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Opinión

Cabos sueltos

De acuerdo al Estudio Nacional del Costo de la Congestión para el Transporte Público y Privado, cada potosino que se traslada a la zona industrial, pierde en promedio 52 horas por el atraso vehicular cada año, lo que también significa un gasto de dos mil 126 pesos. Cada persona dentro de las 32 ciudades analizadas en el citado estudio, pierde 100 horas anualmente, que equivalen a tener 11 días de vacaciones al año.

Por eso, a muchos potosinos les entusiasma la idea de que alguna autoridad se vuelva a preocupar  por la movilidad en la zona metropolitana, aunque tengan muchas razones para desconfiar, luego de varios sexenios de promesas incumplidas y una danza millonaria de pesos mal invertidos, por decir lo menos.

El hartazgo y la desconfianza en las autoridades en lo que a temas de problemas públicos locales se refiere, se fue gestando desde hace varias décadas. Las obras en la antigua estación del ferrocarril comenzaron desde los tiempos de Horacio Sánchez Unzueta cuando prometió hacer de esos añejos e históricos patios una “estación de transferencia” para facilitar la movilidad de los potosinos en transporte público.

De acuerdo al mismo estudio, a la población de la zona metropolitana de San Luis Potosí, la aglomeración vehicular le cuesta tiempo, calidad de vida, competitividad y desarrollo económico. Por ello, se recomienda a los tomadores de decisiones “priorizar la inversión en transporte público y medios de transporte no motorizados para que existan más opciones de movilidad limpias, seguras y eficientes”.

Muchos años transcurrieron desde el proyecto de la estación de transferencia, pero no hubo continuidad ni presupuesto para las obras necesarias, lo cierto es que a miles de potosinos -que cada día se trasladan a la zona industrial- les urgen soluciones de largo plazo, que impacten su vida cotidiana.

El estudio también reveló que el gasto total por la aglomeración vehicular en las 32 ciudades es de 94 mil millones de pesos anuales. Los usuarios más perjudicados son los del transporte público, que absorben el 73% de este costo. Y si, suelen ser las clases más desprotegidas los cotidianos usuarios del insuficiente transporte urbano.

 Y es que más allá de las cifras -que siempre serán relativas- de costo económico y horas perdidas, lo que para muchos en verdad importa es la otra cara más difícil de medir, la calidad de vida que significa desperdiciar valiosos minutos en medio de un tráfico que desde hace al menos 6 años se prometió resolver con el tan llevado y traído metrobús.

Muy lejano parece ese mes de marzo del 2015 cuando el gobernador Fernando Toranzo anunció en el ocaso de su sexenio, el proyecto del metrobús. Atestiguamos también, las declaraciones del saliente mandatario, Juan Manuel Carreras que en agosto del 2021 prometía que se habría de retomar el millonario proyecto y sin embargo, nada ocurrió.

La inversión anunciada en su origen de 541 millones de pesos, los 99 paraderos, las 21 unidades, los 100 pasajeros por viaje y los iniciales 38 kilómetros se quedaron en el limbo.

Por eso el anuncio de ayer del gobierno estatal resulta esperanzador, habrá que ver si no nos vuelven a dar un golpe de realidad al final del sexenio.

Por Lidia Juache

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