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Opinión

Ser rey en los confines

Federico Anaya Gallardo

Te propongo, lectora, dejar el mundo de los cómics para revisitar la Historia del mundo. (Sospecho que la encontraremos tan fantástica como Kriptón.) En 2021 se estrenó la película Edge of the World de Michael Haussman (n.1964). En Castellano se le tituló El Rey del Fin del Mundo ó En el Límite del Mundo. En Malasia se conoció como Rajah.Navegando en la red encontré que en Ruso se tituló Край света (Kray sveta)que se traduce como Fin del Mundo, pero que literalmente se lee como “orilla de la luz”. Esta última idea es fascinante: llegar hasta la orilla de la luz es alcanzar el borde de las tinieblas. La película se filmó íntegramente en Malasia, con apoyo del gobierno estadual de Sarawak –una de las entidades federativas malayas, ubicada en la costa norte de la gran isla de Borneo.

La película cuenta la historia de un aventurero inglés llamado James Brooke (interpretado por Jonathan Rhys Mayers, n.1977). Brooke nació en 1803 en Calcuta, cuando la colonia inglesa era gobernada por la Compañía Británica de las Indias Orientales. Su padre era un juez de apelaciones y su abuelo materno era un militar escocés, miembro de la nobleza. De doce años es decir, en 1815, ¡justo cuando acababa la zaga napoleónica!, James fue enviado a Inglaterra para estudiar. Su primera estancia en la “madre patria” fue un desastre: se escapó de la elegante escuela Norwich y terminó reclutándose como ensign (alférez ó subteniente) en el Ejército de Bengala. Regresó a la India de 16 años para luchar en las guerras contra Birmania. En 1825 (22 años) fue gravemente herido y lo regresaron a Inglaterra a recuperarse. Permaneció allí cinco años. Para 1830 (27) años ha retornado a la India. La guerra había terminado, así que permaneció a bordo del navío en que había viajado. Por cinco años, comerció entre el Lejano Oriente e Inglaterra.

Para 1835, gracias a una herencia, Brooke adquirió su propio barco: una goleta llamada The Royalist (El Realista). Con ella arribó a Borneo, en donde una rebelión ponía en peligro el mando del Sultán. El inglés y sus hombres se comprometieron en la lucha y, luego de vencer a los rebeldes, Brooke fue nombrado en 1841 gobernador (rajá) de Sarawak. Tenía 38 años. El hijo del juez de apelaciones en Calcuta era señor sobre un territorio tan grande como la propia Inglaterra. Gobernó su reino por 22 años, combatió a los piratas (sí, esos de Sandokan) y a los cazadores de cabezas. (Te adjunto una foto de él, ya retirado, en 1868.) De él se habla en las novelas de Salgari y Kipling. ¡Por supuesto que merecía una adaptación cinematográfica!

La historia del guión es tan relevante como la de su protagonista. El director de Margate House Films, Rob Allyn, había tropezado con Brooke en una nota de pié de página de alguna novela y había quedado enamorado del personaje. Desde 2013 esta productora trató de llevar la biografía a las pantallas –sin éxito. Fue entonces que los descendientes de Brooke hicieron contacto y propusieron filmar directamente en Sarawak. Para 2016 se había obtenido financiamiento público en ese Estado malayo. Más tarde el gobierno federal malayo complementó los costos de producción.

Las intervenciones de la Familia Brooke y de los gobiernos malayos provocaron un resultado contradictorio. Hasta bien entrado el siglo XX los Brooke permanecieron como rajás de Sarawak en un esquema extraño de doble soberanía –una versión del gobierno indirecto creado por los españoles en América (Repúblicas de Indios) y perfeccionado por los ingleses en el siglo XIX. James Brooke había heredado el Raj a un sobrino suyo, Charles, en 1863. En la película, se llama Charley a ese sobrino, interpretado por Otto Farrant (n.1996) quien ganó fama como el espía adolescente Alex Rider desde 2020.

Ese Charles heredó el Raj a su propio hijo, otro Charles, quien fue expulsado por las tropas japonesas en 1941. Estos dos Brookes hicieron doble vida en Inglaterra y Borneo. Luego de la victoria aliada, en 1946, Londres hizo que los Brooke cediesen la soberanía de Sarawak a la corona británica. En 1963 Sarawak se unió a otras trece colonias británicas para formar la Federación Malaya. (Singapur fue expulsado poco más tarde y formó una ciudad-Estado independiente.)

La familia Brooke aportó a la producción materiales personales y archivos que permitían reconstruir tanto la formación del reino original de James Brooke como su biografía íntima. Sin embargo, la Federación Malaya es una monarquía constitucional cuya religión oficial es el Islam suní. Por lo mismo, la homosexualidad está criminalizada… y resulta que el primer Rajá Blanco de Sarawak era homosexual.

¡Menudo reto el del director Michael Haussman! Recuerda, lectora, que el financiamiento del filme era gubernamental. Tener ó practicar una sexualidad alternativa ha sido causa de complots e intrigas políticas bastante complicadas en Malasia: el actual primer ministro (Anwar bin Ibrahim, n.1947) ha sido acusado y condenado por sodomía al menos en dos ocasiones (a finales de los 1990s y a finales de los 2010s). Si Anwar logró salir de prisión y dirigir su país en 2022 se debió a la intervención del monarca malayo que lo indultó.

En este contexto te serán más que interesantes los retratos que hace Haussman de James Brooke, su amigo Arthur Crookshank (interpretado por Dominic Monaghan, n.1976, el Merry Brandybuck de El Señor de los Anillos) y el sobrino Charley. Brooke es retratado como un caballero que “se escapa” de las convenciones sociales en Inglaterra y que pone en duda todo lo que su madre patria representa. Esto es históricamente exacto, pues el primer Rajá blanco de Sarawak aplicó en su territorio sus propias leyes y desconoció en varias ocasiones los dictados de las autoridades coloniales en Singapur. (Lo llevaron a juicio por ello… aunque esto no se trata en el filme.)

Al Rajá de Sarawak lo rodean varios personajes, todos reales. Una princesa malaya llamada Fátima (interpretada por la actriz indonesia Atiqah Hasiholan, n.1982) con quien el Brooke real engendró una hija. Un príncipe malayo Pengiran Badaruddin (interpretado por Samo Rafael) quien trata de seducir a Brooke –pero quien morirá en un ataque de los piratas enemigos del Rajá. Este detalle se conforma a los lineamientos de la autoridad cinematográfica malaya, que permite el retrato de caracteres homosexuales siempre y cuando se rediman ó mueran.

La película está dedicada a dos audiencias en dos culturas distintas, aunque estén interrelacionadas (audiencias y culturas). Los tradicionalistas musulmanes malayos saben que los derechos de la comunidad LGBTT+ son derechos humanos en Occidente y que la prosperidad de su república depende de una relación cada vez más intensa con los occidentales. Por esto la figura de James Brooke es atractiva desde la perspectiva malaya: es el extranjero que se volvió nativo y quien, por lo mismo, puede traducir/representar mejor las dos Otredades confrontadas. Pero, para que la película –que las autoridades distribuyeron como Rajah en Malasia– no causara escándalo entre la pobalción musulmana, los mensajes homoeróticos entre James y Badaruddin ó James y su sobrino, son edulcorados por la relación (también histórica) con Fátima. Como sea, lograr que un mismo filme satisfaga estándares morales tan diversos es en sí mismo un mérito.

Te dejo, sin espoilearte nada, una escena. Brooke regresa de un combate feroz. (La Malasia que se retrata es una tierra al tiempo virgen y salvaje. El Islam apenas se está enraizando. El colonialismo capitalista irrumpe violento. Los pueblos originarios, cazadores y recolectores sin Estado, cazan cabezas enemigas. Todo es inhóspito y bello a un mismo tiempo.)

Al primer Rajá blanco le acompaña su joven sobrino Charley. La victoria fue suya, pero James está cansado. El narrador (Jonathan Rhys Mayers) acaba de decirnos: —And so, I’m ruined. But free. (Así quedo acabado, pero libre.) Entonces, James le entrega a Charley el anillo de Badaruddin… símbolo de su designación como Rajá heredero. El muchacho replica:

—I ’m not ready, sir.

—You’re the boy I used to be, Charley.

—I’d rather be the man you’re now.

—No, you don’t want that.

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—No estoy listo, señor.

—Eres el chico que yo solía ser, Charley.

—Preferiría ser el hombre que es Usted ahora.

—No, no quieres ser eso.

Ser un hombre a la mitad de varios mundos contradictorios no es ni fácil ni envidiable. Pero para eso es que nacimos libres.

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