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Opinión

Ver para pensar: La Roma de Rovere

Federico Anaya Gallardo

Querida lectora, la semana pasada te recomendé los primeros diez capítulos de Romvlvs, una serie creada en 2020 por Matteo Rovere (n.1982). Cuando yo estaba por terminar de verlos, empecé a preocuparme de que las empresas capitalistas se tardasen eones en traernos la segunda temporada, estrenada apenas en el Otoño de 2022. Pero no. Ya estaba disponible (ocho capítulos) en HBOMax. Supongo que los programadores asumieron que era una cosa tan extraña que no valía la pena hacer esperar a la audiencia. ¡Una de sal por las que van de arena!

Rovere nos deja, al final de la primera temporada, con la banda de cazadores que adoraban a la diosa-loba Rumia convertidos en aliados del poblado más grande de los latinos, Alba Longa. Númitor, el viejo rey sacrificado ha retornado a Alba (ciego, como Edipo). De sus nietos gemelos sólo ha sobrevivido uno, llamado Yemos en la serie. Y aunque Númitor pretendía que Yemos se encargase del gobierno, el muchacho prefiere reinar como uno de dos reyes gemelos en una nueva ciudad.

El otro rey-gemelo se llama Wiros en la serie. Wiros y Yemos fundan una nueva población en las tierras que los adoradores de Rumia conquistaron a uno de los pueblos latinos, Velia, cuyo rey traicionó a Númitor. Se trata de Roma.

Igual que en la primera temporada, las y los espectadores estaremos pendientes para descubrir cuál de los dos reyes-gemelos es “Romulus” –el fundador superviviente, el primer rey romano. No te hago espóiler, lectora. Como Rovere plantea su narración puede ser Yemos ó Wiros. Hoy sólo quiero recomendarte mirar con atención algunos de los elementos que maneja el creador de la serie.

Te recuerdo que el escenario en que ocurre la acción no es aquél de la leyenda clásica. No hay ni túnicas ni sandalias. Las ciudades son aldeas. Todas las casas –incluso las de los reyes– tienen techos de paja. El hambre está presente en todo momento. Un retraso en las lluvias arruinará las cosechas provocando la muerte de viejos y recién nacidos. No hay conocimiento serio acerca de la enfermedad. Los puercos vagan en medio de las chozas. Cada año, los varones adolescentes son abandonados en el bosque por un mes para que “maduren”. La gente cree que el bosque es un lugar mágico, lleno de fieras y espíritus (igualmente dañinos). Se trata de una sección de las virginales selvas húmedas frías del hemisferio boreal que se extendían desde Europa al Oeste hasta Kamchatka en el Este lejano. Lobos, osos, jabalíes aseguran que quien se pierda en su oscuridad no regrese. La violencia impera por todas partes. No hay organización política más allá de cada aldea.

En esos pueblos, todas y todos son supersticiosos. ¿Quién no lo sería en un mundo como el que te cuento, lectora? Los antropólogos franceses, como Pierre Clastres (La sociedad contra el Estado, 1974), nos dirían que lo que estamos viendo en pantalla es un territorio poblado por “pueblos sin Estado” en los cuales existe una serie de mecanismos de igualación que aseguran que el poder político no se separe jamás del colectivo.

Por eso es que a todos los muchachos se les manda a volverse lobos lupercales en el bosque. Se trata de un “rito de paso” que iguala a todos los adolescentes. El muchacho Wiros (interpretado por Francesco Di Napoli, n. 2002) era un huérfano en Velia. Una vieja le había recogido a orillas del bosque. Lo crió como propio porque le tuvo lástima. Pero la orfandad de Wiros lo condenaba a ser una especie de siervo de los otros muchachos de Velia –pese a que tenía derecho a participar como su igual en el rito de paso. Esto lo vimos en la primera temporada.

La segunda temporada inicia con un Wiros elevado por el azar a un trono que comparte, en exacta igualdad, con Yemos –el gemelo sobreviviente heredero de Númitor en Alba Longa. Yemos (interpretado por Andrea Arcangeli, n. 1993) había huido al bosque, adonde fue capturado y tratado como esclavo por los muchachos de Velia. Él y Wiros forjaron su amistad al verse igualmente explotados. Un giro de la suerte hizo que los cazadores-lobos de Rumia los rescatasen a ambos. Ni Yemos ni Wiros olvidarían eso. Por eso abandonaron Alba Longa y fundaron Roma para su gente.

Rovere nos regala aquí una idea relevante: sus Rómulo y Remo no son hermanos “naturales” sino que se hermanan por voluntad propia. La sociedad no es automática, es un invento de la voluntad.

En su película Il Primo Re (El Primer Rey, 2019), Rovere retrata la incertidumbre existencial de los dos hermanos pastores (Rómulo y Remo) cuando, enjaulados por los sacrificadores de Alba Longa el hermano menor le dice al mayor: “—Se han llevado nuestros animales. No tenemos tierra. Estamos solos. Los dioses no nos cuidan”. El mayor le ofrece un mendrugo de pan: “—Come”. El menor lo rechaza: “—¿Para qué sirve comer? Estamos en Alba. Sabes lo que pasará mañana.” El mayor insiste: “—Come, porque aún no ha ocurrido”. Los protagonistas de la aventura saben que al día siguiente pueden estar muertos, pero no por ello se rinden. La resiliencia, otro invento de la voluntad.

Esta es una de las causas de la superstición humana: recitamos fórmulas y acariciamos abalorios para imaginar que con ello nos protegemos. Pero la única protección real es la persona que sufre junto a nosotros. La única defensa es la solidaridad –otro invento de la voluntad.

En la segunda temporada de Romvlvs, Rovere nos muestra a dos muchachos (Yemos de 29, Wiros de 20) que se echan sobre la espalda la responsabilidad de organizar una nueva población. Los reyes-gemelos organizan a su gente, fijan fronteras, organizan el cultivo de parcelas, las reglas del intercambio, las fiestas religiosas y buscan aliados en la comarca…

… para encontrar nuevos enemigos. Un día visitan la ciudad de Cures, adonde vive el rey de los Sabinos, Tito Tacio. Se trata de un poblado más próspero, con un contingente de guerreros mejor armados que los latinos. En Cures, la organización política se ha vuelto más compleja. Cada generación, la familia del rey ofrece al dios del rayo (Sancos), que vive en el bosque, un sacrificio. Se abandona allí a varios bebés varones. Se les deja a la intemperie envueltos en una frazada con los emblemas del dios (un rectángulo cruzado por dos centellas). Los que sobreviven serán criados como los nuevos reyes, pues se les considera hijos del dios.

Se trata de una variación del mismo rito de paso de los lupercales. En Cures a veces sobreviven varios niños. A veces dos (como los reyes-gemelos de Roma). A veces sólo uno (Tito Tacio, interpretado por Emanuele Maria Di Stefano, n. 1997). La prueba “diviniza” a los sobrevivientes y justifica que la comunidad les otorgue un lugar central. Pero, para controlarles hay un cuerpo de sacerdotisas –quienes tienen la cercanía y el poder manipulativo para destruir al rey que pierda la razón. De esto nos hablaba Robert Graves en sus Mitos Griegos (1955): en las primitivas aldeas mediterráneas el varón podía ser rey pero eventualmente era devorado (a veces literalmente) por las sirvientes de la ancestral Diosa Blanca.

El mito se convierte en rito y el rito sostiene la identidad del grupo. ¿Pero qué deben hacer la mujer ó el hombre que están creando una nueva comunidad? De esto se trata la segunda temporada del Romvlvs de Matteo Rovere. Tanto Yemos como Wiros –así como una mujer guerrera llamada Ilia (¿por Ilión, Troya?, interpretada por Marianna Fontana, n. 1997) quien ha abandonado una comunidad de vírgenes vestales para volverse una matarife adoradora de Marte, dios guerrero de la venganza– todas y todos los personajes de Romvlvs son parte del pueblo primitivo que te he descrito. Son profundamente supersticiosos. Creen que los fenómenos naturales “anuncian cosas”. Lo extraordinario les parece mágico: por eso el pueblo-lobo usa a una niña albina como médium para contactar a la diosa-loba Rumia.

Todas y todos mal procesan sus tragedias personales, sus miedos y sus deseos en medio de una confusa oscuridad social. Para sobrevivir todas las mujeres y todos los hombres crean narraciones, aprenden a escribir leyendas que les ayuden a pervivir como individuos y como comunidad.

Al ver esto en Romvlvs, sospecho que Matteo Rovere leyó a Nicolás Maquiavelo quien, en sus Discursos (1517), recordaba que el segundo rey de Roma, Numa Pompilio, decía a sus conciudadanos que una Ninfa se le aparecía de noche para recomendarle cómo organizar la ciudad. El Florentino reflexionaba que la razón era porque Numa quería establecer nuevas y desconocidas instituciones, y dudaba que le bastara su propia autoridad para convencer a su comunidad. Es decir, la política es otro invento de la voluntad.

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