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Opinión

Cabos sueltos. De antros y tragedias

La fallida presentación de J Balvin, las inundaciones de los gritones, los ataques de civiles armados en Moctezuma y Guadalcázar y hasta el sorpresivo triunfo del San Luis contra los Pumas, podrían intentar ganar la atención de esta semana, pero sin duda, la muerte de un joven en un bar de avenida Chapultepec, no debe perderse en el fácil olvido mediático.

El impactante video que circuló en redes sociales, del momento en el que le disparan y acaban con la vida de un joven de apenas 24 años debería sacudir la conciencia y la responsabilidad de las autoridades competentes.

Se pueden sumar varias decenas de videos más que circulan de excesos, ilegalidades y pleitos en antros en la zona poniente de la ciudad, en donde al parecer el operativo “sello” de la autoridad municipal no llegó y sólo alcanzó para vigilar los antros del centro histórico, para lucir las costosas patrullas de la polisía.

No se piden soluciones mágicas, ocurrencias legislativas ni propuestas demagógicas para salir del paso, simplemente se debe exigir la aplicación de la ley. Las autoridades estatales y municipales parece que están dejando vacíos muy graves al momento de actuar conforme a lo que establece el marco legal o, si ya no funciona, que se legisle al respecto.

En el ámbito municipal, las tareas preventivas no se notan y desde la autoridad estatal, ni la intervención de cuerpos policiacos ni las regulaciones que le tocan a la Dirección de Gobernación tampoco se ven y ante esa aparente pasividad de la autoridad, los antros pueden seguir siendo un paraíso de impunidad.

Las clausuras parecen que solo son para la foto, mas tardan en colocar los sellos, que los dueños de establecimientos en buscar las rendijas que la ley permite para evadirse y abrir otro antro con nuevo nombre y viejos vicios. Con “guardia privada” sin preparación, vigilancia ni supervisión, que asumen su papel con exceso de poder y se sienten con licencia para golpear y abusar de sus clientes a la mínima provocación.  

Y mientras tanto… las víctimas de estos excesos, de la falta de regulación, control y supervisión para se aplique la ley, son los jóvenes, quienes ávidos de entretenimiento fácil, terminan por pagar las facturas de los errores o complicidades de los adultos que protagonizan este juego perverso de tolerar hasta que otra tragedia nos vuelva a alcanzar.

Por Lidia Juache

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