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La película Torero hoy en línea

Redacción

Desde las 0.00 hasta las 24 horas de este miércoles 8 de julio, la Filmoteca de la UNAM, con motivo de la celebración de su 60 aniversario, presentará de manera gratuita la película Torero (1956) del hispano/mexicano Carlos Velo en su sitio web:https://www.filmoteca.unam.mx/peliculas-emblematicas-de-la-cinematografia-mexicana/torero/

Torero muestra un momento relevante en la vida del torero Luis Procuna por medio de reconstrucciones filmaciones hechas a lo largo de 1956. Empieza con los recuerdos de Procuna de su niñez, sus inicios y triunfo como novillero; evoca su alternativa, su cornada en Madrid y la reciente muerte de Manolete que le causó un miedo que no le dejó torear por un tiempo y cuando regresó a torear recibió otra corneada más grave.

A continuación, se transcribe una reseña sin firma de la película, publicada el 19 de abril de 1975 en el diario El Nacional de la ciudad de México.

Torero: el drama del miedo

Torero es una extraordinaria película documental de Carlos Velo protagonizada por Luis Procuna , el Berrendito de San Juan.

Realizada en 1956 -Torero- con el tiempo ha ido solidificando como la mejor cinta de toros que se ha realizado, junto con el Arruza de Budd Boetticher y El momento de la verdad de Francesco Rossi.

Estructurada a partir del montaje de diversos documentos que habían sido filmados para el noticiero Tele Variedades de Manuel Barbachano Ponce, nació la idea de realizar Torero después de una de las grandes reapariciones de Luis Procuna, cuando lidió al toro Polvorito en uno de los momentos más críticos de su carrera, porque hacía poco había recibido una cornada fuerte.

La cinta, desde el inicio ubica al espectador en la angustia y el miedo del torero, cuando muestra el coche done va Procuna rumbo a la plaza precedido por motociclistas de tránsito y el Berrendito con voz en off y de manera obsesiva se interroga sobre ¿quién es? ¿de dónde viene? y ¿hacia dónde va? Él sabe, “los toros están en la plaza y mi nombre está en el cartel”.

A partir de allí, una serie de flashbacks, con imágenes de anteriores corridas del torero Procuna, se muestran cuáles han sido los momentos decisivos de la vida del torero para llegar a ser quien es.

Velo logra fundir lo documental con la ficción o, mejor dicho, lo novelesco de forma indisoluble, para lograr captar el sentido oculto del hecho se muestra; de tal manera que se pierde la ficción para encontrar la vida misma, en este caso el drama interior del torero ante lo que le espera frente a la puerta de chiqueros en el ruedo de la plaza.

Velo se olvida fácilmente del espectáculo taurino en su forma externa -al contrario de Budd Boetticher en Arruza- para lograr una película más profunda en cuanto a la presentación del drama individual del hombre que se sabe ubicado en el centro del ruedo, enfrentándose a los tres enemigos naturales del torero: el público, el toro y el torero mismo.

La película, con una serie de tomas de acercamiento, primeros planos y planos medios sobre el rostro y los muslos de las piernas del torero, lo muestra amenazado por las puntas filosas de los pitones del toro.

El espectador siente la angustia de Procuna ante el recuerdo de los costurones de la cornada grande y cómo el miedo hace flaquear sus piernas flaqueen y no se echen pa’delante.

Hasta que al lidiar a Polvorito –toro extra, de regalo al público-, el torero se vuelve a reencontrar al tender el capote y recibirlo -esta es la única faena que vemos completa en la cinta- y comenzar a torearlo por verónicas, una vez que lo ha recogido al salir del callejón, después de haber saltado el burel al mismo.

Ya con la muleta –tercer tercio de la corrida- Procuna liga una de las faenas más emotivas que se hayan realizado en el ruedo de la plaza México, la cual corona triunfalmente con la espada para cortar las dos orejas y el rabo del toro Polvorito.

Una vez que ha sido sacado triunfalmente en hombros, el torero se pregunta ¿y el próximo domingo?

La película ubica al espectador cinta en la parte triunfal de la lidia, pero, primordialmente en la angustia misma del torero, lejos de una abstracción metafórica o intelectualizada del drama que en forma dialéctica es el de Procuna y al mismo tiempo el de cualquier torero, que tarde con tarde, al salir al ruedo sabe que tiene que vencer al miedo, a ese demonio que lleva dentro y el cual sólo unos cuantos logran derrotar.

Con todo lo anterior pareciera que Torero en la película perfecta. Nada más alejado de la realidad. Las objeciones que se le puede hacer son, la narración en off, en tanto que por algunos momentos como cuando Procuna va a visitar el monumento al “Monstruo de Córdoba” (Manolete), las razones intelectualizadas del drama que está viviendo resultan muy simples y en ocasiones cursis, por la inseguridad de los realizadores a utilizar el silencio como parte del diálogo; mientras las imágenes por sí mismas nos están expresando ya mucho más. También son objetables las caídas en sentimentalismos baratos, cómo son las escenas con la esposa que no se salen del lugar común de las novelas folletinescas sobre los toreros y sus mujeres.

Pese a ello, Torero es una gran película. En el recuento histórico de lo realizado por el cine mexicano puede figurar con orgullo como una de las mejores.

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