burócratas comodinos; mientras, su hermana está orgullosa de que sus hijos llevan una vida inocua ligada al consumismo y ausente de motivos para cualquier tipo de lucha o toma de conciencia.

Es un retrató del tránsito del México de las décadas finales del siglo pasado. El tránsito de los rebeldes del 68 al neoliberalismo de los tecnócratas de la escuela de Chicago, las crisis que avasallaron a este país y el descenso de una clase media condenada a transformase en clase baja alta. La transformación de la familia mexicana que emigró de lo tradicional a una forma más abierta de vida. Algunos problemas del país están presentes frente al asombro de quien durmió 20 años. El simbolismo cuestionador es evidente.

Despedida

Gabriel Retes filmó 19 películas en formato profesional y duración de largometraje (90 minutos de duración promedio), las aquí mencionadas y sus circunstancias son de las más destacados de su trayectoria fílmica.

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