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Opinión

Ver para pensar: Miss vs Mass

Federico Anaya Gallardo

No, lectora. No es “Miss” como en “Miss Carmelita” (mi maestra de Inglés en la primaria marista). Y no es “Mass” como en la traducción inglesa de la Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset. Es “Miss” por Mississippi y “Mass” por Massachusetts. Hoy quiero recomendarte un clásico y una novedad. Aquél trata de las aventuras de los 1840’s de Mark Twain en el Mshi-Ziibi (Gran-Río) de los Algonquinos. Este de los lances de Wayne de Brockton bajando desde la Nueva Inglaterra hasta la Florida en los 2010’s.

 

De Mark Twain ya has oído. Es un personaje de ficción creado por un señor muy imaginativo, reportero y hoy diríamos, “performancero”. (¡Habría prosperado como youtuber é influencer!) Fue bautizado con el nombre de Samuel Clemens en un pueblito a orillas del Gran Río llamado Hannibal (como el conquistador cartaginés, cómo no iba a soñar aventuras). Clemens vivió de 1835 a 1910 y de su mente traviesa (que emprende travesías) nacieron otros personajes bien conocidos, como Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Estos dos han recibido permanente atención del cine y la televisión. Tom Sawyer fue llevado a la pantalla tres años antes de la muerte de su autor, en 1907, en un filme corto y mudo, hoy perdido. Sabemos que el guión lo escribió una mujer, Gene Gauntier, y que lo produjo la Kalem Company de Nueva York –que no solía respetar el copyright de los autores originales. Diez años más tarde, en 1917, William D. Taylor dirigió dos películas basadas en el Tom Sawyer de Twain. (La primera la puedes ver en la Liga 1.) La versión de Taylor es famosa porque tanto el director como el actor principal, Jack Pickford, protagonizaron varios de los primeros escándalos de Hollywood. Pero esas son historias para ser contadas en otra ocasión.

 

El más famoso de los libros de Clemens/Twain es Las Aventuras de Huckleberry Finn (1884-1885). Se trata, al mismo tiempo, de una bildungsroman (novela de crecimiento) adonde la lectora ve madurar a Huck y liberarse al esclavo Jim; y de una road novel (novela de carretera) en la que los dos viajeros van descubriendo tanto el mundo que les rodea como a sí mismos.

 

Clemens/Twain innovó poniendo en la prensa el lenguaje violento, crudo y grosero de las clases subalternas del Mississipi. Muchas bibliotecas públicas prohibieron el libro por eso. Luisa May Alcott, la autora de Mujercitas que hoy es de nuevo famosa gracias a las adaptaciones de 1994 (Ryder y Bale) y 2019 (Ronan & Chalamet), al parecer le aconsejó a Clemens/Twain dejar de escribir para niñas y niños. El autor aclararía que los libros sobre Tom y Huck… eran para adultos.

 

Y tenía razón. Un bildungsroman no es sólo una inspiración para quien está creciendo, sino un recordatorio de lo que significa madurar y ser maduro para quien supuestamente ya está crecido. A mí lo que más me impresionó de la novela (y que no he visto en ninguna de sus adaptaciones cinemáticas) es cómo el muchacho Huck, pese a ser pobre y marginal, es “amo” y “superior” del esclavo negro fugitivo Jim. Ambos están desnudos y abandonados en medio de la wilderness del inmenso río, ambos sufren igual frío é igual hambre, a ambos los persiguen y maltratan los poderosos y ricos, … pero Huck sigue pensando en Jim como nigger e incluso, se siente culpable (la palabra exacta es “pecador”) por no entregarlo a las autoridades. Sólo luego de muchas aventuras Huck descubre que Jim es primero su amigo y luego un nigger. Ese es el milagro que opera en el muchacho el Gran Río…

 

Paso ahora a los lances de Wayne de Brockton. Me da risa que escrito así, parecería que voy a hablar de las aventuras de algún ingenioso hidalgo ó de un elegante cantar de gesta medieval. Y no. Brockton, Massachusetts es un shithole. La palabreja se debe traducir simultáneamente como mierda, hoyo de mierda y culo. Brockton es un poblado empobrecido, degenerado y que, en la serie Wayne de YouTube  de 2019 (creada por Shawn Simmons), es una mezcla desilusionada, pavorosa y gris de pesadilla, prisión é infierno. Wayne tiene 16 años, cuida a su padre que está muriendo de un cáncer provocado por malas condiciones de trabajo. Su viejo demandó a la fábrica y perdió. El chico le hereda la nada, las deudas y un carácter explosivo.

 

La serie es notoriamente violenta… Ninguno de los diez capítulos de su única temporada omite el punto. Y eso que Wayne y la chica que le acompaña (Dalila) recorren trece Estados de la Unión Americana. La violencia en Wayne es estructural y está naturalizada –por más que los noticieros, las redes sociales y los registros policiacos la consideren escándalo y maldad; por más que aquí y allí Wayne y Dalila encuentren buenas personas que les dan la mano. Wayne es, igual que el Huckleberry Finn de 1885 una road novel. Ahora, en formato youtubero de treinta minutos sin anuncios. Ambas narraciones nos hablan del mismo país, los EUA… Olvidé decirte, lectora, que en los EUA de Clemens/Twain la cosa ya era así como hoy: todo se arregla a golpes y disparando, humillando a los débiles y a quienes tienen la mala suerte de perder –sean actores de la legua, vendedores de baratijas, pobres ó negros.

 

Puedes ver Wayne en streaming vía Amazon Prime. Se sospecha y se anhela una segunda temporada. Yo no la deseo. Cuando Clemens/Twain terminó sus novelas del Mississipi la Guerra Civil había abolido la esclavitud. Los EUA seguían siendo igual de racistas y se volverían aún más injustos. (La revolución linconiana se acabó muy pronto.) Cada vez sería más difícil que un chico de Hannibal, como Twain, prosperase, hiciera oír su voz y cambiara algo el mundo. En una de las versiones cinemáticas de Huck, el muchacho, el Jim ya liberto y Tom Sawyer imaginan nuevas aventuras en el Oeste que promete libertades. El destino de los tres amigos, en 2022, sería el de Wayne de Brockton.

 

Las varias narraciones que se cuentan en Wayne se anudan al terminar el décimo episodio –pero no serán edulcoradas por la esperanza de Clemens/Twain en el Oeste. El muchacho termina sólo y moribundo en una carretera secundaria de un municipio menor de Florida igual de empobrecido, degenerado, desilusionado, pavoroso y gris que su natal Brockton.

 

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