Javier Padrón
Hace tres años saboreaba la gloria, se vendió como el candidato honesto y salvador de la ciudad frente al gallardismo que buscaba la reelección, logró un fuerte apoyo económico del sector empresarial que le permitió ganar con la holgura de 153 mil votos. En este 2021 el panorama es muy diferente para Xavier Nava.
Las élites económicas tienen muy claro el escenario electoral y el destino de sus inversiones inmobiliarias, las licitaciones de obras y servicios que les interesa ganar, y Nava no será reelecto, su imagen está muy desgastada, en su gestión el nepotismo de los primos Portilla se volvió jactancia, se disparó la inseguridad, el ambulantaje, el desabasto de agua con tarifa aumentada y hubo violación de derechos humanos a mujeres e indígenas.
Sobre todo se ve difícil que Nava regrese a la alcaldía otro trienio porque ya no tiene el voto del PAN, al que trató con la punta del pie. Además sus mutaciones ideológicas, en un lustro pasó por cuatro partidos políticos (PRD, PAN, MC y ¡Morena!), desdibujaron su condición “ciudadana” con la que pretende justificar su oportunismo y ambición de poder.
La incongruencia de ser postulado ahora por el partido de la 4T, con el que no tiene ninguna afinidad y expresó su desprecio de manera pública en varios momentos y de diversas maneras, será otro factor fundamental de su debacle política. ¿Cuál es ahora el electorado de Nava? A la chairiza no le cae bien.
El que se perfila para ganar la alcaldía es Enrique Galindo Ceballos, candidato de la coalición PAN, PRI, PRD y PCP, su dualidad, policía y político, seduce a los que definen el futuro de la ciudad, es un hombre duro y con él se sentirán más seguros que con Nava; y si arrastra violaciones de derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales, son estrellas meritorias en su pecho.
Nava y Leonel Serrato estarían empatados en el arranque de las campañas, el notario tiene a su favor la estructura de Ricardo “El Pollo” Gallardo y una parte de la estructura operativa y clientelar de Morena.
IMPLAN Y DESARROLLO URBANO
La arquitecta Patricia Rodríguez Álvarez fue cesada de la Dirección de Desarrollo Urbano y Catastro, con el eufemismo de renuncia “por motivos personales”. Ella también contribuyó al desencanto, a la pérdida de credibilidad de Nava y su gobierno. Los trámites para obtener licencias de construcción se volvieron un calvario, causó daños millonarios al sector inmobiliario, fingía ser estricta con la normatividad y ejercer autonomía frente a Nava y el Cabildo, era una simulación, tenía sus favoritos.
Ciudadanos Observando festinó su salida y así se refirió de ella: “fue deficiente, mantenía extrañas actitudes para hacerse de la vista gorda cuando se denunciaban irregularidades de construcciones y mantenía un grupo de constructores solapados”; y en el tema de la transparencia: “se convirtió en un verdadero obstáculo que llegó al extremo de intentar reservar todo el padrón catastral para evitar que las personas pudieran conocer a quien se le entregaban claves catastrales y licencias de construcción”.
El Colegio de Arquitectos no fue bien representado en el gabinete navista, el desdoro. En la dependencia siguió depurada esa práctica que tanto condenaron en el periodo de Ricardo Gallardo Juárez, los moches. El recaudador de campaña es el tesorero Rodrigo Portilla y los fondos luego pasan a su primo Óscar Valle, el operador político-electoral, lo dicen indiscretas voces de la UAM.
El titular del Instituto Municipal de Planeación, Fernando Torre Silva, también ya se quiere ir, llegó junto con Patricia Rodríguez. No puede, tiene que esperar la aprobación final del Centro de Población Estratégico y el eventual conflicto legal con la declaratoria federal de Área Natural Protegida. Torre y Rodríguez habrían sido recomendados del exgobernador Horacio Sánchez.